Vitaminas en su justa medida
Radicales libres, antioxidantes, oxidaci¨®n, envejecimiento. Estos t¨¦rminos cada vez se vuelven m¨¢s coloquiales en nuestras relaciones diarias. Envejecemos porque nos oxidamos. Es otra aseveraci¨®n que va calando en nuestra conciencia de humanos. En cierta manera, dicho aserto se cumple. La vida no es m¨¢s que un proceso oxidativo de larga duraci¨®n. Es la combusti¨®n de los nutrientes en presencia del ox¨ªgeno la que nos proporciona la energ¨ªa suficiente para desarrollar nuestras funciones vitales. Pero, al igual que con cualquier combustible, nuestro contacto con el ox¨ªgeno nos consume.
Los antioxidantes contrarrestan los efectos oxidativos propiciados por los radicales libres (actualmente recogidos en el t¨¦rmino especies de ox¨ªgeno reactivo, ROS seg¨²n sus siglas en ingl¨¦s) que se generan en muchos procesos patol¨®gicos y durante el envejecimiento. Algunos de los antioxidantes m¨¢s conocidos tienen naturaleza vitam¨ªnica como el ¨¢cido asc¨®rbico (vitamina C), los carotenos (vitamina A), y el tocoferol (vitamina E). Con respecto a la vitamina C, el cuerpo humano es incapaz de sintetizarla, lo que hace que seamos estrictamente dependientes del reino vegetal para obtenerla. En las plantas, la vitamina C se sintetiza en las mitocondrias, unos componentes celulares donde se ubican las principales reacciones que proveen a la c¨¦lula de energ¨ªa y donde se asientan los elementos necesarios para la respiraci¨®n. No obstante, la vitamina C se acumula principalmente en los cloroplastos, otro org¨¢nulo celular que s¨®lo est¨¢ presente en los tejidos verdes de las plantas. En ellos se lleva a cabo la fotos¨ªntesis, esa maquinaria casi perfecta que transforma la energ¨ªa solar en energ¨ªa qu¨ªmica. Sin embargo, la fotos¨ªntesis es tan compleja que est¨¢ sujeta a ciertos fallos que acaban generando ROS. En estas situaciones, entre otros, act¨²a la vitamina C, lejos de su lugar de s¨ªntesis. Para ello, la c¨¦lula vegetal emplea unos mecanismos muy finos de regulaci¨®n que implican la presencia de comunicadores qu¨ªmicos, de s¨ªntesis y transporte de la vitamina C para que ejerza su acci¨®n all¨¢ donde es requerida.
La vitamina C no s¨®lo es una empleada m¨¢s de la maquinaria antioxidante de la c¨¦lula vegetal. Tambi¨¦n desempe?a una funci¨®n importante en la s¨ªntesis de hormonas, la expresi¨®n g¨¦nica, la divisi¨®n y crecimiento celular, y la muerte celular programada o apoptosis de las c¨¦lulas vegetales. Por tanto, la c¨¦lula vegetal no puede responder de forma alocada produciendo cantidades ilimitadas de vitamina C. Ha de mantener una respuesta proporcionada frente a la sobreproducci¨®n de ROS, sin que se afecten sobremanera otras funciones vitales. En nuestro laboratorio hemos comprobado que el pimiento posee cantidades de vitamina C suficientes para satisfacer los requerimientos dietarios recomendados por las organizaciones internacionales al efecto. No obstante, la planta de pimiento tambi¨¦n parece tener una regulaci¨®n muy fina de c¨®mo se debe de encauzar la s¨ªntesis y consumo del ¨¢cido asc¨®rbico y emplearlo para controlar la maduraci¨®n del fruto.
Desde el punto de vista antropol¨®gico podr¨ªamos pensar que las plantas producen la vitamina C para proveer al reino animal, o incluso para hacerlas m¨¢s atractivas para el consumo humano, como ocurre en el caso del pimiento, c¨ªtricos y otras verduras y frutas. Pero lo cierto es que la producen para que ellas mismas funcionen.
Se recomienda por los especialistas una dieta sana y un ejercicio moderado para mantener un buen estado de salud. El ejercicio excesivo y prolongado genera m¨¢s un estado prooxidante y agresivo para nuestras c¨¦lulas que efectos beneficiosos. Con respecto a la dieta se ha visto en los antioxidantes unos agentes m¨¢gicos que pueden prevenir frente a diferentes estados oxidativos e incluso amortiguar ciertas situaciones patol¨®gicas y retrasar el envejecimiento. Esto ha llegado a crear s¨ªndromes de hipertrofia antioxidante nutricional y de hipervitaminosis que, muy al contrario de lo que pudiera parecer, pueden generar desequilibrios nutricionales con las consiguientes disfunciones que ello conlleva. Siguiendo el ejemplo de las plantas, convendr¨ªa investigar de forma m¨¢s profunda las posibles implicaciones que en nuestra fisiolog¨ªa puede tener el excesivo consumo de ciertos compuestos de funciones complejas.
Jos¨¦ Manuel Palma Mart¨ªnez y Luis Alfonso del R¨ªo Legazpi son Investigador Cient¨ªfico y Profesor de Investigaci¨®n, respectivamente, de la Estaci¨®n Experimental del Zaid¨ªn, CSIC, Granada.
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