El dolor de los dem¨¢s (pensando en Susan S.)
Es extra?o estar sentado en la mesa de una cafeter¨ªa bajo los soportales del centro de un pueblo que, durante casi toda mi vida, ha estado representado para m¨ª, y para la mayor parte del mundo, por un cuadro. En el cuadro hay unos cuantos azulejos, una ventana rota, un techo y una bombilla encendida. El resto es dolor y protesta. Actualmente, Guernica es un pueblo comercial, limpio y ajetreado, con calles de un solo sentido y zonas peatonales. Frente a la cafeter¨ªa hay una florister¨ªa con una se?al de Inter Flora en el escaparate.
Desde la aldea de Lumo, uno puede contemplar el pueblo y comprobar que est¨¢ construido en un lugar de encuentro natural junto a un r¨ªo que fluye entre montes arbolados. Observado desde un bombardero Junker 52, Guernica ofrec¨ªa un blanco perfecto: expuesto, compacto e indefenso. A primeras horas de la tarde del lunes 26 de abril de 1937, la feria de ganado estaba terminando. El c¨¦lebre bombardeo dur¨® tres horas y el pueblo qued¨® arrasado.
En la plaza que hay frente a m¨ª, unos colegiales juegan al f¨²tbol con feroz concentraci¨®n. Sobre ellos se encuentra la iglesia y tras ella un frondoso parque p¨²blico. M¨¢s all¨¢ del parque, m¨¢s all¨¢ de las parejas tumbadas en la hierba, hay un puente de madera que conduce a otra pradera y all¨ª, grande como una capilla, se alza el monumento de Eduardo Chillida a las v¨ªctimas del bombardeo. Erigido en 1988, se llama La casa del padre. La "casa" tiene un muro perforado por un gran agujero dentado. Su ingeniosidad radica en que le hace a uno preguntarse si este boquete es por donde los muertos partieron o por donde llegan ahora, al volver.
Cerca se sit¨²a una escultura de Henry Moore, un enorme bronce titulado Figuras grandes en un refugio. Un cuerpo se arrodilla entre dos manos, una femenina y otra masculina. Pero las dos "manos" que hacen de refugio tambi¨¦n son cuerpos, vistos en parte desde el exterior, como uno ve el cuerpo de un guerrero, y en parte desde el interior, como un feto podr¨ªa ver o sentir el cosmos del cuerpo de su madre.
Los aviones y las tripulaciones que efectuaron el ataque contra el pueblo pertenec¨ªan a la Legi¨®n Condor, una unidad de combate de ¨¦lite enviada por Goering a Espa?a para luchar a favor de Franco y poner a prueba la t¨¢ctica de la guerra rel¨¢mpago. La operaci¨®n fue planeada y dirigida por el destacado oficial de aviaci¨®n alem¨¢n Wolfram von Richthofen. El 27 de abril, los nacionalistas espa?oles negaron que Guernica hubiera sido bombardeada por nadie y, en cambio, acusaron a los comunistas vascos de haber incendiado el pueblo antes de replegarse.
?Es una ley diab¨®lica que la impudicia vaya seguida invariablemente de mentiras, como si la cobard¨ªa intr¨ªnseca de los perpetradores lo exigiera? La prensa mundial inform¨® del suceso de acuerdo con su tendencia pol¨ªtica. Los peri¨®dicos de derechas aceptaron en su mayor¨ªa la mentira nacionalista. Los otros calificaron el bombardeo como el ataque a¨¦reo m¨¢s b¨¢rbaro perpetrado hasta aquel momento en tiempos de guerra. No hab¨ªa un blanco militar.
M¨¢s tarde, el mismo Wol
fram von Richthofen plane¨® y lanz¨® muchos de los ataques rel¨¢mpagos a¨¦reos que destruyeron una ciudad europea tras otra. Hacia el final de la guerra, los aliados perdieron sus escr¨²pulos y, a su vez, asolaron -a una escala a¨²n m¨¢s devastadora- Hiroshima, Nagasaki y Dresden, con sus poblaciones civiles como blanco principal.
Hoy, el nombre de Guernica, que es tambi¨¦n el nombre de un delito reconocido y el nombre de una clamorosa protesta contra ese crimen, me hace pensar en otro nombre: el de otra ciudad cuyo sufrimiento ha estado rodeado de mentiras sistem¨¢ticas y que ha sido consecuencia de un crimen comparable pero a¨²n no reconocido. La ciudad es Faluya, cien kil¨®metros al oeste de Bagdad.
Traducci¨®n de News Clips.
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