El reto de la maternidad
Juntamos a mujeres de distintas generaciones para hablar de lo que significa ser madre. Econom¨ªa y conciliaci¨®n de la vida laboral y familiar se destaparon como los grandes problemas a solucionar.
"?Es aqu¨ª! ?Qu¨¦ sorpresa!". A Cristina Contreras se le ilumina el rostro cuando el taxi estaciona en el n¨²mero 14 de la calle de Tribulete, en el madrile?o barrio de Lavapi¨¦s. Cuenta que hace a?os se hac¨ªan representaciones teatrales en la plaza de la Corrala y los actores ven¨ªan a cambiarse a esta iglesia de las Escuelas P¨ªas, de cuyas ruinas emergen hoy las estructuras vanguardistas del arquitecto Jos¨¦ Ignacio Linazasoro que albergan esta sede de la UNED. "Con 28 a?os ya ten¨ªa tres hijas; luego enferm¨® mi marido y el teatro siempre ha sido mi escape. Me encanta la rehabilitaci¨®n porque mezcla lo antiguo con lo moderno, como nosotras que somos madres y trabajadoras", recalca esta gerente de una tienda de decoraci¨®n, ya jubilada, mientras sube al caf¨¦ de la azotea, escenario de nuestra tertulia.
"El trabajo no es enemigo de la maternidad. Gracias al control de la natalidad, la maternidad no tiene por qu¨¦ interrumpir la vida laboral" (Lourdes Fuentes)
"El empresario, no digo que sea en todos los casos, cree que la maternidad implica una p¨¦rdida de rendimiento laboral y te quitan funciones" (Ana Ferrer)
"Las medidas de conciliaci¨®n tambi¨¦n son para el hombre. Ah¨ª est¨¢ la verdadera igualdad en el reparto de las cargas familiares" (Andr¨¦s Fern¨¢ndez)
"Si cumples lo planificado para el d¨ªa, ?para qu¨¦ estar m¨¢s horas en la oficina? Es mejor pensar en jornadas por objetivos que por horario" (Gloria Ll¨¢tser)
Cristina tiene 60 a?os. Ella es una de las siete madres, con edades comprendidas entre los 25 a 75 a?os, convocadas para hablar de maternidad. Carmen Castro, de 28 a?os y la m¨¢s joven del grupo, hace tiempo que no recuerda una tarde libre. Esta bibliotec¨®noma sorprende a Cristina, hoy abuela apagafuegos, con su historia. Fue madre adolescente con 17 a?os, tiene gemelos de su matrimonio y su pareja aporta, adem¨¢s, otros gemelos de una relaci¨®n anterior. Ella piensa que es cuesti¨®n de saber priorizar. "Al final viene Rosa Reg¨¢s, ?no?", pregunta. En efecto, la escritora y directora de la Biblioteca Nacional, de 73 a?os, divorciada, con cinco hijos y la decana de las tertulianas, acude a la cita unos minutos despu¨¦s de Lourdes Fuentes, de 51 a?os y madre de cuatro hijos. Lourdes es presidenta de la compa?¨ªa de asesoramiento inmobiliario Roan y Empresaria del A?o 2005, seg¨²n la Asociaci¨®n Madrile?a de Mujeres Empresarias. Angelines Correa, de 53 a?os y madre de dos hijos de 29 y 24 a?os, ha echado el cierre a la tintorer¨ªa donde trabaja para sumarse a la tertulia. Ana Ferrer, de 31 a?os y coordinadora de programa en una ONG dedicada a la infancia, ha dejado a su beb¨¦ de ocho meses para contarnos las dificultades de conciliaci¨®n a escala empresarial. Una experiencia nada desconocida para Chus ?lvares, de 46 a?os y con un hijo de ocho a?os, que tuvo una maternidad tard¨ªa ralentizada por la inseguridad laboral.
Compartiendo mesa con el caf¨¦, un pu?ado de estad¨ªsticas ali?an el debate. Espa?a es el tercer pa¨ªs de la Uni¨®n Europea con menor proporci¨®n de mujeres que trabajan. El INE nos dibuja como las progenitoras con m¨¢s edad de Europa: 29,1 a?os de media (las madres de m¨¢s de 30 a?os han pasado del 36% al 61% en apenas una d¨¦cada) y somos el octavo pa¨ªs por la cola en materia de desigualdad entre sexos, seg¨²n el Foro Econ¨®mico Mundial. Las cifras del Instituto de la Mujer no son m¨¢s alentadoras: el 43% de las madres primerizas abandona su trabajo; el 42% de las empresas cree que la familia limita el rendimiento femenino, y el 55 % de las trabajadoras ve dif¨ªcil conciliar el trabajo con la maternidad.
Empleo e hijos. Los datos hacen saltar a Lourdes Fuentes, que tiene a su cargo una plantilla con el 70% de mujeres. "Est¨¢ claro que la gran diferencia entre ser madre hoy y hace 30 a?os es la incorporaci¨®n de la mujer al trabajo, pero se nos tiene que meter en la cabeza que el empleo no compite con la maternidad". Rosa Reg¨¢s, oculta tras unas gafas azules, asiente. Para ella trabajar fue el resultado de una lucha silenciosa. "S¨®lo para matricularme en la universidad me tuve que casar. Empec¨¦ haciendo fichas de diccionario y segu¨ª teniendo hijos, cinco en total, y nunca renunci¨¦ al trabajo". Las decanas del grupo recuerdan c¨®mo antes la mujer que trabajaba estaba socialmente estigmatizada. "Se pensaba que descuidaba a los ni?os y estaba mal visto porque denotaba penuria econ¨®mica", dicen. Angelines hace un apunte.
"Dejar de trabajar para cuidar a tus hijos no es negativo. Yo lo hice con 22 a?os porque mi marido ganaba lo suficiente, y luego me reincorpor¨¦ al mundo laboral. Y no me siento cl¨¢sica. Fue un peque?o lujo hoy inalcanzable para muchas j¨®venes madres". Su mirada es c¨®mplice con la de Cristina, la m¨¢s t¨ªmida del grupo. Esta madrile?a dej¨® su trabajo para criar durante nueve a?os a sus tres hijas. "Ahora, con tres nietos, veo las dificultades de mis hijas. El ¨¦xito en la vida familiar tambi¨¦n es una conquista", reclama.
17.00. Domingo. ?En cu¨¢ntos hogares espa?oles las madres trabajadoras acaban de recoger la cocina? Seg¨²n datos del Instituto de la Mujer, tres de cada diez personas considera que la mujer debe reducir su horario para ocuparse, con m¨¢s intensidad que el hombre, de la familia. Vuelta al debate de la calle de Tribulete. Rosa Reg¨¢s es rotunda. "Yo no dej¨¦ de trabajar porque creo que no existe la libertad sin independencia econ¨®mica, que s¨®lo se consigue con el trabajo, un derecho que est¨¢ en la Constituci¨®n", sentencia. A Lourdes le parece muy encomiable que una madre sea ama de casa, siempre que "no nos hagan sentir culpables o malas madres al resto. Antes era dif¨ªcil estudiar, los anticonceptivos eran clandestinos, primaba la carrera laboral del marido? Yo le recuerdo la historia a mi hija. Para m¨ª ser¨ªa una desgracia que decidiera vivir de su marido". "?Qu¨¦ exageraci¨®n!", masculla Angelines.
En la corrala, frente a nuestro caf¨¦, una mujer cubierta con un velo tiende mientras tres ni?os juegan con las pinzas. Los hijos de mujeres como ella, de origen inmigrante, han levantado la tasa de fecundidad en Espa?a. "Las residentes extranjeras han permitido que la tasa general de reproducci¨®n, que lleg¨® a ser de 1,1 hijos por mujer, se haya elevado a 1,3; todav¨ªa por debajo de la media de la Uni¨®n Europea. La fecundidad apenas se recupera entre las espa?olas", recoge la dem¨®grafa Margarita Delgado, del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas. A su vez, las madres inmigrantes empiezan a demandar informaci¨®n sexual y medidas de control de natalidad. Son datos de la Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona.
Angelines cree que el retraso en la edad elegida para la maternidad tiene que ver sobre todo con la carest¨ªa de la vivienda, con el retraso de la emancipaci¨®n (casi el 40% de los j¨®venes, de entre 25 y 35 a?os, vive en el hogar paterno, como es el caso de su hija) y con las condiciones del mercado laboral: precariedad y discriminaci¨®n "que obliga a pens¨¢rselo dos veces cuando una mujer alcanza cierta estabilidad laboral".
Sin interrupciones. Lourdes cree que la afirmaci¨®n no est¨¢ del todo fundamentada. "El trabajo no es enemigo de la natalidad. Es l¨®gico que una mujer prepare o programe su maternidad, seg¨²n su momento profesional. Gracias al control de la natalidad, la maternidad no tiene por qu¨¦ interrumpir la vida laboral. Rosa coincide con la directiva: "Me parece de quitarse el sombrero que las mujeres tengan hijos m¨¢s tarde porque quieren". El discurso no convence ni a Angelines, que lo tacha de te¨®rico, ni a Cristina, que tuerce el rictus. Chus mantiene en silencio su caso. Ella tuvo que esperar a tener estabilidad laboral para ser madre porque ten¨ªa claro los costes de una buena educaci¨®n. Para ella la situaci¨®n econ¨®mica es clave en el retraso de la maternidad, porque ahora se ejerce de forma m¨¢s consciente.
Comprensi¨®n empresarial. El caf¨¦ se sirve de nuevo. Ana toma la palabra. "?C¨®mo no se va a retrasar la edad de tener hijos si con s¨®lo terminar unos estudios universitarios te plantas como m¨ªnimo con 23 a?os? Luego est¨¢ el contrato laboral estable, y, por ¨²ltimo, es un hecho que se penaliza tanto a la mujer embarazada como a la que se acoge a una reducci¨®n de jornada". Lourdes, que se siente aludida como empresaria, interrumpe sin ¨¦xito el discurso de Ana.
"El empresario, y no digo que sea tu caso, cree que implica una p¨¦rdida de rendimiento laboral y te quitan funciones. Estas situaciones hacen que las mujeres se piensen la maternidad dos veces", detalla Ana. El testimonio crispa a la escritora. "?Por qu¨¦ no se lucha?", dice Rosa con fuerza. "?C¨®mo eval¨²a la empresa que una embarazada rinde menos? (Ana, de fondo, encoge los hombros). Hay que protestar m¨¢s, porque a lo mejor tres jueces te dicen que no, pero ?diez? El otro d¨ªa le¨ª una pancarta que dec¨ªa 'En Francia, revoluci¨®n, y en Espa?a, botell¨®n'. Es cierto. No luchamos. Si existe esa discriminaci¨®n y la ley nos ampara, hay que pelear".
Se hace un silencio. Ana no lo ve tan sencillo. "Hay embarazadas que no quieren un estr¨¦s a?adido", espeta guard¨¢ndose para s¨ª el resto de la respuesta. Lourdes tiene claro que la situaci¨®n cambiar¨¢ cuando m¨¢s mujeres ocupen puestos directivos. "?Una jefa puede ser tu peor enemiga!", increpa otra.
La voz serena de Carmen apunta en un descanso que la lucha de Rosa y de Lourdes ya no es la suya. "Pertenecen a otra generaci¨®n en la que se les impon¨ªa ser madres, y ellas tuvieron que pelear en un mundo de hombres para trabajar. La guerra de mi generaci¨®n est¨¢ en compatibilizar la maternidad, que es hoy una opci¨®n libre con la vida laboral. Nuestras madres estiraban el dinero y nosotras, el dinero y el tiempo".
?La conciliaci¨®n es posible? ?Se puede entonces conciliar la vida laboral y la familiar? El abanico de respuestas est¨¢ servido. Lourdes y Rosa creen que s¨ª; el resto deja escapar un "con suerte". La clave para Carmen es saber priorizar. Cristina puntualiza: "Mis hijas lo consiguen porque contratan cuidadoras y me tienen a m¨ª, que soy una abuela siempre al quite. Pero no es lo habitual. Dos de ellas lo tienen m¨¢s f¨¢cil porque son funcionarias".
El testimonio de Cristina plantea varios interrogantes: ?se debe implicar la empresa privada tanto como la p¨²blica en la implantaci¨®n de medidas como el Plan Concilia? ?Qu¨¦ pasa con las mujeres aut¨®nomas?
Lourdes da la bienvenida a todas las medidas de conciliaci¨®n y retoma la idea de priorizar. "Como almuerzo fuera de casa, todas las cenas las hago con mis cuatro hijos y su padre, pase lo que pase.
Carmen cuenta que priorizar para ella es hacer malabarismos con dos sueldos peque?os en una casa de 70 metros cuadrados donde viven sus tres hijos y las gemelas de su marido en fines de semana alternos. "Mi prioridad es tener carne a fin de mes", se?ala la joven. "Tambi¨¦n he tenido que tomar la decisi¨®n de cambiar de trabajo para conseguir otro con un horario m¨¢s flexible para cuidar a mis hijos".
Cambiar de mentalidad. "Mantengo que hay que ser luchadora", aclara la escritora. "Pero hay colectivos, como las familias monoparentales, que necesitar¨ªan una mayor implicaci¨®n de la Administraci¨®n; s¨®lo tenemos que mirar a los pa¨ªses n¨®rdicos". Carmen dice que hay que luchar, pero tambi¨¦n para cambiar nuestra propia mentalidad, porque asumimos demasiados roles en la familia. "No solamente ellos; las dos partes de la pareja deben ceder", explica Carmen.
La catedr¨¢tica de Sociolog¨ªa de la Universidad Carlos III Constanza Toribio no lo duda. "Incorporadas masivamente al mercado laboral, las trabajadoras no pueden seguir llevando el peso dom¨¦stico". Est¨¢ claro: la conciliaci¨®n no entiende de g¨¦neros. A todas les parece significativo que la mayor parte de las medidas de conciliaci¨®n (excedencia, reducci¨®n de jornada, permiso de maternidad?) sean disfrutadas por las mujeres, seg¨²n datos del Instituto de la Mujer. Expertos como Andr¨¦s Fern¨¢ndez, director de M¨¢s Vida Red, una empresa dedicada a proveer servicios de conciliaci¨®n a otras para mejorar el clima laboral y el rendimiento laboral, coinciden. "Las medidas de conciliaci¨®n tambi¨¦n son para el hombre. Ah¨ª est¨¢ la verdadera igualdad en el reparto de cargas familiares".
Rosa arranca una sonrisa a las tertulianas cuando detalla su "nefasta experiencia" compartiendo con su ex marido la log¨ªstica del hogar. "Aunque es cierto que, desde los que ayudan hasta los que colaboran, el hombre ha descubierto el placer de ser padre. Pero la log¨ªstica la seguimos llevando nosotras". Ana Ferrer lo ve claro. "Para poder ser madres felices y realizarnos laboralmente hay que cambiar nuestra mentalidad, la de nuestras parejas y sobre todo la cultura empresarial".
Todas convergen: horarios m¨¢s flexibles, donde se mida la productividad por objetivos y no por tiempo, se permita el teletrabajo, que haya guarder¨ªas en los propios centros, guarder¨ªas p¨²blicas de barrio, escuela p¨²blica de calidad. Madres como Chus creen que esas medidas fomentar¨ªan la natalidad. Cristina habla por experiencia propia. "Antes las familias crec¨ªan sumadas y eran esas redes familiares de abuelas, madres e hijas las que te hac¨ªan salir adelante, y se ve¨ªa la maternidad de otra manera. Ahora, no todo el mundo vive en la misma ciudad que sus padres", asiente Cristina. Ana y Carmen, que tienen a sus madres lejos, lo secundan. "Por eso se necesitan ayudas de la Administraci¨®n y de la empresa privada". Sus conclusiones coinciden con las de la soci¨®loga Constanza Toribio. "No es coincidencia que los pa¨ªses n¨®rdicos con una tasa de empleo femenino m¨¢s alta que la espa?ola tengan m¨¢s hijos. All¨ª hay m¨¢s prestaciones, y en la organizaci¨®n social se ha llegado a un punto en que empleo y familia dejan de ser mundos contradictorios". Algunos datos: Finlandia dispone de una baja de maternidad de cuatro meses, tres semanas de paternidad y nueve meses de baja para los progenitores. Sin embargo, como aporta la diputada del PSC Lourdes Mu?oz Santamar¨ªa en su blog, "Las finlandesas tienen un a?o y un mes de baja, que alargan hasta los tres a?os, lo que les dificulta su posterior reinserci¨®n laboral".
El reto educativo. Otro dato del Informe de Conciliaci¨®n 2005 del Instituto de la Mujer: un 63,9% de los hombres y el 56,8% de las mujeres creen que la dificultad de conciliar deteriora la educaci¨®n del menor. Un problema que ya plante¨® la diputada popular Carmen Quintanilla, y fue el germen de la creaci¨®n en el Congreso de la Subcomisi¨®n para la Adecuaci¨®n de Horarios. "Vivimos sin poder educar a nuestros hijos por falta de tiempo y de vida personal", plante¨® Quintanilla.
El tema toca la fibra sensible del grupo. ?Qu¨¦ hacer si el horario vital espa?ol est¨¢ marcado por una jornada laboral en un 44,7% de los casos m¨¢s larga de lo acordado, seg¨²n el CIS? Angelines cree que las jornadas interminables interfieren en la educaci¨®n de los hijos. Lourdes piensa que no es la cantidad sino la calidad de tiempo que pasas con ellos; por eso le encantan que le digan "mam¨¢, eres una pesada", y Rosa nunca ha tenido la sensaci¨®n de "haber abandonado o malcriado a mis hijos por meterles en una guarder¨ªa. Hay que educarles tambi¨¦n en la independencia desde el di¨¢logo", dice.
Con puntos de vista dispares, educar a los hijos en los valores de igualdad es el reto para todas. Las ideas saltan sobre la mesa. No ser las primeras machistas, no sobreproteger, no mimar, darles informaci¨®n sobre los temas cl¨¢sicamente tab¨²: drogas y sexo? "Corremos el riesgo de dar a luz a una generaci¨®n de no luchadoras. Yo prefiero que mi hija tenga que currarse las cosas, que suba los escalones de uno en uno, para que valore los esfuerzos que hemos hecho las generaciones anteriores", sentencia Lourdes.
Son las seis de la tarde. Se cierran las dos horas de tertulia en la calle de Tribulete. Compromisos laborales, una canguro a punto de irse, un fin de semana en ciernes y un marido un poco harto de llevar toda la tarde cuidando a los ni?os son algunas de las causas. Rosa, Lourdes, Ana, Angelines, Chus, Carmen y Cristina abandonan el edificio de las Escuelas P¨ªas. No as¨ª el debate. Si la empresa de Lourdes sigue en la l¨ªnea de garantizar la conciliaci¨®n laboral y familiar, posiblemente consiga el certificado de "Empresa Familiarmente Responsable", por el que Eva Holgado, abogada de 37 a?os y madre de cuatro hijas, lucha desde la presidencia de la Federaci¨®n Espa?ola de Familias Numerosas en colaboraci¨®n con la Administraci¨®n. "Hay que estimular con incentivos fiscales a las empresas para que les sea rentable conciliar. Si el trabajo no permite la maternidad, se destruye la familia, que es el motor de la econom¨ªa".
Una lucha a la que se suma desde otro ¨¢mbito la Comisi¨®n Nacional de Horarios, con Ignacio Buqueras al frente, donde se estudia que las jornadas se adapten al modelo europeo y se estudien por sectores los horarios para poder conciliarlos. "El empresario cree que queremos reducir la jornada, pero no se trata de eso, sino de racionalizarla".
Jornadas por objetivos. Hay empresas que gestionan la implantaci¨®n de medidas de conciliaci¨®n tanto en el ¨¢mbito p¨²blico (actuando a la par que el Plan Concilia) como en el privado. Es el caso de Optimiza, en la brecha de la conciliaci¨®n desde hace una d¨¦cada. Gloria Ll¨¤tser lo detalla. "Vamos m¨¢s all¨¢ de permisos de maternidad y reducciones de jornada, implantamos modelos de gesti¨®n mejorando la productividad y la conciliaci¨®n. Hablamos de horarios flexibles de entrada y salida, de jornadas que exijan la ma?ana en la oficina y permita terminar el trabajo por la tarde en casa? Su secreto: implantar jornadas por objetivos frente a las eternas jornadas laborales espa?olas. Si cumples lo planificado para el d¨ªa, ?para qu¨¦ estar m¨¢s horas en la oficina?, se pregunta Gloria, que tambi¨¦n tiene dos hijos.
Medidas que har¨ªan que Cristina no sufriera cuando sus hijas no llegan a recoger a sus nietas, que garantizaran las jornadas flexibles de Angelines o de Carmen sin que ¨¦stas compitan con la promoci¨®n laboral, medidas que evitar¨ªan que Ana contara casos de discriminaci¨®n por acogerse a una reducci¨®n de jornada. Esta joven treinta?era no vacila. "Si se quitan trabas, la maternidad se convierte en la opci¨®n vital planificada y consciente a la que nuestra generaci¨®n aspira".
Nuestras tertulianas
Rosa Reg¨¢s. 73 a?os. Escritora y directora de la Biblioteca Nacional. Divorciada y madre de cinco hijos.
Cristina Contreras. 60 a?os. Secretaria ejecutiva jubilada. Casada y madre de tres hijas. Hace de abuela apagafuegos con sus tres nietos.
Angelines Correa. 53 a?os. Empleada de tintorer¨ªa. Madre de dos hijos de 24 y 29 a?os. La peque?a vive en casa. Dej¨® de trabajar para cuidarles. Su prioridad es la familia.
Lourdes Fuentes. 51 a?os. Licenciada en Psicolog¨ªa. Directora de la compa?¨ªa de asesoramiento inmobiliario Roam y premio Mujer Empresaria 2005. Casada y madre de cuatro hijos.
Chus ?lvares. 46 a?os. Secretaria de una empresa dedicada a la organizaci¨®n de eventos. Madre de un hijo de ocho a?os. Retras¨® la maternidad hasta que consigui¨® estabilidad econ¨®mica a los 38 a?os.
Ana Ferrer. 31 a?os. Coordinadora de programa de una ONG dedicada a la infancia. Tiene un beb¨¦ de ocho meses y reducci¨®n de jornada.
Carmen Castro. 28 a?os. Bibliotec¨®noma de formaci¨®n y administrativa en una escuela infantil. Tiene tres hijos biol¨®gicos. Fue madre adolescente con 17 a?os, est¨¢ casada y tiene gemelos de su matrimonio. Su pareja aporta tambi¨¦n gemelos de una relaci¨®n anterior.
Un plan para conciliar
El ministro Jordi Sevilla dio el pistoletazo de salida, a principios de a?o, a Concilia, el plan integral de conciliaci¨®n de la vida personal y laboral en la Administraci¨®n General del Estado, un paquete de medidas que suponen la normativa m¨¢s completa aprobada nunca en nuestro pa¨ªs en esta materia. Sin embargo, hay matices. "El Plan Concilia es un conjunto de acciones concretas muy positivas, pero para implantarlas con eficacia hay que reestructurar los modelos de gesti¨®n, sobre todo de cara a los mandos intermedios", aclara Gloria Ll¨¤tser, cuya empresa, Optimiza, trabaja a la par que Concilia cambiando la cultura empresarial, tanto de la Administraci¨®n p¨²blica como de la empresa privada. Los expertos en conciliaci¨®n esperan que este novedoso plan tenga un beneficioso efecto domin¨® en la iniciativa privada.
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