A m¨¢s ox¨ªgeno, menos fatiga
Durante ejercicios f¨ªsicos intensos, la capacidad que tienen los m¨²sculos de un deportista de consumir el ox¨ªgeno que les llega por la sangre a trav¨¦s de los vasos sangu¨ªneos, y que viaja protegido dentro de las c¨¦lulas llamadas gl¨®bulos rojos, supera con creces la capacidad que tiene su coraz¨®n de bombear sangre oxigenada. As¨ª, la fuerza de bombeo del coraz¨®n es el factor que limita el rendimiento m¨¢ximo en ejercicios de resistencia como correr, nadar o pedalear, en los que los m¨²sculos necesitan consumir mucho ox¨ªgeno para contraerse: hasta cinco litros por minuto. Por otro lado, con el entrenamiento diario, como el que realizan los ciclistas o los maratonianos, se destruyen a diario millones de gl¨®bulos rojos que al cuerpo le resulta muy dif¨ªcil reponer.
As¨ª que la ecuaci¨®n es sencilla, al menos en deportes de competici¨®n: si logramos aumentar artificialmente el ox¨ªgeno que viaja por la sangre, los m¨²sculos consumir¨¢n m¨¢s ox¨ªgeno y se fatigar¨¢n menos.
Desde los a?os 70, se puede conseguir a base de transfusiones de sangre: las llamadas autotransfusiones u homotransfusiones. Las primeras consisten en inyectarle al deportista entre una y cuatro unidades de su propia sangre (una unidad equivale a casi medio litro). Primero, se le extrae el citado volumen de sangre, que se deja almacenado en una nevera durante al menos tres semanas, es decir, el tiempo necesario para que el organismo vuelva a reponer los gl¨®bulos rojos perdidos en la extracci¨®n. Finalmente, se le vuelve a infundir la sangre almacenada. As¨ª de simple.
El m¨¦todo de las homotransfusiones es parecido, aunque con una ventaja sobrea?adida: como al deportista se le administra sangre de un donante compatible (o sangre hom¨®loga) para que no existan reacciones de rechazo, no hay que quitarle previamente su propia sangre ni andar preocup¨¢ndose de almacenarla durante semanas.
Las transfusiones sangu¨ªneas se dieron a conocer al gran p¨²blico en los Juegos Ol¨ªmpicos de M¨²nich de 1972, cuando un corredor de fondo, ganador de dos medallas de oro, admiti¨® haber recurrido a este m¨¦todo para mejorar su rendimiento. Le siguieron otras confesiones, como las del preparador del equipo ciclista estadounidense en los Juegos de Los ?ngeles de 1984.
Si bien los primeros estudios cient¨ªficos publicados sobre transfusiones en deportistas, que datan de los a?os 70, mostraban impresionantes aumentos en el VO2max (?de hasta un 23%!), tales estudios ten¨ªan alg¨²n que otro fallo metodol¨®gico. Desgraciadamente, investigaciones posteriores m¨¢s refinadas no han hecho sino confirmar lo que ya se sospechaba hace casi cuarenta a?os: las transfusiones sangu¨ªneas aumentan significativamente el rendimiento deportivo.
Alejandro Luc¨ªa es catedr¨¢tico de Fisiolog¨ªa de la Universidad Europea de Madrid.
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