"?Hay vida antes de la muerte?"

Literatura y vida fue el tema sobre el que ayer conversaron, en el Pabell¨®n Carmen Mart¨ªn Gaite, los escritores y amigos Julio Llamazares y Juan Cruz Ruiz. El di¨¢logo parti¨® de los territorios literarios creados, respectivamente, por ellos en sus libros Escenas del cine mudo y Retrato de un hombre desnudo (ambos en Alfaguara). Dos t¨ªtulos unidos por el car¨¢cter memorial¨ªstico en manos de la literatura y en el juego de la creaci¨®n.

Primero recordaron los paralelismos de su infancia, Llamazares en Vegami¨¢n (Le¨®n) y Cruz en Tenerife (Canarias). El primero, sin libros a mano en un pueblo de mineros y el segundo jugando en un mundo solar, divirti¨¦ndose en la playa. Ambos guardando, sin saber, vivencias y pensamientos a los que luego volver¨ªan para escribir. Recordar. Evocar. Por eso la pregunta de un escritor, dice Llamazares, "no es si hay vida despu¨¦s de la muerte, sino: ?Hay vida antes de la muerte?". Porque, agrega, cuando se hace un viaje a episodios del pasado a trav¨¦s de una foto, por ejemplo, la sensaci¨®n que queda es de duda, de si eso de verdad ocurri¨®. "La memoria no est¨¢ en la vista. Est¨¢ fundamentalmente en el olfato y en el o¨ªdo", asegura el autor de t¨ªtulos como El cielo de Madrid.

Juan Cruz rindi¨® homenaje a la radio. A sus sonidos. A esa capacidad que tiene en quien la escucha para imaginar, crear. "La radio es un elemento imprescindible en mi vida", confiesa el autor, que acaba de editar Cuchillo de arena (Caja Canarias). Del cine dice que "es la gran compa?¨ªa de la soledad de los chicos de pueblo".

Hablaron, pues, los dos narradores de compa?¨ªas, de recuerdos. De la importancia de vivir para poder escribir. De que los escritores no se deben olvidar de que la literatura est¨¢ afuera, en los parques, en el vecindario, en la calle. "Para dar luz hay que cargar las pilas. Vivir", recomienda Llamazares. Coinciden en que la literatura se nutre de dos cosas: imagen y reflexi¨®n. As¨ª logra su principal funci¨®n: "Hacer sentir, emocionar y hacer pensar". Porque lo que queda, aseguran, no son los libros, sino las im¨¢genes que ¨¦stos guardan.