El hombre que huy¨® del infierno
Landis, que hasta los 19 a?os no vio la televisi¨®n, dej¨® la religi¨®n menonita familiar porque sus reglas le parec¨ªan "il¨®gicas" y no le permit¨ªan competir en domingo ni dedicarse al ciclismo
Floyd Landis no es un ciclista cualquiera, sino uno que ha ganado el Tour con una cadera destrozada y una pierna 15 mil¨ªmetros m¨¢s corta que la otra. Tampoco es una persona cualquiera, sino alguien que hasta los 19 a?os no hab¨ªa visto la televisi¨®n y al que sus padres le dec¨ªan que ir¨ªa al infierno si montaba en bici los domingos. Landis fue criado en Lancaster, Pensilvania, bajo los f¨¦rreos principios de la cultura menonita. Cualquier influencia del mundo exterior era considerada perjudicial. Nada de televisi¨®n, radio y ordenador, nada de m¨²sica. Bailar no estaba permitido. Hasta la perilla que hoy luce estaba prohibida. Convertirse en ciclista profesional, usar la ¨²ltima tecnolog¨ªa y viajar por el mundo era casi un pecado.
"Cuando me opere dentro de poco tiempo de la cadera, subastar¨¦ la vieja por Internet"
El joven Floyd se atrevi¨® a cuestionar todo el universo de sus padres. "Las reglas me parec¨ªan il¨®gicas. En clase de gimnasia no pod¨ªamos llevar pantalones cortos. ?Realmente puede preocuparle eso a Dios?", se pregunta Landis. Su rebeld¨ªa empez¨® por comprarse una bicicleta de monta?a a los 15 a?os. Primero la us¨® para ir a pescar, y luego para participar en carreras, algunas de ellas en domingo, un d¨ªa en que el ejercicio f¨ªsico estaba prohibido. Landis se salt¨® la norma y sigui¨® corriendo, aunque tuviera que entrenarse de noche porque antes deb¨ªa cumplir las tareas de casa. Y comenz¨® a ganar. Con 17 a?os venci¨® el Campeonato nacional junior de bicicleta de monta?a. "Mis padres me dijeron que ir¨ªa al infierno si segu¨ªa montando en bici. Les quiero, pero ten¨ªa que salir de all¨ª. La bici era la forma de hacerlo", recuerda. Con 19 a?os se mud¨® a California. El chico que jam¨¢s hab¨ªa probado el alcohol o la cafe¨ªna, que no sab¨ªa nada de moda o m¨²sica ni hab¨ªa estado en un aeropuerto, entr¨® en otro universo. Descubri¨® el cine y las canciones de Bruce Springsteen, las mismas que tararea ahora en el Phonak. S¨®lo sobre una bicicleta se sent¨ªa igual que los dem¨¢s.
La libertad provoc¨® un enfrentamiento con su padre, que transportaba materiales de construcci¨®n, y su madre, que no entendieron sus sue?os. Los triunfos del hijo rebelde han suavizado el choque. Landis se hizo profesional en 1999 y fich¨® por el Mercury. Gan¨® algunas vueltas menores y fue tercero y cuarto, respectivamente, en el Tour del Porvenir de 1999 y 2000. Suficiente para que Lance Armstrong le fichara para el US Postal. Landis se convirti¨® en uno de los grandes amigos del tejano, al que ayud¨® a ganar tres Tours. "Me ense?¨® a creer que todo es posible", afirma Landis. Cuando Armstrong rompi¨® todos los r¨¦cords con su sexto Tour, Landis decidi¨® volar por su cuenta. Dej¨® el Postal ante el enfado de Armstrong, que le acus¨® de traidor, y fich¨® por el Phonak, donde coincidi¨® con Pereiro. Las relaciones con Armstrong han vuelto a su cauce toda vez que se ha convertido en su sucesor. "Armstrong era una estrella. Yo no cambiar¨¦, estoy orgulloso de ser como soy", dice.
Landis es una caja de sorpresas. Tras romper con su pasado menonita se coron¨® en Par¨ªs y dentro de un mes pasar¨¢ por el quir¨®fano. En enero de 2003 sufri¨® una ca¨ªda entren¨¢ndose cerca de su casa en el sur de California y padece una necrosis en la cabeza de su f¨¦mur derecho: la sangre no circula bien y las c¨¦lulas se mueren. Es irreversible. Los m¨¦dicos le implantar¨¢n una pr¨®tesis en su cadera. "Deb¨ªa ganar el Tour porque puede que no vuelva", dijo tras su triunfo. "Si no fuera ciclista, me hubiera operado hace dos a?os. No me gusta vivir con este dolor, es un hueso restregando contra otro", explica. "Cuando camino y voy en bicicleta, el dolor va y viene, es como un dolor de artritis que me baja hasta la rodilla. La ma?ana es el mejor momento, apenas me duele, pero algunas noches no puedo dormir", a?ade.
El americano lleg¨® aterrorizado al control m¨¦dico del Phonak. Entonces su pierna derecha era cinco mil¨ªmetros m¨¢s corta que la izquierda y no pod¨ªa subir las escaleras sin apoyarse en la barandilla. Hoy el desnivel es de 15 mil¨ªmetros. "S¨¦ que cada d¨ªa es peor", admite Landis, que debe subir a la bicicleta poniendo siempre primero su pierna derecha. "Para cualquier persona ser¨ªa dif¨ªcil hasta andar", aseguran los m¨¦dicos, que no se explican c¨®mo consigue escalar los Pirineos y los Alpes, una distancia vertical equivalente a tres veces el Everest. El secreto, piensan, est¨¢ en su resistencia al dolor, aliviado con cortisona. "Necesitar¨¦ un bast¨®n. O mejor, una silla de ruedas. Ir¨¦ hasta la salida en silla de ruedas y me subir¨¦ a la bicicleta", bromeaba con los doctores, "y cuando me operen, subastar¨¦ la vieja cadera por Internet". Como hizo Armstrong, pretende crear una fundaci¨®n sobre su enfermedad y en enero organizar¨¢ un campus de ciclismo para j¨®venes.
Landis es un corredor hecho a s¨ª mismo, su propio preparador. Apenas le ayudan un m¨¦dico chino, Allen Lim, y su entrenador Robbie Ventura, ex compa?ero del US Postal. Su lesi¨®n fue un secreto conocido por pocos. "?C¨®mo est¨¢ tu dedo?", le preguntaba Ventura por tel¨¦fono en clave. "Siempre ha dicho que ganar¨ªa el Tour, hace a?os que lo repite", asegura su mujer, Amber. "Volver¨¢, y lo har¨¢ m¨¢s fuerte. S¨®lo se ha visto el 80% de su potencial", defiende Lim. En el Phonak le ven como "el l¨ªder ideal", extrovertido y bromista. Sus padres le visitaron hace meses en California para conocer a su nieta. Era la primera vez que sub¨ªan a un avi¨®n, claro. Pese al ¨¦xito, Landis encuentra dos semanas al a?o para visitar a sus padres y a sus cinco hermanos. Por unos d¨ªas se olvida de su propia p¨¢gina web, del m¨®vil y del pinganillo para volver a ser un menonita.
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