Final de trayecto
Con la presentaci¨®n de la edici¨®n facsimilar completa de los manuscritos de los Machado, culmina una hermosa y prolongada aventura filol¨®gica. Dos a?os y medio han hecho falta para desentra?ar, ordenar, transcribir, anotar y editar un legado de extraordinario valor, que ha terminado ocupando 10 vol¨²menes, con 3.556 p¨¢ginas. Entre ellas, han aparecido en torno a 50 poemas in¨¦ditos de Antonio Machado, en su mayor¨ªa composiciones breves, y un considerable n¨²mero de prosas, tambi¨¦n in¨¦ditas, entre las que destacan varios cap¨ªtulos de Juan de Mairena, que por alguna raz¨®n su autor no quiso publicar. (El asunto religioso de que tratan en su mayor parte tal vez ayude a comprender por qu¨¦). Es, en fin, un n¨²mero muy importante de manuscritos, con una letra enga?osa y torturada por multitud de arrepentimientos y titubeos, del menor de los dos hermanos, que desvelan su taller literario y alumbran nuevos aspectos de la obra y de la vida del poeta.
Para quien ha estado sumergido en estos textos durante tanto tiempo, no resulta f¨¢cil hacer una valoraci¨®n global de los mismos. Tanto m¨¢s, en cuanto que el contacto diario con esta forma de la intimidad del poeta nos ha hecho sentirnos en una extra?a, y emotiva, familiaridad con el hombre. Hablo en plural, porque supongo que a mis compa?eros de equipo, a Carmen Molina P¨¦rez, a Rafael Alarc¨®n Sierra y a Pablo del Barco, les habr¨¢ ocurrido algo semejante.
Una primera constataci¨®n, no obstante, me atrevo a hacer por mi cuenta: la de la realidad literaria que alcanza en estos papeles aquella autocr¨ªtica del poeta cuando dec¨ªa "yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entra?as". Sorda y prolongada guerra, en verdad, la del autor con su propio discurso, al que exige un poco m¨¢s cada vez, un nuevo relumbre, una mayor exactitud al pensamiento, a la emoci¨®n que quiere transmitir.
Con ello no hago sino apuntar a otro perturbador fen¨®meno: el de la dualidad irreductible que se da entre el hombre que es y el hombre que escribe. Aunque el autor quiera y se afane porque ambos se equiparen, y el poeta quiera disimular esa pelea agotadora de sus entretelas -Machado bien que lo hizo-, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano acabar¨¢ aflorando.
La diferencia entre unos escritores y otros estriba en que algunos la asumen y otros no. Quienes no la aceptan, a menudo desarrollan esa suerte de neurosis tan t¨ªpica de los poetas que se consideran due?os absolutos de su poes¨ªa. Machado est¨¢ entre los que se dan cuenta a tiempo de que esto no es as¨ª, y que m¨¢s vale darle forma a tan curiosa discrepancia. Por eso se invent¨® a Mairena, a Abel Mart¨ªn y a los dem¨¢s ap¨®crifos, surgidos todos de esa escisi¨®n insuperable. Pero la inteligencia de Machado le llev¨® m¨¢s lejos: a convertir la turba de sus otros yoes en la forma literaria de su principio filos¨®fico m¨¢s querido, el de "la esencial heterogeneidad del ser". De donde se deduce que la guerra entre poes¨ªa y filosof¨ªa es tambi¨¦n, en Machado, otra manera de transformar esa herida incurable que aflige a todo buen poeta. Siempre he sostenido que el Machado fil¨®sofo acabar¨¢ equipar¨¢ndose al Machado poeta, y estos manuscritos abonan tambi¨¦n esa perspectiva, por la enorme cantidad de aforismos rehechos, borrados, corregidos hasta casi la desesperaci¨®n.
Pero falta en esa doble antagon¨ªa, la del poeta-hombre y la del poeta-fil¨®sofo, la dimensi¨®n cotidiana que de ellas pod¨ªa surgir. ?C¨®mo era el hombre Machado? ?Era realmente ese ser coherente, unidimensional y bueno, en el mejor sentido de la palabra? Las cartas que aqu¨ª se reproducen revelan diversos aspectos de esta cuesti¨®n; la cari?osa que dirige a su madre, con motivo de la enfermedad de Leonor, donde lo que m¨¢s preocupa al hijo es la inquietud de do?a Ana, y no la suya propia; pero tambi¨¦n sus quejas por el maltrato econ¨®mico que le dispensan los editores; y, c¨®mo no, la rabia incontenible que le produce la noticia del asesinato de Lorca.
Antonio Machado era, decididamente, un hombre bueno, que tambi¨¦n reservaba para s¨ª solo la guerra feroz de sus entra?as... con los otros.
Antonio Rodr¨ªguez Almod¨®var es escritor y fil¨®logo. Ha coordinado los trabajos realizados sobre los manuscritos de los hermanos Machado.
Babelia
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