Tres piezas de anticuario
En 1880, la joven Violet Paget (1856-1935) escribi¨®, con 24 a?os, unos estudios sobre el XVIII italiano que no se atrevi¨® a firmar con su nombre pues en la ¨¦poca resultaba inconcebible la figura de una mujer-erudita, raz¨®n por la que opt¨® por el seud¨®nimo de Vernon Lee, con el que fue conocida y admirada. Cultiv¨® numerosos g¨¦neros literarios: el ensayo, cuyos modelos est¨¦ticos fueron Ruskin y Pater, la biograf¨ªa novelada (Metastasio), el libro de viaje, la novela, el relato, el teatro... hasta un total de 30 libros. Hoy puede decirse que lo que sobrevive en ella es su creaci¨®n literaria, y una muestra excelente son los tres relatos que forman este volumen, que se cierra con un ep¨ªlogo tan sentido como inteligente de Menchu Guti¨¦rrez.
LA VOZ MALIGNA
Vernon Lee
Ep¨ªlogo de Menchu Guti¨¦rrez
Traducci¨®n de Anna Becciu
Atalanta. Girona, 2006
168 p¨¢ginas. 16 euros
En dos de los relatos, acompa?a al narrador un anticuario; en el tercero es un m¨²sico admirador de Wagner quien toma la palabra. El primero, La mu?eca, se desarrolla en torno al asunto cl¨¢sico de la imagen de la amada muerta, en este caso una mu?eca de tama?o natural. El segundo, Amor dure, toca otro tema no menos cl¨¢sico, el del joven intelectual fascinado por el retrato y la historia de una dama del pasado; el ¨²ltimo, que da t¨ªtulo al libro, se apoya en la m¨²sica para contar una suerte de posesi¨®n casi diab¨®lica. En los tres hay dos elementos comunes: la fascinaci¨®n y el pasado.
La fascinaci¨®n que la mu?eca del primer relato produce en la narradora se acaba convirtiendo en compasi¨®n. La figura de esa mu?eca de cart¨®n escondida en un armario como un alma en pena lleva consigo un mandato que, por razones est¨¦ticas, y ¨¦ste es su hallazgo, conduce a la narradora al acto de compasi¨®n con que finaliza el cuento. No hay compasi¨®n sino pasi¨®n demente en el joven historiador polaco que poco a poco va cayendo en el misterioso v¨¦rtigo que produce en ¨¦l la bella dama Medea da Ponte. Al comienzo, la lucidez se impone: "La posesi¨®n de una mujer como Medea es una dicha demasiado grande para un hombre mortal; lo trastornar¨¢, le har¨¢ olvidar hasta lo que le debe. No ha de vivir mucho tiempo el hombre que se imagine que tiene sobre ella alg¨²n derecho". Pero cuando poco a poco se va desvelando la compleja realidad de una historia extremadamente cruel; cuando el joven avista a la dama que se muestra y escapa, quedando prendado de ella sin remedio, la actitud cambia: "La ambici¨®n, el amor al arte, el amor a Italia, estas cosas que han mantenido mi mente ocupada, pero que siempre me han dejado insatisfecho, ninguna era mi verdadero destino". Su verdadero destino -en el momento definitivo aparece un recuerdo de infancia- pasa por la bell¨ªsima escena en la que los amantes muertos por la mano de Medea le van saliendo al paso mientras ¨¦l avanza hacia la meta marcada. Amour dure, Dure amor (amor constante, cruel amor) era la divisa de la dama que reaparece trescientos a?os despu¨¦s.
Todas son figuras (la mu?eca, la dama, el castrati) del pasado que regresan al presente por una suerte de invocaci¨®n que tiene su origen en el deseo que la fascinaci¨®n provoca. El m¨²sico del tercer relato odia la voz de belleza cl¨¢sica, ottocentista, tan ajena a la voz wagneriana. Esa voz antigua que escucha de pronto en la laguna veneciana la atribuye al Diablo -habr¨ªa que a?adir: a la belleza del Diablo- que es "el gran cultivador de la voz humana"; de hecho, plantea una visi¨®n y definici¨®n de la m¨²sica como aquella que es capaz de encadenar y domar a la "maldita voz humana, viol¨ªn de carne y sangre, moldeada con los ingeniosos utensilios y las manos de Sat¨¢n", cuando se refiere a ese "execrable arte del canto" que corrompe la inspiraci¨®n de los genios musicales al ponerse a su servicio. Pero la voz de un castrati capaz de seducir y matar con su voz, que viene del pasado, lo turba y fascina de tal modo que ¨¦l mismo acaba por ser su v¨ªctima. "Y ahora que has saciado tu sed de venganza y agostado mi genio ?no podr¨ªas tener piedad y dejarme o¨ªr una nota tuya, una sola, oh cantante, criatura despreciable y malvada?".
Estamos ante tres exquisitas
piezas de anticuario, soberbia presencia del pasado, que no pueden por menos de fascinar a cualquier lector sensible. El amueblamiento de la escritura es extraordinario y la descripci¨®n, tanto f¨ªsica como de sentimientos, est¨¢ extraordinariamente cuidada; es minucioso en los detalles, pero preciso; es recargado, pero de ah¨ª surge una belleza antigua que se siente; hay una mezcla de sensualidad y temporalidad que se mece en las frases y de ah¨ª surge el ritmo peculiar del relato; las transiciones entre realidad y fantas¨ªa est¨¢n muy bien resueltas; el pasado viene al presente con una cadencia muy elegante y muy convincente. S¨ª, son tres piezas de anticuario, pero de esas que el comprador que ha revuelto por toda la tienda se lleva a casa con una reconfortante sensaci¨®n de felicidad.
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