Ha nacido un autor
Nueve hombres y mujeres entre los 25 y los 68 a?os que acaban de publicar su primer libro. Los reunimos en la biblioteca del Reina Sof¨ªa para charlar sobre sus experiencias como debutantes en un mundo saturado de novedades editoriales.
El d¨ªa que cumpli¨® cien a?os preguntamos a Francisco Ayala qu¨¦ hab¨ªa sentido al publicar su primer libro, cuando ten¨ªa apenas veinte a?os. Le ayud¨® a imprimirlo un dramaturgo de la ¨¦poca, y se le abri¨® enseguida el mundo atrayente y dif¨ªcil de la literatura. Pero no hizo falta que se fuera muy lejos para explicarnos aquella sensaci¨®n del primer libro, porque al tiempo, en ese mismo cumplea?os, el poeta Luis Garc¨ªa Montero le llevaba de regalo la edici¨®n facsimilar de uno de los primeros libros publicados por el joven Ayala, Indagaci¨®n del cinema. Cuando vio ese volumen, que era id¨¦ntico al que hab¨ªa salido en 1929, al autor de Recuerdos y olvidos se le iluminaron los ojos, abri¨® el libro y se puso a olerlo. El veterano escritor se enfrentaba a su propia criatura como un adolescente.
Vanessa: "Yo pensaba que esto de publicar les pasaba a los dem¨¢s. Cuando vi el libro me cog¨ª una llantina"
Pelayo: "El buen editor tiene que ser buen lector; que se quite de la cabeza el p¨²blico y edite lo que le guste"
Llegaron como veteranos, mir¨¢ndose de reojo, y se despidieron como adolescentes, intercambiando direcciones
Hemos reunido a nueve autores de distintas edades, desde los 25 a?os hasta los 68, que este ¨²ltimo a?o han sentido el mismo impulso, abrir el libro, olerlo, que tantos y tantos escritores han experimentado. La poetisa Alejandra Vanessa, de 25 a?os, ven¨ªa de C¨®rdoba con un ejemplar de Colegio de monjas (DVD Poes¨ªa); cuando se lo pedimos para el reportaje, se resisti¨®, y cuando nos lo dej¨®, se excus¨®: "Es que es el primero que abr¨ª". Para todos, descre¨ªdos o entusiastas, la experiencia ha sido extraordinaria; son conscientes, sin embargo, de que esto no significa sino el principio, y alguno como el mexicano Juan Manuel Villalobos (34 a?os), autor de La vida fr¨¢gil de Annette Blanche (Losada), dijo al terminar: "Por publicar un libro no eres ni mejor ni peor".Berta Mars¨¦ (barcelonesa, de 36 a?os, autora de En jaque. Anagrama) present¨® as¨ª su libro: "Son siete relatos. Los empec¨¦ a escribir hace siete a?os, a ra¨ªz de leer a Katherine Mansfield; me deslumbr¨®, y busqu¨¦ sensaciones que causaran lo mismo en los lectores".
Pelayo Cardel¨²s, madrile?o, de 31 a?os, vino con El esqueleto de los guisantes (Caballo de Troya): "La novela narra la vida en una oficina? Es una historia personal, en la que no hay sexo o drogas, y sucede en la oficina porque a veces da la impresi¨®n de que uno es persona tan s¨®lo cuando sale de trabajar? Busco sentido y significados a escenas corrientes que no significan nada, pero en ellas escarbo".
Alejandra Vanessa nos vendi¨® as¨ª Colegio de monjas: "?rase una vez una ni?a que creci¨®? Al lector le parecer¨¢ muy divertido lo que cuenta, pero tiene much¨ªsima tristeza interior; narra como en una peque?a novela la vida de una ni?a que llega a la adolescencia y pasa por todos los sentimientos: nostalgia, humor, dolor".
Villalobos: "Un personaje busca su lugar en el mundo, y en la medida en que se hace adulto se da cuenta de que no llegar¨¢ a ser quien quiso ser en su vida. La rabia que le produce esa frustraci¨®n le lleva a crear una novela? Es la historia de lo que alguien va perdiendo para ser quien finalmente es".
Berta Mars¨¦ ha trabajado en el mundo editorial; por sus manos han pasado materiales literarios para el cine, y la literatura le agarr¨® m¨¢s fuerte cuando gan¨® (con La tortuga, que est¨¢ en este primer libro suyo) el premio de cuentos Gabriel Aresti, en Bilbao. Le mand¨® el libro a Jorge Herralde. "Anagrama es como estar en casa, imagin¨¦ que a Herralde le iba a gustar. As¨ª fue".
Cuando el libro estuvo en sus manos sinti¨® "tranquilidad". "Es como cuando tienes un hijo, el pediatra te lo presenta, 'mire, est¨¢ sano', compruebas que lo est¨¢, y a otra cosa".
Pelayo pas¨® m¨¢s nervios. Trabajaba, como ahora, por libre en una agencia de publicidad, escribi¨® "con mucha incertidumbre". "Cuando lo estaba acabando le¨ª unas declaraciones de Constantino B¨¦rtolo [director de Caballo de Troya, de nuevos autores], me gust¨® lo que dec¨ªa, y le mand¨¦ la novela". B¨¦rtolo dec¨ªa, recuerda Pelayo: "Busco a ese autor que ahora est¨¢ encerrado en su cuarto, trabajando en algo nuevo". Pens¨® que se dirig¨ªa "directamente" a ¨¦l.
Villalobos escribi¨® la novela a partir de la rabia de una situaci¨®n personal, se puso a escribir, hall¨® respuestas positivas de algunos lectores, hasta que lleg¨® a Losada; primero lo ley¨® Carlos Ortega, el anterior director de Losada, y fue finalmente Pilar V¨¢zquez, la actual, quien se la public¨®? Un a?o m¨¢s tarde su libro est¨¢ en la calle. No le sugirieron cambios, s¨®lo que "afinara detalles".
Vanessa escribi¨® tambi¨¦n a ra¨ªz de una frustraci¨®n, tambi¨¦n amorosa; escribi¨® "como 15 poemillas", la animaron a presentarse a un concurso, y finalmente una amiga suya, Elena Medel, que a sus 20 a?os es ya poeta veterana, le aconsej¨® que lo publicara. "Yo pensaba que esto de publicar le pasaba a los dem¨¢s, as¨ª que cuando me lleg¨® el libro me cog¨ª una fuerte llantina".
Mientras hablamos con cada uno de estos primeros autores, otros que van llegando posan para las fotograf¨ªas. Berta se tiene que ir a una entrevista de televisi¨®n, su libro va marchando, y ella, que es hija de un gran autor, Juan Mars¨¦, sabe muy bien qu¨¦ le espera en el universo en el que se adentra. "?Envidias? No veo m¨¢s o menos que en cualquier otro mundo. Y, dentro de lo que cabe, todo lo que me he encontrado es muy agradable. A¨²n no cuento palos". Su experiencia le aconseja ser prudente con los halagos y con los denuestos: "Hay que estar preparado para todo; si te encierras a escribir, ser¨¢s t¨² misma; si te fijas en lo que te dicen, eres producto de los otros?".
"Yo no me siento dentro del mundo literario", dice Villalobos, "no me siento adscrito a un grupo; no me gusta mucho el mundo social de la literatura?". A Pelayo Cardel¨²s el mundo de los autores le parece "muy variado, es tan peligroso unificar. Yo lo asocio con el trabajo solitario, lo dem¨¢s es marketing. "Y a veces ni eso: sin un folio bien escrito no hay nada que hacer", apunta Berta Mars¨¦. Para Vanessa, "el mundo literario" es a¨²n "un bar de C¨®rdoba, donde nos juntamos diez para tomar copas y leernos unos poemas?".
Hablamos de padres literarios. Berta Mars¨¦ desgrana unos nombres, relacionados con su gran pasi¨®n, el cuento americano: Carver, Capote, Cheever, Dorothy Parker, Sallinger? "Y Carson McCullers, ?no dejes de poner McCullers!". Villalobos es m¨¢s esc¨¦ptico: "No me gustan las listas? A uno lo marcan los policiales, los instantes, los viajes; pero si tuviera que poner a un autor por delante, pondr¨ªa a Albert Camus? Mi manera de pensar se ha hecho mucho a partir de su mundo". ?Y el padre de Pelayo? "Ninguno. He aprendido mucho de los cl¨¢sicos; cuando leo a los grandes, como Jenofonte, me doy cuenta que sigue siendo moderno hoy lo que escribieron hace dos mil a?os".
De la sesi¨®n fotogr¨¢fica vienen otros autores. Inma Chac¨®n (La princesa india. Alfaguara) tiene 51 a?os. "Mi caso es tan raro. Yo era profesora de documentaci¨®n. Muri¨® mi hermana Dulce [su gemela, autora tambi¨¦n], y me pongo a escribir el libro que me hab¨ªa contado? Surge como deuda, con la urgencia con la que se cumple una promesa, y cuando puse el punto final me invadi¨® una sensaci¨®n de triunfo sobre la muerte; la muerte no le hab¨ªa dejado terminar a Dulce".
Irene Zoe Alameda, 31 a?os, autora de Sue?os itinerantes (Seix Barral), escribi¨® su novela entre 1998 y 2003. "La ten¨ªa ideada, pero no ten¨ªa la voz". No sab¨ªa qu¨¦ hacer con ella, "as¨ª que la mand¨¦ a un montonazo de premios y a un buen n¨²mero de escritores". La recibi¨® Juan Jos¨¦ Mill¨¢s. "Creo que la cogi¨® por educaci¨®n, pero a los cinco d¨ªas de hab¨¦rsela dado me llam¨® para decirme que ?le hab¨ªa sobrecogido! Y me recomend¨® que se le mandara a su agente. ?sta [Mercedes Casanovas] la hizo desfilar. Seix Barral confi¨® en ella".
Alberto ?vila Salazar (31 a?os) viene desde su trabajo como procurador de los tribunales? Su novela Todo lo que se ve mereci¨® el Premio Arte Joven de la Comunidad de Madrid, y ha sido publicada por Lengua de Trapo: "Es una novela de fragmentos, y la publicitan como experimental, por eso me sorprendi¨® que la publicaran?". Ha escrito poes¨ªa, que es su g¨¦nero, y advierte que no conoc¨ªa "a nadie" en el jurado que le premi¨®.
El caso de ?ngeles Vald¨¦s-Bango, asturiana, 68 a?os, autora de Los a?os de aprendizaje de Mar¨ªa V., es especial. "Soy abogada. He escrito poes¨ªa, la regalaba a los amigos. Un d¨ªa me romp¨ª un brazo, y durante la convalecencia me di cuenta de que ten¨ªa una novela. Cuando la termin¨¦ pens¨¦ que no merec¨ªa la pena seguir imprimiendo folios a ciclostil para los amigos, as¨ª que decid¨ª enviarla a alguna editorial. Escribir ha sido y es para m¨ª una manera de vivir. Me divert¨ª mucho escribi¨¦ndola, ?pero publicarla ha sido un jolgorio!".
Pablo S¨¢nchez (Caja negra, ¨²ltimo Premio Lengua de Trapo) tiene 35 a?os; viene de Barcelona, y da clases (ahora est¨¢ excedente, escribiendo) en la Universidad mexicana de Puebla. Escribi¨® "con el dinero ahorrado del desempleo. Prefer¨ªa que fuera de una editorial peque?a, ajena a los grandes grupos", que en su libro sufren su fustigaci¨®n. Otra raz¨®n tuvo para mandar el libro a Lengua de Trapo: "Se pod¨ªa enviar por Internet, y eso, viviendo en M¨¦xico, era una gran ventaja". "Pero ten¨ªa tan poca convicci¨®n", cuenta Pablo, "que puse mal mis datos, y cuando me dieron el premio me estuvieron buscando en Google, ?imag¨ªnate cu¨¢ntos pablos s¨¢nchez debe haber en Internet!".
Todos se han enfrentado por primera vez con una figura nueva en sus vidas, que alguna vez fue m¨ªtica, el editor. Villalobos cree que se mitifica al autor y que el editor ahora "trabaja poco", y ha de hacerlo, "porque de ¨¦l depende que los libros que le llegan sean mejores". Irene: "Depende del tipo de texto; el editor no tiene por qu¨¦ intervenir siempre". Pelayo: "Tiene que ser un muy buen lector: que se quite de la cabeza al p¨²blico y que publique los libros que le gustan". Irene: "El buen editor crea p¨²blico. Algunos se arriesgan con apuestas a largo plazo?". Inma no cree que con una sola novela tenga capacidad de decir c¨®mo son los editores. Pablo S¨¢nchez, que abre su libro a la cr¨ªtica de los grupos editoriales: "Que sepa equilibrar, que no sea descaradamente mercantilista, que no piense en el beneficio inmediato, y editores as¨ª no abundan". ?vila: "Depende. Hay algunos que arriesgan m¨¢s, son los menos, pero sigue habi¨¦ndolos". ?ngeles: "?Y a qu¨¦ llamas arriesgar?". "A publicar sin p¨²blico prefijado". "?Editar sin p¨²blico? Eso es imposible. Ya el editor es el primer lector, y muy cualificado". "Pero no tiene que pensar que el suyo va a ser un negocio impresionante. Basta que sea una industria impresionante".
Tercia Vanessa, con su experiencia po¨¦tica: "Escribo porque me gusta. Y publicar poes¨ªa es lo m¨¢s dif¨ªcil del mundo: los editores se mojan menos? No, no me quejo; mi editor [Sergio Gaspar] no me puso pegas, lo ¨²nico que me ha dicho es que tenga paciencia, que los libros de poes¨ªa van muy poco a poco", como le dec¨ªa, precisamente, Federico Garc¨ªa Lorca a Miguel Hern¨¢ndez?
Pablo S¨¢nchez ha escrito su novela "con un cierto sentido tragic¨®mico, porque trata de lo dif¨ªcil que es ser original, sobre el poder¨ªo del mercado, sobre las facetas enigm¨¢ticas, misteriosas, del proceso creativo?". ?ngeles da "una visi¨®n personal de la Espa?a del siglo XX a trav¨¦s de las historias amorosas de la protagonista; es, tambi¨¦n, una visi¨®n de la transformaci¨®n de la mujer en este pa¨ªs". Irene escribe "sobre c¨®mo se puede uno liberar del narrador en una novela: es el lector el que se narra la novela, en la que el protagonista, Teo, un mec¨¢nico de vuelo, se instala en Bruselas, e investiga el significado de sus sue?os?". ?vila ha escrito "una historia hecha de historias? De un hombre que es testigo de c¨®mo su esposa se va convirtiendo en Dios? Est¨¢ hecha de flases, es como un zapping". Inma Chac¨®n: "He escrito una novela sobre c¨®mo se sentir¨ªa una mujer que es entregada a uno de los capitanes de Hern¨¢n Cort¨¦s, que la lleva por todo su periplo hasta la capital del Imperio? Es, tambi¨¦n, un homenaje a Extremadura, mi tierra?".
?Y c¨®mo ven este mundo literario al que acceden? "Muy complicado, todo es muy ef¨ªmero", es lo que dice Pablo S¨¢nchez. "La competencia es terrible. Dentro de cinco a?os", dice, "nadie se acordar¨¢ de este libro, acaso de ninguno". Inma usa el mismo adjetivo, "competitivo", y cree que hay muchos autores "algo consagrados, que a s¨ª mismo se dan mucho lustre para que no brillen los que vengan". "El mundo de la poes¨ªa", piensa Vanessa, "es distinto; es complicado entrar, pero una vez dentro te encuentras con un trato honesto, aunque tambi¨¦n hay quienes te intentan pisar?".
?ngeles: "No se preocupen; este mundo es igual de competitivo que cualquiera"; eso mismo es lo que piensa Pelayo Cardel¨²s: "Lo ¨²nico que tienes que hacer es abstraerte, pensar que s¨®lo compites contigo mismo". Manuel Vicent dice que, de noche, "las estanter¨ªas se llenan de sangre, los libros se acuchillan unos a otros", y algo parecido cree Villalobos: "Compiten los libros, no compites t¨², t¨² escribes bien o mal". "Yo siento ante este mundo una total tranquilidad", dice Irene, "el escritor s¨®lo escribe y lee".
?Y qu¨¦ es lo peor de este mundo al que amanecen? Irene: "Las manipulaciones de los premios literarios". Pelayo: "Los intermediarios, que se trate al libro como cualquier producto de mercado". ?ngeles: "Es un mundo en el que hace un fr¨ªo terrible". Villalobos: "El dinero, los grandes premios; los agentes son un mal necesario; que el libro sea un objeto". Berta Mars¨¦: "Yo me siento c¨®moda, no es ni mejor ni peor que otros mundos". Vanessa: "Lo peor es que la mayor¨ªa de los escritores se olvida de por qu¨¦ empezaron a escribir, y dejan de disfrutar de la lectura?". Pablo: "Que el libro sea una mercanc¨ªa", que es tambi¨¦n lo que piensa ?vila: "Tanto tienes tanto vales. Frente a ello, mi convicci¨®n: escribo s¨®lo lo que quiero leer". La discusi¨®n les lleva a algunas convicciones. Villalobos ve a muchos escritores "convertidos en relaciones p¨²blicas"; Irene los ve "convertidos en marcas"? ?vila se sienta a escribir con la presi¨®n de muchos padres, entre los que cita a Borges, a Bioy, a ?ngel Crespo, a Kafka, a Claudio Rodr¨ªguez. A¨²n con esa multitud detr¨¢s escribe "s¨®lo porque no lo tengo muy claro; si lo tuviera todo claro no escribir¨ªa".
Lo maravilloso de escribir, dice Irene, "es que me quita mi propio peso de encima". "A veces me basta hablar con los amigos, no es tan necesario escribir; ahora bien, si yo no escribiera me gastar¨ªa la pasta en psicoanalistas", afirma Vanessa. A ella le cambi¨® Las afueras, un libro de poemas de Pablo Garc¨ªa Casado; ?ngeles ha le¨ªdo much¨ªsimo, "pero cuando escribo soy yo misma, no dejo que se siente nadie conmigo; si leo no escribo. Imag¨ªnate que tengo conmigo a Shakespeare, a Kafka, a Borges? ?No escribo!".
Para escribir, Pablo siente detr¨¢s "la insatisfacci¨®n con respecto a todo", y detr¨¢s nota a los narradores latinoamericanos, "desde Borges a Onetti, pasando por S¨¢bato, Cort¨¢zar?". Ahora relee El astillero, de Onetti, "deprimente, trist¨ªsimo, extraordinario". Vanessa lee Ara?a, de Ana Gorr¨ªa, "amiga, ?pero muy buena!, describe un cierto mundo oscuro. Cuando acabo de leerla me domina una sensaci¨®n triste". Irene recuerda lo que dice Eduardo Mendoza: "Si tuviera que elegir un libro para leer en una isla desierta, preferir¨ªa morir en el naufragio", y elige ella misma un libro del propio Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta, "un puzzle que ense?a mucho", o Concierto barroco, de Alejo Carpentier, "porque en esta novela se alcanza la sensaci¨®n del paso del tiempo como algo f¨ªsico?". Villalobos: "R¨¢fagas bell¨ªsimas de El peso del mundo, de Peter Handke". ?vila: "El bosque transparente, de ?ngel Crespo". Cardel¨²s: "Madame Bovary, de Flaubert, sabidur¨ªa sobre el g¨¦nero humano. Y An¨¢basis, de Jenofonte?". Nombres de Inma Chac¨®n: "F¨¦lix Grande, C¨¦sar Vallejo, Rilke, y la ¨²ltima de Saramago, Las intermitencias de la muerte".
Llegaron como los autores veteranos, mir¨¢ndose de reojo, y acabaron todos como adolescentes, intercambi¨¢ndose direcciones y gui?os, e intercambiando tambi¨¦n ideas sobre los libros que est¨¢n detr¨¢s de los primeros libros. Cuando se despidieron fueron desgranando t¨ªtulos y proyectos. Detr¨¢s dejaron la sensaci¨®n de que no est¨¢n en el mejor de los mundos, pero que ya est¨¢n en un mundo que consideran propio.
?vila dijo que ¨¦l escribe lo que quisiera leer. Los dem¨¢s le siguieron. Cuando alguien les record¨® que algo parecido dijo Juan Rulfo para explicar por qu¨¦ escribi¨® Pedro P¨¢ramo, Irene Zoe exclam¨®: "Pues yo tambi¨¦n lo dije al escribir mi libro". Y alguno entre ellos apunt¨®: "Es que en cierto modo Rulfo somos todos". Berta Mars¨¦ hab¨ªa dicho: "Escribo lo que me gustar¨ªa leer". Y todos estos autores de su primer libro parecen haber experimentado el mismo s¨ªndrome que puso a Rulfo ante la p¨¢gina en blanco: la necesidad de tener un libro como el suyo en su propia biblioteca.
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