La 'mano amiga' del tetrapl¨¦jico Jorge Le¨®n desenchuf¨® su respirador
La polic¨ªa considera que la persona que ayud¨® a morir al enfermo era ajena a las cuatro cuidadoras
La puerta estaba abierta, las luces, encendidas y no hab¨ªa nadie m¨¢s en la casa, aparte del cad¨¢ver, cuyo respirador no estaba conectado a la red el¨¦ctrica. La denominada mano amiga de Jorge Le¨®n, el tetrapl¨¦jico que muri¨® el jueves pasado en Valladolid, pudo desconectar el aparato antes de abandonar la casa. Tal es la sospecha de la polic¨ªa, por que as¨ª es como lo encontr¨® en la ma?ana de ese d¨ªa la cuidadora que hall¨® el cuerpo, seg¨²n fuentes pr¨®ximas al caso. Tambi¨¦n encontr¨® la mujer, al alcance de la boca del fallecido, un vaso de pl¨¢stico con una pajita y restos de un l¨ªquido que, presumiblemente, bebi¨® Jorge antes de morir. La polic¨ªa ha interrogado al entorno m¨¢s pr¨®ximo del enfermo, incluidas las tres cuidadoras y una cuarta que viv¨ªa con ¨¦l llamada Ana. Sus pesquisas se dirigen a otra persona, que pudo haber pasado unas horas con ¨¦l en la noche del mi¨¦rcoles al jueves.
La cuidadora que le encontr¨® muerto el 4 de mayo a las ocho de la ma?ana, que no era Ana, pasa de los 40 a?os, tiene el pelo claro y cuando su hija peque?a enfermaba, ella pod¨ªa llevarla all¨ª y cuidarles a los dos. Le quer¨ªa mucho porque cuando tuvo problemas, Jorge intent¨® ayudarla. As¨ª la describe un vecino de Jorge Le¨®n.
Seg¨²n el relato de esta mujer a la polic¨ªa, ella, como cada d¨ªa, desde hace m¨¢s de dos a?os, subi¨® las escaleras que conducen al primer piso de la casa donde viv¨ªa el enfermo, un caser¨®n de cuatro plantas del centro de Valladolid. Cuando fue a sacar la llave, observ¨® que el gran port¨®n de la vivienda estaba abierto, y que las dos luces del pasillo permanec¨ªan encendidas (eran las 8.00). La puerta del estudio de Jorge, donde dorm¨ªa y trabajaba, a ratos en su cama, a ratos en la silla de ruedas, estaba entornada, algo que tambi¨¦n le extra?¨®. Seg¨²n su declaraci¨®n policial, no hab¨ªa nadie en la casa. Tampoco Ana, la cuidadora que viv¨ªa all¨ª.
La mujer hall¨® a Jorge sin vida, con la c¨¢nula de su respirador en su sitio, conectada a su cuello. Tambi¨¦n vio que la m¨¢quina se hallaba desenchufada de la red. El aparato, aunque pod¨ªa funcionar durante tres o cuatro horas sin permanecer conectado, estaba parado. La polic¨ªa piensa que la mano amiga que ayud¨® a Jorge Le¨®n a quitarse la vida, algo que lleg¨® a implorar en la Red, a trav¨¦s de un diario personal, fue quien puso el l¨ªquido al alcance de la boca del tetrapl¨¦jico y desenchuf¨® despu¨¦s el respirador.
Pocos minutos m¨¢s tarde de que la cuidadora entrara en el estudio y encontrase a Jorge inm¨®vil, llamaron al timbre. Eran polic¨ªas, que pensaron que quien les hab¨ªa alertado era ella. Siempre seg¨²n fuentes pr¨®ximas al caso, al comprobar que hab¨ªa sospechas de que la muerte no hab¨ªa sido natural, avisaron a la juez (la de Instrucci¨®n n¨²mero 6 de Valladolid, que ha declarado secreto el sumario) y a sus compa?eros de Homicidios. ?stos efectuaron una inspecci¨®n ocular, en la que hallaron un sobre cerrado, dirigido al juez. Tomaron huellas, retiraron el ordenador y la documentaci¨®n del fallecido y enviaron al Instituto de Toxicolog¨ªa el vaso con el l¨ªquido. Al cuerpo de Jorge Le¨®n, m¨¢s tarde, le fue practicada la autopsia. Ambos an¨¢lisis permitir¨¢n saber si ingiri¨® un sedante que le durmi¨® para que se pudiese desconectar despu¨¦s el respirador y as¨ª provocar su muerte indolora o si, por el contrario, el l¨ªquido conten¨ªa una sustancia o combinaci¨®n de ellas que le provoc¨® directamente la muerte.
La cuidadora declar¨® a la polic¨ªa que el fallecido hab¨ªa manifestado a menudo su deseo de morir, hab¨ªa escrito art¨ªculos a favor de la eutanasia y ten¨ªa contacto con gente relacionada con el tema. Tambi¨¦n relat¨® a los agentes que en los ¨²ltimos tiempos, Jorge estaba deprimido. Las otras dos cuidadoras a turnos, mujeres de origen extranjero, tambi¨¦n han declarado. Todas, como hab¨ªan contado a los vecinos, pensaban que Jorge se iba a trasladar a una residencia.
La cuarta cuidadora viv¨ªa en casa del fallecido. Su nombre, que est¨¢ a¨²n escrito en el buz¨®n de Jorge, es Ana. Les cont¨® que el enfermo, al separarse de su esposa, hace tres o cuatro a?os, se traslad¨® a una residencia y tuvo una mala experiencia. As¨ª que regres¨® a su casa y la contrat¨® para que estuviese permanentemente con ¨¦l. Declar¨® a los agentes que Jorge se quejaba a menudo: "Esto no es una vida digna", dec¨ªa. A trav¨¦s de su ordenador, participaba en foros de Internet sobre la eutanasia y que a trav¨¦s de correo electr¨®nico hab¨ªa pedido ayuda a mucha gente para quitarse la vida.
Tres inc¨®gnitas para un caso
La muerte de Jorge Le¨®n ha dejado un rompecabezas incompleto. La cuidadora del turno de tarde del mi¨¦rcoles pasado, la v¨ªspera de la ma?ana en que Jorge Le¨®n fue hallado sin vida, se march¨® un rato antes de lo que le correspond¨ªa, las 10 de la noche. Siempre seg¨²n fuentes del caso, se lo hab¨ªa pedido ¨¦l. Supuestamente, iba a recibir una visita, la de una mujer. Primera inc¨®gnita. La polic¨ªa trabaja en ello.
Ana, la mujer que viv¨ªa con Jorge Le¨®n no estaba en casa cuando, muy de ma?ana, lleg¨® la cuidadora del siguiente turno. Ella relat¨® a la polic¨ªa que no hab¨ªa pasado la noche en casa, lo que no era habitual. Segunda inc¨®gnita.
La cuidadora que encontr¨® al enfermo sin vida a¨²n estaba observando la situaci¨®n cuando, minutos despu¨¦s, pulsaron el timbre. Era la polic¨ªa. A ella no le hab¨ªa dado tiempo a coger el tel¨¦fono para dar la alerta. ?Qui¨¦n llam¨® al 091? Tercera inc¨®gnita.
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