Siberia
EN 1837, cuando Hegel estaba en el apogeo de su gloria, public¨® sus Lecciones sobre filosof¨ªa de la historia universal, que recog¨ªan los cursos que hab¨ªa dictado sobre este tema en la Universidad de Berl¨ªn. El ensayista h¨²ngaro L¨¢szl¨® F?ld¨¦nyi, a partir de una vaga referencia escrita sobre Hegel por A. J. Vrangel, fiscal de un lugar donde pas¨® gran parte de su destierro siberiano Dostoivieski, con quien intim¨® y sobre el que luego escribi¨® un libro, imagina que ambos estudiaron la monumental obra antes citada del fil¨®sofo alem¨¢n. Esta atrayente conjetura de F?ld¨¦nyi no est¨¢ expuesta en ninguna novela, sino en un ensayo, bastante radical e intempestivo, titulado, con rotundidad, Dostoyvski lee a Hegel en Siberia y rompe a llorar (Galaxia Gutenberg), en el que confronta el racionalismo secularizador del alem¨¢n con el misticismo del escritor ruso, totalmente antit¨¦ticos entre s¨ª, al margen de que el segundo hubiera le¨ªdo de verdad o no la obra del primero.
En cualquier caso, la hip¨®tesis de F?ld¨¦nyi no se basa en si es comprobable eruditamente su suposici¨®n, sino en que Hegel, que pretende abarcar todos los hechos y lugares directamente relacionados con su concepto de civilizaci¨®n, afirma que esta enorme y desolada extensi¨®n rusa no merec¨ªa ninguna atenci¨®n, desde el punto de vista de la filosof¨ªa de la historia, porque estaba fuera de la Historia, siendo como era hasta ese momento principalmente un conjunto de peque?as comunidades rurales dispersas y, sobre todo, el destino penal de una poblaci¨®n reclusa y desterrada, que, entre 1827 y 1846, alcanz¨® la escalofriante cifra de 150.000 habitantes, entre ellos el entonces joven nihilista desconocido Dostoievski, el cual, hay que suponer, que se echar¨ªa a llorar al saber que ni ¨¦l, ni sus afligidos colegas perdidos por la helada estepa, contaban para nada; vamos: que ni siquiera exist¨ªan. Es cierto, como tambi¨¦n nos lo recuerda F?ld¨¦nyi, que Hegel tambi¨¦n exclu¨ªa del proceso hist¨®rico din¨¢mico a todo un continente, ?frica, pero es dudoso que esto sirviera de consuelo a los desterrados en Siberia.
Pero el objetivo de F?ld¨¦nyi al remarcar estas exclusiones del totalizante fil¨®sofo alem¨¢n, no es s¨®lo poner en entredicho el sistema hegeliano, que, al fin y al cabo, se basaba en la ecuaci¨®n idealista de que todo lo real es racional y todo lo racional es real, sino el andamiaje mismo del racionalismo secularizador de nuestra ¨¦poca, que aparta de s¨ª, como la peste, lo que tiene la vida de irreductiblemente oscuro, inexplicable, misterioso, t¨¦cnicamente incontrolable. Esta actitud ha supuesto "mecanizar" la vida y degradar la existencia al hacer as¨ª imposible la experiencia de la libertad, que surge de la personal tensi¨®n que cada ser humano sufre entre sus limitaciones y el ansia por romperlas. En este sentido, se opine lo que se opine acerca del diagn¨®stico de F?ld¨¦nyi sobre la amputaci¨®n hegeliana de todo lo que no concordaba con la raz¨®n instrumental de Occidente, la historia contempor¨¢nea ha demostrado la devastaci¨®n de la vida concebida s¨®lo como Esp¨ªritu y su larga cola de suced¨¢neos y, asimismo, el porqu¨¦ hoy no sabemos qu¨¦ hacer con el arte.
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