El dudoso env¨ªo de 'cascos azules'
El inveros¨ªmil desarme de Hezbol¨¢ y el muy dif¨ªcil despliegue de una fuerza de paz hacen prever que la guerra larvada durar¨¢
Isaac Rabin, el asesinado primer ministro de Israel, sol¨ªa decir que L¨ªbano era el ¨²nico pa¨ªs del mundo en el que se puede prever el porvenir: todo va siempre a peor. Once a?os despu¨¦s de su muerte la profec¨ªa sigue siendo v¨¢lida.
La historia reciente de L¨ªbano est¨¢ salpicada de intervenciones de fuerzas occidentales o de la ONU. Los marines norteamericanos desembarcaron en 1958, la Fuerza Interina de Naciones Unidas (FINUL) se instal¨® en el sur en 1978 y la fuerza multinacional se expandi¨® por Beirut en 1982. Cuando su estancia no acab¨® con un desastre, como ocurri¨® con los atentados de 1983, su despliegue resulta in¨²til, como es el caso de la FINUL, entre cuyos 2.000 cascos azules los combatientes, sobre todo Israel, causaron numerosas bajas.
La idea de enviar una fuerza de paz ha resurgido ahora con fuerza en el plan esbozado por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y cuenta con el respaldo de varios dirigentes occidentales y ¨¢rabes. Parece tan ut¨®pica como pedir al Ej¨¦rcito liban¨¦s que imponga orden en el sur del pa¨ªs.
Primero, como reconoci¨® Annan, la misi¨®n de la ONU regres¨® de su gira por la zona constatando que "hay serios obst¨¢culos para lograr un alto el fuego". Las condiciones puestas por Israel y Hezbol¨¢ para un cese de hostilidades est¨¢n en los ant¨ªpodas.
Segundo porque incluso si Beirut y la ONU se declaran dispuestos a cumplirlo, la principal exigencia del Estado jud¨ªo -el desarme de Hezbol¨¢- es una quimera. Apoyada por Siria e Ir¨¢n, con prestigio en el mundo ¨¢rabe, la milicia isl¨¢mica no entregar¨¢ las armas por las buenas. Tampoco lo har¨¢ por las malas. "Cualquier apuesta sobre el desarme de Hezbol¨¢ mediante operaciones militares es equivocada e incluso imposible", se?alaba un editorial del diario An Nahar.
Para ser eficaz la fuerza de interposici¨®n de la ONU en el sur deber¨ªa ser numerosa, bien equipada y su mandato contundente para "que las dos partes la teman", recalcaba recientemente Charles Heyman, editor de una revista sobre los ej¨¦rcitos europeos. Comprometidos en numerosos lugares, desde Irak hasta Afganist¨¢n pasando por la ex Yugoslavia, los ej¨¦rcitos occidentales -los ¨²nicos que Israel aceptar¨ªa ver desplegar masivamente a lo largo de su frontera- andan escasos de hombres para enviar a otra misi¨®n, y m¨¢s a¨²n si, como en L¨ªbano, el riesgo de tener bajas es elevado.
Veinticuatro a?os despu¨¦s de la gran invasi¨®n israel¨ª, L¨ªbano se retrotrae a los tiempos en que los palestinos bombardeaban desde su territorio a Israel con su artiller¨ªa. Cuando en 1982 el Ej¨¦rcito israel¨ª cruz¨® masivamente la frontera fue acogido con vivas de alegr¨ªa en los pueblos ch¨ªies, hartos de la opresi¨®n palestina. Ahora son los propios ch¨ªies los que retoman el testigo de la lucha contra "la entidad sionista". Para el Estado hebreo es mucho m¨¢s preocupante.
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