George W. Bush se derrumba en ca¨ªda libre
La Casa Blanca lucha a la desesperada para evitar el batacazo en las legislativas del pr¨®ximo oto?o
?Se puede caer m¨¢s bajo? Siempre es posible, pero no es f¨¢cil que George W. Bush tenga menos del 29% de respaldo que esta semana le da el sondeo de The Wall Street Journal. ?O el presidente menguante no tiene l¨ªmites? A menos de seis meses de las legislativas, Bush est¨¢ en ca¨ªda libre y casi todo lo que toca se convierte en plomo. No es extra?o que parte de los republicanos que buscan la reelecci¨®n le consideren un apestado pol¨ªtico, ni que los dem¨®cratas quieran convertir las elecciones del 7 de noviembre en un refer¨¦ndum sobre el presidente.
La debilidad de Bush no es discutible. La tendencia que arranc¨® con el Katrina en septiembre de 2005 no se ha detenido; despu¨¦s del hurac¨¢n sigui¨® sin vislumbrarse una salida en Irak y los soldados no dejaron de morir, y el gasto p¨²blico no dej¨® de crecer, ni el precio de la gasolina de subir. La coalici¨®n republicana que llev¨® a Bush al poder en 2000 y que le revalid¨® en 2004 se ha resquebrajado.
La fotograf¨ªa de otro sondeo, de The New York Times y CBS, da las claves de la situaci¨®n de un Bush obligado un d¨ªa s¨ª y otro no a ponerse a la defensiva, algo mortal para un pol¨ªtico. Con un 70% de norteamericanos que creen que el pa¨ªs va en direcci¨®n equivocada, a pesar de que la situaci¨®n econ¨®mica es buena, las constantes del presidente se desploman. S¨®lo 4 de cada 10 le ven como un l¨ªder fuerte, el factor con el que gan¨® en 2004. Y, lo que es peor electoralmente, los conservadores rebajan notablemente su apreciaci¨®n presidencial.
Como a perro flaco todo son pulgas, s¨®lo el 13% cree que maneja bien la escalada de los precios de la gasolina, en la que su responsabilidad es marginal; recibe elogios por su plan para reformar la inmigraci¨®n, pero no en la opini¨®n p¨²blica, que le da un 25% de respaldo. Y cuando despide al director de la CIA, Porter Goss, y nombra al general Michael Hayden, su confirmaci¨®n coincide con las revelaciones sobre la afici¨®n de la Agencia de Seguridad Nacional de tener sus propias p¨¢ginas blancas y amarillas.
Nixon y Carter
Si el presidente tiene tiempo y humor para las comparaciones, sabr¨¢ que en el ¨²ltimo medio siglo s¨®lo Nixon y Carter le ganaron en impopularidad -aunque a¨²n le quedan dos a?os para disputar la clasificaci¨®n- y que sus sondeos son similares a los de su padre en el verano de 1992, poco antes de perder ante Bill Clinton. Aunque Bush ya no se va a presentar, su papel en el partido y sus apuestas hist¨®ricas -b¨¢sicamente la de Irak- le obligan a luchar para tratar de frenar el posible cataclismo de noviembre. Por eso est¨¢ cambiando -demasiado poco, demasiado tarde- a su equipo, desde el jefe de Gabinete hasta el portavoz. Y por eso se multiplica: cuando el USA Today revel¨® la historia de las bases de datos telef¨®nicos, el presidente sali¨® a defender la legalidad y la eficacia de las medidas; ma?ana, Bush hablar¨¢ desde el Despacho Oval para saludar el acuerdo sobre la inmigraci¨®n y -mensaje a la base conservadora, muy inc¨®moda con el plan- prometer un fuerte incremento en la seguridad de la frontera.
Su estratega, Karl Rove, prepara el ¨²ltimo combate de ambos, las elecciones de oto?o. Rove tiene mucho trabajo: vender a los jubilados el plan de asistencia m¨¦dica, publicitar los recortes de impuestos, articular la reforma de la inmigraci¨®n para no perder ni el apoyo m¨¢s conservador ni las simpat¨ªas hispanas y trazar con los congresistas escenarios de batalla centrados en temas locales, para contrarrestar la estrategia del refer¨¦ndum sobre Bush. Otros factores -un descenso en el precio de la gasolina o una mejora en Irak- son incontrolables incluso para el todopoderoso Rove.
Para estimular a las bases -las elecciones se pierden por la abstenci¨®n del fiel- Rove usa una amenaza real: si los dem¨®cratas ganan una o las dos C¨¢maras, el Capitolio se convertir¨ªa en un infierno para Bush. Y tiene raz¨®n: John Conyers, que ser¨ªa presidente del Comit¨¦ Judicial de una C¨¢mara dem¨®crata, ya ha anunciado un posible proceso de destituci¨®n por Irak. Lo mismo ocurrir¨ªa con el debate de las escuchas electr¨®nicas. Los dem¨®cratas -que, a pesar del viento de cola, carecen de l¨ªder nacional y tienen mediocres dirigentes parlamentarios- se han puesto nerviosos y prefieren que no se hable de eso. El mensaje cae en o¨ªdos sordos de una base hambrienta de victoria y de reivindicaciones.
?Es real la perspectiva de descalabro? Faltan seis meses y muchas cosas por pasar. Los dem¨®cratas tendr¨ªan que ganar seis esca?os en el Senado y 15 en la C¨¢mara sin perder ninguno de los que est¨¢n en juego. El dise?o de los distritos electorales complica los cambios, pero nada parece imposible a estas alturas. Uno de los m¨¢s perspicaces analistas, Charles Cook, lo explica as¨ª: "Parece innegable que un fuerte hurac¨¢n golpear¨¢ a los republicanos en noviembre. Si es de categor¨ªa 1, 2 o 3, mantendr¨¢n el Senado y probablemente la C¨¢mara. Si tiene categor¨ªa 4, la C¨¢mara cambiar¨¢ de manos, y quiz¨¢ el Senado. Si el hurac¨¢n es de categor¨ªa 5, las mayor¨ªas republicanas pasar¨¢n a la historia".
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