Barcel¨® y Nadj arrasan en Avi?¨®n
La edici¨®n de este a?o del festival rebasa los l¨ªmites del teatro
La 60? edici¨®n del Festival de Teatro de Avi?¨®n llega a su fin con un balance favorable desde diversos puntos de vista: la respuesta popular ha estado a la altura -las salas del in han superado el 88% de localidades vendidas; el off ha presentado 856 montajes-, el p¨²blico se ha reconciliado con los artistas -la edici¨®n anterior fue la del divorcio entre unos y otros- y la calidad y la inventiva han acudido a la cita. Las obras o montajes de mayor inter¨¦s son los que se sit¨²an en las fronteras del teatro, los que cuestionan la teatralidad misma. Y al frente de todas ellas, un¨¢nimemente, Paso doble, de Miquel Barcel¨® y Josef Nadj.
"Cuando Josef Nadj me propuso que colabor¨¢semos para hacer una obra puse como condici¨®n que no hici¨¦ramos teatro", explica Barcel¨®. Para ¨¦l eso significa que todo lo que hicieran "fuese verdad, que nada fuera representado". Y lo han hecho durante 10 d¨ªas, cada tarde, durante una hora, sacrificando a un ritmo agotador y m¨¢gico, en la capilla de los C¨¦lestins, "en el lugar que ocupaba el altar, donde se produc¨ªa la transustanciaci¨®n", dice el artista mallorqu¨ªn al tiempo que cuenta que "lo que realmente es m¨¢gico es que esa iglesia es obra de Pere Morell, un arquitecto que tambi¨¦n era mallorqu¨ªn".
El ¨¦xito ha sido enorme. Lib¨¦ration, Le Monde o Le Figaro han abierto sus suplementos dedicados al festival con fotos de Paso doble. Quienes tienen memoria cultural han equiparado la emoci¨®n vivida a la que les procur¨® descubrir, en la d¨¦cada de los cincuenta, Le myst¨¨re Picasso, el filme de Clouzot, pues en los dos casos se nos revela el gesto y el trabajo creador en directo.
Es m¨¢s importante el proceso que la obra resultante. "Por eso no quiero repetir la experiencia m¨¢s all¨¢ de esos 10 d¨ªas en Avi?¨®n. Nos la han pedido desde Nueva York, hay otras instituciones interesadas pero el trato con Nadj es claro. Adem¨¢s, quiero volver a lo m¨ªo. No pienso cambiar de oficio y convertirme en un teatrero", r¨ªe Barcel¨®, al tiempo que admite que le satisface que "hayan venido a verme mi madre y mi hija. Y tambi¨¦n mis amigos de Mal¨ª. Y me impresion¨® el abrazo de Peter Brook. Le hab¨ªa gustado mucho. Me supo mal porque iba vestido de un blanco radiante y con el abrazo qued¨® lleno de barro".
Peter Brook tambi¨¦n explora los l¨ªmites del teatro. Literalmente. Volviendo a los or¨ªgenes y porque su montaje de Sizwe Banzi est mort trata de fronteras y pasaportes, de quien est¨¢ dentro y quien est¨¢ fuera y de la arbitrariedad. Es teatro de urgencia, escrito a principios de los setenta, en ?frica del Sur, y que se refiere a la realidad del apartheid. Hoy, esa discriminaci¨®n toma otras formas administrativas, como la de los permisos de trabajo o residencia. Brook habla de ello con un m¨ªnimo de elementos: cuatro proyectores, unos cartones y dos percheros. Y dos actores, claro. Ellos cuentan, viven, y de sus gestos y palabras depende que se renueve el viejo contrato entre el escenario y la platea, que nos creamos que el cart¨®n es autob¨²s o estudio de fot¨®grafo, que el perchero sea puerta y cabina telef¨®nica.
Jo?l Pommerat, autor y director de la extraordinaria puesta en escena de Les marchands, pretende que "la presencia (?humana!) es el acto fundador del teatro". Puede, pero lo que ¨¦l hace es aplicar las t¨¦cnicas del cine al teatro. Bartabas, en Battuta, reconcilia el teatro con el circo y abandona los delirios est¨¦tico-filos¨®ficos que lastraban sus ¨²ltimos espect¨¢culos.
?Otros espect¨¢culos fronterizos? Mnemopark, de Stefan Kaegi y su grupo Rimini Protokoll. Aqu¨ª el teatro se frota con el documento y la sociolog¨ªa, todo con la ayuda de un ingenioso dispositivo de trenes el¨¦ctricos y v¨ªdeo. El choque entre pa¨ªses, entre culturas, es la materia misma de Gente de Se¨²l, un texto del japon¨¦s Oriza Hirata dirigido por Fr¨¦d¨¦rich Fisbach en el que los invasores nipones de 1910 chocan con las costumbres de los coreanos. Unos y otros comparten la influencia china pero cada pa¨ªs la ha adaptado a su realidad. La frontera que los japoneses quisieran negar existe.
La edici¨®n de 2005, que tuvo como artista invitado a Jan Fabre, acab¨® envuelta en el esc¨¢ndalo y la pol¨¦mica. Los cr¨ªticos reprochaban al certamen haberse desinteresado del texto teatral para privilegiar las aproximaciones entre teatro y arte contempor¨¢neo. Los mismos que abominaban de ese viaje a las fronteras del teatro aplauden ahora el encuentro entre el core¨®grafo Nadj y el artista pl¨¢stico Barcel¨®.
El choque entre mundos, entre t¨¦cnicas, entre tradiciones, puede ser productivo cuando hay una voluntad clara: "Nadj quer¨ªa entrar en un cuadro m¨ªo", dice Barcel¨®, "y yo le puse y me puse unas pocas condiciones: que el trabajo resultante fuese algo que yo pudiese asumir, que se construyese a partir de mi vocabulario pl¨¢stico y que no hubiese teatro". Y es as¨ª como nace el mejor espect¨¢culo de un festival. De teatro.Las obras o montajes de mayor inter¨¦s son los que cuestionan la teatralidad misma
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