Hacia una identidad abierta

"D¨®nde perdimos el agua del misterio / aquella que serv¨ªa para bendecir las utop¨ªas". En estos dos versos del poema Interrogantes de Miren Agur Meabe, tal vez se exprese una de las l¨ªneas que han marcado la poes¨ªa vasca en los a?os noventa en relaci¨®n con la orientaci¨®n de la de los predecesores inmediatos. En Monta?as en la niebla, Jon Kortazar nos ofrece, junto a un estudio riguroso de la poes¨ªa vasca en euskera en ese periodo, una selecci¨®n de seis autores nacidos entre 1958 y 1975 y que publican su primer libro a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada del siglo. Se trata de Rikardo Arregi, Karlos Linazasoro, Juanjo Olasagarre, Miren Agur Meabe, Hartkaiz Cano y Kirmen Uribe.

En el an¨¢lisis de Kortazar hay dos elementos que, partiendo de una visi¨®n ecl¨¦ctica parecen esenciales para definir el cambio que se produce en esos a?os en la l¨ªrica en euskera. El primero, una sustancial reducci¨®n del n¨²mero de nuevos poetas en relaci¨®n con los que aparecen en los ochenta: cuarenta, con setenta nuevos libros, frente a casi el doble y centenar y medio de t¨ªtulos. El segundo, el avance en el proceso de difuminaci¨®n de la obsesi¨®n identitaria que, en poes¨ªa, marc¨® la transici¨®n pol¨ªtica. Si el primer elemento habla de la dificultad de expansi¨®n literaria de la lengua vasca -se normaliza y, a la vez, el n¨²mero de nuevos autores y libros se reduce-, el segundo pone de relieve la necesidad de bucear en otros horizontes, la relativizaci¨®n del compromiso nacionalista, cierto cansancio por la obligaci¨®n moral con lo vasco que, casi como un mandato indentitario no escrito, impregn¨® mucha de la poes¨ªa publicada en esa lengua, al menos, en los tres lustros que sucedieron a la muerte de Franco.

El lector tiene pocas oportunidades de acceder a lo que se escribe en las lenguas minoritarias. La poes¨ªa en euskera no es una excepci¨®n: Aresti, Jos¨¦ Mar¨ªa Lekuona, Atxaga o ?ngel Lertxundi son los nombres que, procedentes de esa realidad literaria, forman parte, con cierto relieve, de la cultura po¨¦tica de nuestro pa¨ªs. Al margen de ¨¦stos, alg¨²n nombre aislado, alguna traducci¨®n de poemas en revistas y poco m¨¢s. Por eso, el trabajo de Kortazar es fundamental. Las opciones en que se mueven los poetas de Monta?as en la niebla, partiendo de un denominador com¨²n basado en la narratividad, en la asunci¨®n de un lenguaje coloquial, oscilan entre la inclinaci¨®n culturalista de Arregi, vinculada a la po¨¦tica dominante en la Espa?a en los setenta, y el intimismo cotidiano, cargado de sensualidad y pr¨®ximo al realismo sucio, de Cano o de Uribe, pasando por la mezcla de ficci¨®n e Historia de Olasagarre o la apelaci¨®n a la memoria de Linazasoro o de Agur Meabe -¨ªntima y cultural en el primero, amorosa en la segunda-. Eliot, Auster, Carver, Auden, Philiph Larkin son presencias visibles en una parte importante de los poemas, lo que indica parentescos compartidos con cierta poes¨ªa en castellano de esa d¨¦cada. En definitiva, Monta?as en la niebla es un libro oportuno. Ayuda al conocimiento de una realidad po¨¦tica que ha estado demasiado aislada. Y hace accesibles a los lectores en castellano a poetas de una solvencia contrastada que merecen mayor proyecci¨®n.