Al final de ETA
Estamos en el final de ETA y esa realidad deber¨ªamos entenderla como resultado, seg¨²n propugnaba el profesor Tierno Galv¨¢n. La realidad de la extinci¨®n de ETA, como producto resultante de una serie de factores ambientales e intestinos. Porque nada es igual en materia de terrorismo despu¨¦s del 11-S ni del 11-M. Las anteriores facilidades para la adquisici¨®n de armas y explosivos, para el acceso a campos de entrenamiento, para la obtenci¨®n del estatus de refugiado pol¨ªtico, para sustraerse a la acci¨®n de la polic¨ªa y de la justicia fijando la residencia en Estados santuarios, para recorrer el mundo como admirados luchadores por la libertad -de la que se habr¨ªan visto privados desde el general Franco en adelante-, se han trocado en inconvenientes. Ahora, organizaciones concomitantes con ETA y sus componentes figuran en las listas que compendian el terrorismo internacional y han pasado a merecer la persecuci¨®n.
Las organizaciones terroristas en suelo europeo han entrado en fase de desaparici¨®n en Irlanda y en los restantes miembros de la UE, mientras que en otros como Argelia o Libia, donde en su d¨ªa se brindaban facilidades a los etarras, ahora se cuidan en extremo de hacerlo. En paralelo, se ha ido produciendo -alegr¨¦monos de reconocerlo- un cierto progreso moral, que se ha expandido por ¨®smosis a las distintas capas de la poblaci¨®n y que ha coloreado las ¨¢reas geogr¨¢ficas conc¨¦ntricas, en orden cronol¨®gico inverso a su distancia respecto al Pa¨ªs Vasco. Ha ido creciendo cada d¨ªa la tolerancia cero hacia el asesinato como procedimiento utilizable para la promoci¨®n de objetivos pol¨ªticos, sociales, sindicales, empresariales, religiosos o de cualquier otro signo.
Hace a?os, cuando desde el malec¨®n de La Habana cualquier elemento a flote era utilizado para abandonar la isla aherrojada bajo el r¨¦gimen dictatorial de Fidel Castro, el entonces presidente del PNV, Xabier Arzalluz, queriendo eliminar cualquier sombra de connivencia con los terroristas de ETA, evoc¨® aquel ¨¦xodo angustioso y en una concentraci¨®n partidaria utiliz¨® una analog¨ªa contundente para identificar su propio porvenir al decir que si ellos [los terroristas etarras] ganaran, nosotros [enti¨¦ndase, los del PNV] ser¨ªamos balseros. Aceptemos que el progreso moral que mencionamos est¨¢ lejos de haber sido lineal y que ha presentado quiebras la colaboraci¨®n para impedir el crimen o para descubrirlo. Pero recordemos la reprobaci¨®n indignada que levantaron algunos asesinatos, como el de Francisco Tom¨¢s y Valiente o el de Fernando Buesa, o el de Miguel ?ngel Blanco.
El 16 de abril, cuando la celebraci¨®n del Aberri Eguna en la campa correspondiente, que por supuesto era alavesa, el lehendakari Ibarretxe hizo tambi¨¦n un pron¨®stico certero sobre la desaparici¨®n del terrorismo, ofreciendo como garant¨ªa que los vascos en modo alguno consentir¨ªan la vuelta a la violencia. Son dos ejemplos extra¨ªdos del mundo pol¨ªtico nacionalista pero podr¨ªan encontrarse otros muchos, tanto en las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas como en los medios de comunicaci¨®n, cuya trayectoria ha virado desde la proximidad con los terroristas, mantenida incluso tras la muerte de Franco, las elecciones generales del 77 y la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n del 78, hasta el antagonismo absoluto de los ¨²ltimos tiempos.
ETA se termina porque la democracia constitucional ha vencido, porque ha sabido depurar los excesos cuando incurri¨® en ellos y atenerse a la aplicaci¨®n del Estado de derecho en toda su integridad. Porque, como nos hab¨ªa explicado Walter Laqueur, los terroristas no alcanzan su prop¨®sito cuando se enfrentan a las democracias pero en el camino pueden acarrear la degradaci¨®n del sistema al que combaten. Acaba de recordarlo Charles Swift, el abogado militar que ha obligado a Bush a aplicar a los recluidos en Guant¨¢namo la Convenci¨®n de Ginebra. Swift se?ala que "si nuestros adversarios nos obligan a no seguir las reglas, perdemos lo que somos". Ahora la tarea pendiente es la de desmovilizar los efectivos residuales de la banda y la de atender a las clases pasivas resultantes. Pero ?ser¨ªan viables sin el respaldo del PP? ?Sobre qui¨¦n cargar¨ªa el PP la responsabilidad, si se saldaran con un fracaso? ?Alguien duda de que invalidar¨ªan los acuerdos, si llegaran a alcanzarse?
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