El Ej¨¦rcito israel¨ª bloquea L¨ªbano
Los bombardeos masivos matan a m¨¢s de 50 libaneses e inutilizan el aeropuerto de Beirut
Guerra sin cuartel. Israel ha respondido a la captura de dos soldados y a la muerte de ocho en el ataque lanzado por la milicia integrista de Hezbol¨¢ el mi¨¦rcoles sin contemplaciones, y con notorio desprecio por la vida de los civiles libaneses. M¨¢s de 50 personas, la gran mayor¨ªa civiles, han muerto en los dos ¨²ltimos d¨ªas en los bombardeos masivos que las Fuerzas Armadas israel¨ªes lanzaron sobre el pa¨ªs ¨¢rabe, bloqueado por tierra, mar y aire. A este balance de v¨ªctimas se suma la muerte de 25 palestinos y 10 israel¨ªes en dos d¨ªas. No obstante, la milicia chi¨ª se mostr¨® desafiante al m¨¢ximo. Ochenta cohetes Katiusha impactaron en Nahariya, a siete kil¨®metros de la frontera, y en varias ciudades, entre ellas Haifa, la tercera urbe israel¨ª, con 250.000 habitantes.
El llamamiento al alto el fuego del Gobierno liban¨¦s no tiene opci¨®n de prosperar
Los altos mandos militares de Israel no descartan una invasi¨®n terrestre
En el pueblo de Zarit, a 300 metros de la frontera libanesa, el estruendo de la artiller¨ªa y de los proyectiles de la aviaci¨®n fue una constante durante toda la jornada. Las columnas de humo se elevaban sobre las alturas de las colinas libanesas. Los uniformados israel¨ªes se desplegaron en carreteras e infinidad de parajes a lo largo de los 160 kil¨®metros de frontera. El trasiego de los veh¨ªculos militares fue incesante, mientras los vecinos que no hab¨ªan huido se refugiaban en sus domicilios. S¨®lo se ve¨ªan uniformes verdes.
Como sucede desde hace m¨¢s de dos semanas en la franja de Gaza, los cazabombarderos y helic¨®pteros israel¨ªes se ceban en cualquier infraestructura sospechosa a sus ojos. El aeropuerto internacional de Beirut, el principal aer¨®dromo de la aviaci¨®n libanesa en el este, a menos de diez kil¨®metros de la frontera siria en el valle de la Bekaa, y otro aeropuerto en el norte fueron inutilizados. Centenares de blancos, muchas veces militares, otras tantas civiles, como los barrios chi¨ªes de la capital libanesa, sucumbieron bajo el poder destructor israel¨ª. Sin cortapisa alguna. Los altos mandos del Ej¨¦rcito no descartan tampoco una invasi¨®n terrestre ni el asesinato del jeque Hassan Nasrala, l¨ªder de Hezbol¨¢, quien el mi¨¦rcoles se mostraba exultante: "Que pregunte el primer ministro israel¨ª, Ehud Olmert, a sus ministros por anteriores experiencias del ej¨¦rcito israel¨ª en L¨ªbano".
De momento, los muertos son en su inmensa mayor¨ªa libaneses. 53 civiles perecieron en numerosas ciudades y pueblos y hay m¨¢s de un centenar de heridos, muchos de gravedad. En Israel, una mujer perdi¨® la vida en Nahariya tras recibir el impacto de un misil Katiusha, y otra persona falleci¨® en Safed. En todo el pa¨ªs, hay medio centenar de heridos. Carmiel y Haifa, la tercera ciudad del Estado jud¨ªo, donde residen 250.000 habitantes, tambi¨¦n resultaron alcanzadas. Hezbol¨¢ lo neg¨®. Pero de ser cierto, habr¨ªa dado un paso crucial que acarrear¨¢ consecuencias: demuestra la milicia que es capaz de atacar Haifa, centro de la m¨¢s importante base naval y de varias industrias militares.
El llamamiento a un alto el fuego del Gobierno liban¨¦s, que asegur¨® ignorar la operaci¨®n que ejecut¨® Hezbol¨¢ en la base militar israel¨ª de Zarit anteayer, no tiene opci¨®n alguna de prosperar. El Ejecutivo de Ehud Olmert ha responsabilizado al Gabinete de Beirut de todo lo sucedido. Es un intento por obligar al Gobierno de Fuad Siniora para que se implique en el desarme de Hezbol¨¢ y que el Ej¨¦rcito regular asuma el control del sur del pa¨ªs, basti¨®n irreductible del grupo armado chi¨ª. Desde Sid¨®n hacia la frontera, tal como se puso de manifiesto en las elecciones de junio de 2005, las simpat¨ªas hacia Hezbol¨¢ son abrumadoras. Y en el resto del pa¨ªs son considerados h¨¦roes, pues su feroz resistencia forz¨® la expulsi¨®n de los soldados israel¨ªes, que abandonaron el territorio en mayo de 2000.
Los dirigentes hebreos son conscientes de que el desarme de Hezbol¨¢ es una quimera. Pero no por ello dejan de ejercer enorme presi¨®n sobre Beirut. "El Gobierno liban¨¦s tiene que entender que su inacci¨®n tiene un precio. Si no son capaces de enfrentarse al terror, no tenemos m¨¢s opci¨®n que luchar contra ¨¦l", asegur¨® el jefe del Estado Mayor, Dan Halutz.
Como ha sucedido en etapas precedentes de la historia de Israel, los militares adquieren preponderancia. Ariel Sharon, como ministro de Defensa, enga?¨® en 1982 al Gobierno de Menahem Begin. Prometi¨® una invasi¨®n limitada sobre el terreno y reducida en el tiempo. Los tanques entraron entonces hasta Beirut y permanecieron casi dos d¨¦cadas.
El devenir de los acontecimientos es imprevisible. Las circunstancias var¨ªan a ritmo trepidante. Israel amenaz¨® con bombardear las oficinas de Hezbol¨¢ -ya ha destrozado la sede de Al Manar, la televisi¨®n de la milicia-partido chi¨ª, que, no obstante, sigui¨® emitiendo- en una zona residencial de Beirut, pero su discurso se endurece tambi¨¦n, a medida que transcurren los minutos, sobre sus enemigos m¨¢s irreconciliables: Siria e Ir¨¢n, tradicionales aliados de Hezbol¨¢. Los portavoces de este movimiento aseguran disponer de m¨¢s de 10.000 cohetes Katiusha, un centenar de ellos con capacidad para golpear a 70 kil¨®metros de distancia. Y Olmert acusa a Damasco y a Teher¨¢n de proporcionar a la guerrilla chi¨ª armamento y de ayudarla a mejorar su arsenal. A menos de tres meses de su inicio de mandato, el primer ministro no puede mostrar debilidad. El r¨¦gimen del presidente sirio, Bachar el Assad, est¨¢ en la mirilla.
La milicia islamista ha conseguido su objetivo: mantiene a Ehud Goldwasser y a Eldat Regev cautivos y pretende negociar su canje por miles de prisioneros ¨¢rabes encarcelados en Israel. Como sucede en Gaza con el cabo Gilad Shalit, el Gobierno de Olmert pretende en L¨ªbano transmitir su mensaje a base de toneladas de explosivos. Es casi imposible que por este camino consiga la liberaci¨®n de sus uniformados.
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