Los huevos no siempre flotan
Un centro en Galicia para chicos con trastornos de conducta gana el premio cient¨ªfico Luis Freire de los Museos Coru?eses
Medio cabizbajo en su gorra de b¨¦isbol, Yeray afila la sonrisa con un rastro de orgullo e iron¨ªa mientras trata de imaginarse la cara que pusieron en el centro de protecci¨®n de menores donde estuvo recluido el a?o pasado al saber que le hab¨ªan dado un premio cient¨ªfico. "Vieron mi foto en el peri¨®dico y se quedaron alucinados. Los chicos malos les ganaron a los colegios de m¨¢s pasta de Galicia", dice Yeray entre carcajadas, antes de darse la vuelta y mostrar la leyenda en la espalda de su camiseta: Bad attitude.
Yeray, de 15 a?os, estuvo ingresado en un centro de menores de Vigo y ahora es interno en un colegio muy poco habitual, discretamente enclavado en el monte O Pedroso, a las afueras de Santiago, con s¨®lo 12 alumnos, un guardia de seguridad en la puerta y un psiquiatra que trabaja mano a mano con los profesores. Un colegio p¨²blico que acoge a chicos con graves trastornos de conducta y que est¨¢ viviendo la conquista del premio anual que convocan los Museos Cient¨ªficos Coru?eses entre escolares de toda Galicia como el mayor reconocimiento en sus cuatro a?os de existencia. En los ¨²ltimos d¨ªas no han cesado las visitas a O Pedroso, entre ellas la de la consejera de Educaci¨®n de la Xunta, Laura S¨¢nchez Pi?¨®n, que felicit¨® personalmente a los chicos. Tampoco faltaron los responsables del centro de menores de Vigo que el a?o pasado se las hab¨ªan visto con Yeray.
"Los chicos malos les ganaron a los colegios de m¨¢s pasta", dice uno de los galardonados
Los alumnos expusieron sus conclusiones ante un tribunal de A Coru?a
"Yo nunca cre¨ª que pudi¨¦semos ganar, ni siquiera que pas¨¢ramos de la primera fase, porque todo el mundo sab¨ªa cu¨¢l es nuestro comportamiento", apunta Marcos, de 15 a?os. Bruno, tambi¨¦n en la quincena, es el m¨¢s callado y se conforma con asentir. Del equipo que gan¨® el premio faltan dos componentes: Javier, de 17 a?os, y Diego, de 16. Sin mediar preguntas, los chicos se lanzan a contar los terribles pormenores de sus historiales, marcados por un trastorno que se diagnostic¨® tarde o se trat¨® mal: el sinf¨ªn de expulsiones de los institutos, los enfrentamientos con la familia o los coqueteos precoces con la delincuencia y las drogas. Se llaman a s¨ª mismos los chicos malos y nunca pudieron imaginar que ser¨ªan coronados como los m¨¢s listos de la clase.
Yeray, Marcos y Bruno saludan con grandes palmadas en la espalda a Alejandro Francisco, su entusiasta profesor de ciencias, que dej¨® su plaza en un instituto para trabajar en O Pedroso. Francisco ya hab¨ªa conseguido con sus alumnos de otro colegio uno de los premios Luis Freire que desde hace siete a?os otorgan los Museos Coru?eses. "Llevo tres cursos aqu¨ª y hasta ahora no me hab¨ªa atrevido a intentarlo", explica el profesor. "Esta vez pens¨¦ que ya se daban las circunstancias. Los chicos no se lo cre¨ªan, pensaban que era como si a un equipo de Tercera Regional lo mandasen a jugar la Copa de Europa. Hubo que convencerlos de que pod¨ªan ser capaces".
El desaf¨ªo para Francisco era captar el inter¨¦s de un grupo de chavales que en su mayor¨ªa padecen la enfermedad conocida como TDH, trastorno por d¨¦ficit de atenci¨®n e hiperactividad. El profesor busc¨® un caso que les resultase pr¨®ximo y que despertase su curiosidad. Y los anim¨® a medirse a un personaje popular: el cocinero Carlos Argui?ano y su prueba para determinar si un huevo est¨¢ fresco.
Francisco lo conoc¨ªa por Argui?ano, aunque luego comprob¨® que se trata de un viejo truco de los gastr¨®nomos. Su idea fue que los chicos verificasen por s¨ª mismos si es cierto que todos los huevos que no flotan en el agua est¨¢n realmente frescos. El trabajo se prolong¨® algunas semanas para hacerlo con todo el rigor. La fecha en que hab¨ªan sido puestos los huevos estaba fuera de duda porque los aport¨® la familia de Diego, que tiene gallinas en casa. Los resultados de los ensayos supusieron una refutaci¨®n en toda regla a Argui?ano: huevos que hed¨ªan tras dos meses encerrados experimentaban la misma reacci¨®n que los frescos al introducirlos en el agua.
"Luego les hice ver la raz¨®n del fen¨®meno", comenta el profesor. "Los huevos m¨¢s viejos flotan porque, con el paso del tiempo, han perdido densidad. Pero eso tambi¨¦n est¨¢ en funci¨®n de cu¨¢l sea la densidad del agua. Le echamos sal y comprobamos que en ese caso era m¨¢s f¨¢cil que los huevos flotasen. De ah¨ª dedujimos que la prueba de Argui?ano puede ser v¨¢lida para las aguas m¨¢s ricas en sales de otras partes de Espa?a, pero no para las que tenemos aqu¨ª". El trabajo fue seleccionado como finalista, y los chavales tuvieron que afrontar la prueba m¨¢s delicada: exponer sus conclusiones y someterse a las preguntas de un tribunal en A Coru?a. A Marcos nunca lo abandon¨® el pesimismo: "?ramos cinco grupos y estaba seguro de que quedar¨ªamos quintos". Pero ganaron a todos, "hasta a los de m¨¢s pasta", repite Yeray como una letan¨ªa.
Ninguno tiene aspiraciones cient¨ªficas. Yeray quiere ser fontanero; Marcos, mec¨¢nico de coches, y Bruno, volver al desguace de autom¨®viles en el que ya trabaj¨® cuando ten¨ªa 13 a?os. Los responsables del colegio tampoco pretenden convertirlos en universitarios. "Lo que queremos demostrar", afirma el psiquiatra Alberte Arauxo, "es que un pa¨ªs avanzado no puede permitir que unos chicos est¨¦n abocados a la marginalidad por la falta de un tratamiento adecuado".
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