De Catalu?a vengo
De Catalu?a vengo/ de servir al Rey, cantaban los ni?os en sus recreos escolares. Pero esta vez de Catalu?a hab¨ªa venido un barco cargado con los resultados del refer¨¦ndum sobre el Estatuto de Autonom¨ªa reformado. Salvo casos muy contados como el de Joaqu¨ªn Almunia, que dimiti¨® de la secretar¨ªa general del Partido Socialista aquella noche del 3 de marzo de 1996 tras el escrutinio desfavorable de las urnas en las elecciones generales, los l¨ªderes pol¨ªticos tienden a negar las evidencias m¨¢s inclementes en sus comparecencias nocturnas, cuando han de pronunciarse sobre el recuento de las papeletas de votaci¨®n. El pasado domingo, la norma estad¨ªstica volvi¨® a cumplirse y, salvo Carod Rovira, de ERC, todos se mostraron euf¨®ricos mediante el ardid de escamotear los datos de la abstenci¨®n o de ponerlos directamente en su haber, como fue el caso singular de Mariano Rajoy y dem¨¢s compa?eros del PP.
Ven¨ªamos de celebrar el mi¨¦rcoles anterior la victoria de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol frente a la de Ucrania con un cuatro a cero que parec¨ªa cancelar todos los problemas suscitados por la inflaci¨®n, la falta de competitividad, las patolog¨ªas del crecimiento centrado en el ladrillo, la inmigraci¨®n descontrolada, las tensiones centr¨ªfugas en la articulaci¨®n territorial, la falta de consenso para el final dialogado de la violencia terrorista etarra, la Santa Iglesia, Cat¨®lica, Apost¨®lica y Romana, y la inminente declaraci¨®n de la Renta. Porque, como ha escrito magistralmente Manuel Vicent, un bal¨®n entra en la porter¨ªa y la humanidad se comprime, el locutor a¨²lla y entonces se produce el big bang que va desde la ¨ªntima miseria que cada ciudadano arrastra hasta la m¨¢xima expansi¨®n de dicha colectiva. Las l¨ªneas que siguen se han escrito antes de que ayer saltaran al campo en Stuttgart los elegidos de Luis Aragon¨¦s; no pueden calcular los efectos, tal vez pulverizadores, de un resultado desconocido al redactarlas.
Seguimos, por si todav¨ªa quedara alguien ah¨ª, para volver sobre la pregunta formulada en las papeletas del domingo y sobre las cuestiones evocadas desde que el Gobierno de la Generalitat pusiera en marcha la redacci¨®n del nuevo Estatut para remitirlo, primero, al Parlament y llevarlo, despu¨¦s, al Congreso de los Diputados, que lo terminar¨ªa dejando "limpio como una patena", es decir, sin m¨¢cula alguna de anticonstitucionalidad, seg¨²n aseguraba el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Nos dijeron que hab¨ªa un problema inaplazable con el Estatuto de Sau aprobado en 1979 y abrieron un proceso de ensimismamiento identitario para que Catalu?a se preguntara insomne sobre su esencia o para que los pol¨ªticos al uso agitaran reivindicaciones sentidas o imaginadas. Vivimos una versi¨®n a escala catalana de aquel "Espa?a como problema". Enseguida, vino el desmarque del PP para demostrar la imposibilidad del consenso y el intervencionismo se hizo letra estatutaria con sentimientos de naci¨®n incorporados al pre¨¢mbulo y expandidos en todas las direcciones de la rosa de los vientos.
Entre tanto, cambiaba la alineaci¨®n. Del apoyo de Carod al Estatut se pasaba al de Mas, mientras que Maragall perd¨ªa el protagonismo a favor de Zapatero, convertido en el valedor definitivo del proyecto. Los de Esquerra quedaban fuera del Govern y optaban por patrocinar el "no" en sentido contrario pero con la misma papeleta que sus antagonistas del PP. Rajoy se dejaba invadir por la furia, esa embestida obtusa como la define Santiago Segurola, cuyo origen se remonta a los Juegos Ol¨ªmpicos de Amberes en 1926. Y Mariano el furioso promulgaba el a por ellos o¨¦ que acababa produciendo efectos contrarios a los apetecidos. Lo vieron con claridad los publicitarios encargados de la campa?a del PSC, que en vez de ponderar las virtudes propias del Estatut prefirieron lanzar un lema que aduc¨ªa la contrariedad de los populares. As¨ª que el "no" del PP terminaba siendo un catalizador para movilizar al censo y llevarlo a las urnas, ya que sin esa ayuda se habr¨ªa registrado una participaci¨®n inferior al 35%. S¨®lo nos quedaba esperar el regreso de CiU al Palau de la Generalitat sin que haya tenido siquiera que rogar disculpas por las molestias causadas con el 3% y otras apuestas en los casinos. ?Val¨ªa la pena?
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