Italianos en Barcelona
Basta con pasear por La Rambla para darse cuenta de que la presencia de italianos en Barcelona aumenta d¨ªa a d¨ªa. Es m¨¢s, dada su tendencia a hablar m¨¢s alto que los dem¨¢s (y a gesticular tambi¨¦n m¨¢s alto), a veces da la sensaci¨®n de que el italiano (en sus dos variantes, hablado y gesticulado) es la lengua de la ciudad. No es as¨ª, por lo menos de momento, aunque conviene recordar que la actual oleada italiana en Barcelona tuvo un modesto precedente hace muchos a?os, cuando la ciudad a¨²n estaba en proceso de formaci¨®n y nadie pod¨ªa intuir a qu¨¦ extremos llegar¨ªa esa novedad llamada turismo.
Mi amigo Silvio Santagati, profesor del Liceo Italiano de Barcelona, me ha hecho llegar un breve texto, publicado en Pisa en 1961, titulado Il contributo italiano alla albergheria catalana, de Leonardo Kociemski. En ¨¦l se repasa el papel que desempe?aron los italianos en la hosteler¨ªa barcelonesa de siglos pasados, y se destaca muy especialmente la contribuci¨®n a esta ciudad de los habitantes de la peque?a poblaci¨®n de Civiasco, en el Piamonte. Santagati, por cierto, est¨¢ ultimando un libro sobre el rastro de los italianos en Barcelona, que ser¨¢ sin duda muy interesante. En ¨¦l se contar¨¢, por ejemplo, que la bella veneciana Nina Bergonzi se aloj¨®, en la segunda mitad del XVIII, en la fonda Santa Mar¨ªa, propiedad de un italiano, y lleg¨® a ser amante del capit¨¢n general, el conde de Ricla. Otro ilustre hu¨¦sped de la fonda fue, por cierto, Giacomo Casanova, un nombre que por s¨ª solo sugiere vaivenes de s¨¢banas alteradas y revolcones er¨®ticos.
Silvio Santagati ultima un libro sobre el rastro de los italianos en la hosteler¨ªa de Barcelona
"Las primeras noticias m¨¢s o menos seguras en el campo de la hosteler¨ªa barcelonesa se remontan a 1571, a?o en el que se abri¨® la primera trattoria con su correspondiente albergue en el barrio cercano al puerto y a la maravillosa Santa Maria del Mar", escribe Kociemski. El due?o del citado albergue era un italiano llamado Zanotti y, aunque le puso al local el nombre de Santa Maria, los barceloneses se acostumbraron a llamarlo coloquialmente "la botiga fonda", o "la fonda", ya que estaba situada por debajo del nivel de la calle y hab¨ªa que bajar unas escaleras para acceder hasta ella. As¨ª se origin¨®, seg¨²n Kociemski, "la denominaci¨®n que entr¨® a formar parte de la lengua catalana de cualquier albergue como fonda".
Por lo visto, pues, la palabra fonda, que parece de toda la vida, tiene su origen en la pensi¨®n que un italiano abri¨® cerca de Santa Maria del Mar. ?sta fue, al parecer, la primera aventura hotelera de un italiano en Barcelona, pero le siguieron muchas m¨¢s. Otros dos italianos, Fortis y Primatesta, procedentes de Civiasco, fundaron en el siglo XIX el Grand Hotel Cuatro Naciones, situado cerca del puerto y con entrada por la plaza del Teatro. Deb¨ªa de ser una maravilla, ya que el folleto publicitario lo anunciaba como "primo in Barcelona e in Europa intiera". En ¨¦l se alojaron, entre otros hu¨¦spedes ilustres, la escritora francesa George Sand y el compositor polaco Federico Chopin, camino de su para¨ªso de Valldemossa (Mallorca). El Cuatro Naciones permaneci¨® en manos de los descendientes de las familias fundadoras hasta 1894, a?o en que lo vendieron a otro italiano de Civiasco, Ercole Durio, que llevaba 16 a?os metido en el negocio hotelero de Barcelona, donde su padre regentaba el hotel Falc¨®n. Durio, como nuevo propietario, fue quien decidi¨® trasladar el hotel de la plaza del Teatro al n¨²mero 35 de la Rambla del Centro, renov¨¢ndolo por completo. Su padre fue el fundador del m¨ªtico hotel Oriente, que en 1841 se inaugur¨® en el lugar donde se levantaba un convento de franciscanos que la ley de desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal convirti¨® en un solar apetecible. Los Durio eran de Civiasco, por supuesto, y tambi¨¦n lo era el primer director del hotel Oriente, Pietro Migheri, que se preocup¨® de que las columnas del sal¨®n se hicieran con m¨¢rmol procedente de un pueblo de su regi¨®n natal, Ricapietra.
La conexi¨®n italiana del hotel Oriente se acab¨® en 1913- 1914, cuando la familia lo vendi¨®, pero cuenta Kociemski que hay m¨¢s hoteles de origen italiano en Barcelona. Uno de ellos fue el Albergue del Sable, propiedad de Camillo Antonietti, que tambi¨¦n fund¨® la taberna Buena Sombra, en la plaza del Teatro y muy cerca del Cuatro Naciones. No acaba aqu¨ª la cosa, puesto que otro italiano, Marco Zanfa, inaugur¨® en aquellos tiempos el elegante caf¨¦ Suizo de la plaza Real, con salida a La Rambla. Cuando lo vendi¨®, en 1870, lo hizo, c¨®mo no, a otro italiano de Civiasco, Federico Maffioli. Y aun hay m¨¢s, ya que el hotel Peninsular, en la calle de Sant Pau, fue fundado por otros dos exiliados de Civiasco: Basilio Gamba y Eugenio de Silvestri.
"Se puede decir que en la zona pr¨®xima al hotel Oriente se form¨® una especie de barrio hotelero italiano", concluye Kociemski. Y, a la vista de los datos que aporta, no le falta raz¨®n. Visto as¨ª, la invasi¨®n italiana que sufre Barcelona resulta mucho m¨¢s comprensible. Al fin y al cabo, ellos fundaron los hoteles.
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