Envolventes
Siempre me ha causado una extra?a sensaci¨®n el discurso de Rafael D¨ªez Usabiaga. H¨¢bil utilizador de neologismos y de eufemismos, el l¨ªder sindical abertzale posee una capacidad innegable para auparse a un espacio de neutralidad que le permite distanciarse de las asperezas de un mundo del que es protagonista importante. Considerado por algunos analistas como la mente m¨¢s l¨²cida de la izquierda abertzale y principal cerebro de su futura articulaci¨®n pol¨ªtica, su discurso tiene un car¨¢cter deslizante que parece tocar lo que nombra y dejarlo reposar en un anonimato inocuo, algo as¨ª como si fuera un discurso que avanzara sombreando. Acostumbrados a los pronunciamientos fuertes, que denotan una poderosa implicaci¨®n del hablante con lo que transmite, resulta llamativo que sea en la izquierda abertzale donde empiezan a proliferar esos discursos blandos, que resbalan sobre el dolor y la muerte y los reducen al ¨¢mbito de la contingencia al amparo de un principio trascendental.
Este principio se llama hoy capacidad de decisi¨®n, pero la virtud de sus sacerdotes de la izquierda abertzale, sobre la de quienes lo invocan desde otras opciones partidistas, es que hacen de ¨¦l un principio legitimidador del terror y un agente de raz¨®n que los vindica como justos protagonistas del pasado y del porvenir. No es nada extra?o, por lo tanto, que, sobresaliendo de la charca de ranas soberanista, las voces m¨¢s serenas y ponderadas sean las de quienes consideran tener derechos adquiridos sobre un principio que les debe todo para su libre circulaci¨®n actual. Lo generado por la sangre diluye la sangre, y los extra?os que quieran apuntarse a esa comitiva - nacionalistas y filonacionalistas de todos los pelajes- s¨®lo pueden ir a la zaga.
Bajo esas formas de discurso deslizantes, capaces de ofrecer unas apariencias de flexibilidad y hasta de arbitraje superiores a las que pueden deparar otros interlocutores, perdura, no obstante, una posici¨®n inmutable. La neutralizaci¨®n emotiva del emisor del mensaje, que parece distanciarlo de ¨¦ste, no es garant¨ªa suficiente de una distancia real, es decir, de una independencia de criterio que afloje los lazos con los principios de partida. Falta por ver si el cambio en las formas responde a una flexibilizaci¨®n real de los contenidos o si es s¨®lo un procedimiento t¨¢ctico y, por eso mismo, conviene no dejarse arrastrar por c¨®mo se dicen las cosas y pararse a reflexionar en lo que se dice. Si el discurso de D¨ªez Usabiaga tiene esa virtud de ocultar lo que nombra para seguir hablando como quien nada dice, conviene detenerse en eso que nombra, pues resulta sumamente clarificador.
En una entrevista reciente, D¨ªez Usabiaga reivindicaba el significado positivo del Pacto de Lizarra. Ante esto se puede arg¨¹ir que a nadie le gusta reconocer sus errores, pero no creo que la defensa que hac¨ªa de Lizarra el l¨ªder de LAB se deba a simples motivaciones psicol¨®gicas o de r¨¦gimen interno. Cuando el entrevistador le propon¨ªa toda una serie de hechos y circunstancias como posibles causas de la actual tregua de ETA, D¨ªez Usabiaga, sorprendentemente, recurr¨ªa a Lizarra-Garazi para ofrecernos la clave del momento actual. Y conviene prestarle atenci¨®n. La tregua no se deber¨ªa a un momento de debilidad, fruto de la acci¨®n policial y de determinadas disposiciones jur¨ªdicas, sino a que se hab¨ªa llegado a un momento de maduraci¨®n de lo iniciado en Lizarra, que s¨®lo fracas¨® t¨¢cticamente. Desde entonces el autonomismo tiene un rej¨®n de muerte, dice el entrevistado, y es ah¨ª donde residir¨ªa la eficacia de aquel pacto. Ahora s¨®lo se tratar¨ªa de proseguir por el camino iniciado.
Lizarra consigui¨® envolver al nacionalismo institucional en un laberinto del que a¨²n se resiente. Fue un canto de sirena de ETA, capaz de despertar el eco de las voces ancestrales en una coyuntura internacional que pod¨ªa serles propicia y que sigue si¨¦ndolo. Result¨® ser un disparate imposible, pero consigui¨®, en efecto, que esas voces ancestrales se impusieran y produjeran una fractura perdurable en el consenso democr¨¢tico. Consigui¨® forjar un bloque soberanista que no goz¨® de una mayor¨ªa suficiente. Y el empe?o se produjo, ten¨ªa que producirse as¨ª, bajo el tutelaje de ETA. Lo que viene a decir D¨ªez Usabiaga es que el empe?o contin¨²a. Es algo que debe tener muy presente el PSE para no caer en una trampa similar a la que se le tendi¨® al PNV. Dice Usabiaga que a la izquierda abertzale no le importar¨ªa ser una fuerza minoritaria una vez alcanzado el marco democr¨¢tico adecuado. Es una falacia, ya que ese su marco es el garante de su triunfo. D¨¢ndoles la vuelta a sus palabras, Catalu?a se ha librado de ello gracias a que no ha tenido su Lizarra. Es algo de lo que nosotros a¨²n tenemos que librarnos.
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