"El 'soul' te daba fuerzas, te pon¨ªa a punto para el sexo"
En 1996, la revista brit¨¢nica Mojo organiz¨® una encuesta para determinar los guitarristas clave de la historia del rock. En el n¨²mero uno figuraba, ninguna sorpresa, Jimi Hendrix, pero el siguiente puesto estaba ocupado por Steve Cropper. Seg¨²n aquello, Cropper era entonces el mejor guitarrista vivo, algo que le parece una barbaridad: "Yo conozco mis virtudes y debilidades. Me siento m¨¢s c¨®modo con otra lista, la que sac¨® Rolling Stones: yo estaba en el treinta y tantos pero al lado de Bo Diddley, lo que ten¨ªa m¨¢s sentido".
Para los que se pregunten ?Steve qu¨¦?, ¨¦sta es una biograf¨ªa apresurada: Steve Cropper (Dora, Misuri, 1941) ya entrar¨ªa en la historia simplemente como miembro del lac¨®nico grupo instrumental Booker T. & the MG's. Pero tambi¨¦n fue uno de los catalizadores del soul de Memphis, tal como se practicaba en los sesenta, una zona libre de prejuicios donde conviv¨ªan blancos y negros.
"Tard¨¦ en saber c¨®mo nos desplumaron los listos del sello Atlantic. Todav¨ªa me indigna que se atribuyan docenas de discos nuestros"
"No tengo simpat¨ªa por el 'rap'. En los sesenta hab¨ªa muchas cosas horrorosas, pero separ¨¢bamos la ideolog¨ªa de la m¨²sica"
Son centenares las sesiones memorables que llevan sus limpias frases tajantes y conviene saber que en el sello Stax se difuminaban las funciones: Cropper pod¨ªa funcionar -sin cr¨¦dito ni porcentaje- como arreglista o productor. Adem¨¢s, firm¨® como coautor de ¨¦xitos imperecederos de Eddie Floyd (Knock on wood), Sam & Dave (Soul man), Don Covay (Sookie sookie), Wilson Pickett (In the midnight hour) y numerosas cl¨¢sicas de Otis Redding, incluyendo (Sittin' on) The dock of the bay.
Cropper se asombra hoy de que no hubiera ning¨²n tipo de drogas detr¨¢s de semejante ritmo de trabajo: "??ramos m¨¢s puritanos de lo que somos ahora! Stax ten¨ªa un local inc¨®modo, sobre todo en verano, con un equipo de grabaci¨®n primitivo que se recalentaba y fallaba. El punto era entrar con las ideas claras y salir corriendo".
Corpulento y cordial, Steve Cropper no tiene inconveniente en reconocer que apenas se enteraba de la alta pol¨ªtica de Stax Records: "Tard¨¦ en saber c¨®mo nos desplumaron los listos del sello Atlantic. Todav¨ªa me indigna que se atribuyan docenas de discos nuestros que simplemente distribu¨ªan. Nos robaron, pero es el estilo americano, con abogados, firmado y rubricado".
"Claro que los jefes de Stax se equivocaron demasiadas veces. Por ejemplo, como Booker T. & the MG's est¨¢bamos bajo contrato, ?nos prohibieron grabar Bridge over troubled water, con Simon & Garfunkel! ?Puedes cre¨¦rtelo? Debo reconocer que toc¨¢bamos clandestinamente en sesiones ajenas".
No es su estilo quejarse: los derechos de autor le proporcionan ingresos saneados. Sus canciones siguen grab¨¢ndose o, en el caso del hip-hop, son sampleadas regularmente: "No tengo simpat¨ªa por el rap. En los sesenta hab¨ªa muchas cosas horrorosas, incluyendo la segregaci¨®n racial, pero separ¨¢bamos la ideolog¨ªa de la m¨²sica. El soul te daba fuerzas, te hac¨ªa bailar, te pon¨ªa a punto para el sexo. Ahora, el rap te trae lo m¨¢s desagradable de la vida urbana, de una forma vulgar".
Se hace pocas ilusiones respecto al negocio de la m¨²sica: "La segmentaci¨®n de emisoras ha eliminado muchos sectores del mercado, incluyendo los que a m¨ª me gustan. Hoy no tiene sentido hacer un disco de alto nivel que la radio no va a pinchar. Tengo un proyecto con Felix Cavaliere, de los Rascals, que no s¨¦ si saldr¨¢ adelante. Hago discos para Jap¨®n, con artistas de all¨ª, pero Estados Unidos no quiere saber nada de lo nuestro".
Lo nuestro de Cropper es la explotaci¨®n del fil¨®n de los Blues Brothers, aquella ocurrencia de John Belushi y Dan Aykroyd que pas¨® al cine. Parece una franquicia pero Cropper recuerda que la banda exist¨ªa antes que los personajes de gafas, trajes y sombreros negros: "Belushi vio a los RCO All Stars, un grupo que montamos para Levon Helm, de The Band. Y pens¨®: 'Esto es lo que quiero'. A¨²n hoy, podemos enloquecer a cualquier p¨²blico. Ocurri¨® ayer en Pamplona, pero tambi¨¦n en Noruega, en un festival grunge. Pearl Jam iban de teloneros de Nirvana pero se asustaron. Nos llamaron, ten¨ªamos un d¨ªa libre y ?qui¨¦n pod¨ªa imaginar que el p¨²blico de Nirvana se sabr¨ªa todas nuestras canciones?". En lo personal, Cropper prefiere mantener un perfil bajo: apenas hay discos que lleven su nombre y sus amigos le deben empujar para que celebre su medio siglo como profesional. La humildad no es una pose, insiste, sino el reconocimiento fr¨ªo de sus limitaciones: "Cuando mont¨¦ mi estudio, Trans-Maximus, trabaj¨¦ con virtuosos como Jeff Beck. Jeff quer¨ªa que yo tocara en su disco y me cost¨® hacerle ver que ni estaba ni estar¨¦ a su nivel".
Vivi¨® varios a?os en Los ?ngeles pero ha terminado en Nashville: "Es la ciudad de los m¨²sicos m¨¢s que la capital del country. ?Demonios, si el country que lanzan ahora es esencialmente rock suave! Pero est¨¢ lleno de gente astuta. Un d¨ªa suger¨ª que fu¨¦ramos a tomar una cerveza. Alguien dijo: 'Son las doce, demasiado temprano'. Y yo respond¨ª: 'Pero ya son las cinco de la tarde en alg¨²n lugar del mundo'. Todos se rieron, alguien tom¨® nota. Poco despu¨¦s, hab¨ªa una canci¨®n con esas frases y era n¨²mero uno en listas de country".
Babelia
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