Se busca malaria en la momia del emperador Carlos V
Cient¨ªficos espa?oles determinan a trav¨¦s del an¨¢lisis del dedo me?ique de Carlos V que padec¨ªa una grave gota y posiblemente malaria. La investigaci¨®n ha sido autorizada por Juan Carlos I
Puede que en el imperio de Carlos V (1516- 1556), con fronteras en Asia y Am¨¦rica, no se pusiera el sol. Pero el emperador, tambi¨¦n Carlos I de Espa?a, sufr¨ªa. Sufr¨ªa, en concreto, de agudos dolores debidos a una grave gota que le imped¨ªa, por ejemplo, escribir sus cartas. Y tambi¨¦n, con toda probabilidad, padec¨ªa peri¨®dicos ataques de fiebre iguales a los que hoy siguen sufriendo millones de personas en el planeta causados por la malaria. Un grupo de investigadores espa?oles ha encontrado en el dedo me?ique, momificado, del emperador Carlos V, los cristales de urea propios de una gota muy grave. El paso siguiente en la investigaci¨®n es hallar tambi¨¦n, en los gl¨®bulos rojos de la sangre imperial, indicios del par¨¢sito causante de la malaria. Todo apunta a que lo encontrar¨¢n, y entonces se tratar¨¢ de un hallazgo cient¨ªfico de primera fila porque no hay constancia, seg¨²n los investigadores, de que nadie haya extra¨ªdo restos de un par¨¢sito de malaria de una momia. Pero, lo encuentren o no, la historia de c¨®mo un grupo de investigadores del siglo XXI acaba aplicando toda una bater¨ªa de modernas t¨¦cnicas de an¨¢lisis sobre unos restos imperiales de cuatro siglos y medio de edad no tiene desperdicio.
"Es un hallazgo espectacular tanto desde el punto de vista cient¨ªfico como hist¨®rico", dice desde su retiro en los montes asturianos Juli¨¢n de Zulueta, un m¨¦dico que ha pasado 25 de sus 85 a?os trabajando con malaria para la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) en zonas tropicales. Con ¨¦l empieza la azarosa historia del dedo me?ique del Emperador -de su ¨²ltima falange para ser precisos-. ?Dedo de la mano derecha o izquierda? No se sabe. Porque el resto del cuerpo, de la momia, no puede verse. ?Y qu¨¦ hace la ¨²ltima falange del dedo me?ique de un Emperador fuera de su sarc¨®fago? Ah...
Volvamos a De Zulueta. ?l jura recordar a¨²n hoy, con gran nitidez, una foto aparecida en un diario franc¨¦s en 1936: un miliciano aparec¨ªa abrazado a una momia muy bien conservada, con barba y los ojos abiertos. En plena ¨¦poca de asaltos a lugares religiosos en Espa?a, la foto, dice De Zulueta, era de la momia de Carlos V, que hoy -como entonces- descansa en su sarc¨®fago en el monasterio de El Escorial. De Zulueta ten¨ªa entonces 17 a?os y estaba en Par¨ªs con su familia, que m¨¢s tarde emigrar¨ªa a Colombia. All¨ª, el joven Juli¨¢n se hizo m¨¦dico especialista en medicina tropical, y empez¨® a familiarizarse con el tipo de par¨¢sito que siglos antes -seg¨²n afirman los historiadores- acab¨® con la vida del Emperador a la edad de 40 a?os. Y nunca olvid¨® la foto que tanto le impresion¨® de adolescente.
As¨ª que cuando, ya retirado y establecido en Ronda -donde fue alcalde del PSOE entre 1983 y 1987- ley¨® el trabajo cient¨ªfico de un colega estadounidense capaz de trabajar con tejidos momificados, rehidrat¨¢ndolos, se le ocurri¨® la posibilidad de estudiar la momia imperial -"yo sab¨ªa que estaba momificado, por aquella foto"- y buscar en ella el par¨¢sito de la malaria.
No fue posible. El rey Juan Carlos opt¨® por no autorizar la apertura del sarc¨®fago para obtener las muestras. Y Juli¨¢n de Zulueta aparc¨® su sue?o de parasit¨®logo con curiosidad por la historia.
Hasta hace apenas dos a?os, cuando la casualidad se puso de su parte. "Est¨¢bamos en El Prado, era una exposici¨®n sobre el retrato. Alguien coment¨® algo de uno de los cuadros y yo intervine. Y de repente oigo que me llaman: '?Juli¨¢n, pero hombre! Si llevo acord¨¢ndome de ti todos estos d¨ªas!' Era el responsable de Patrimonio, con quien yo hab¨ªa tratado cuando tuvimos que pedir el permiso para la momia. Estaba euf¨®rico. Me cont¨® que hab¨ªan sabido que hab¨ªa un dedo me?ique del emperador Carlos V fuera del sarc¨®fago, en una urna de la sacrist¨ªa de El Escorial. As¨ª que de nuevo se abr¨ªa la posibilidad de hacer el trabajo".
Esta vez el Rey no puso pegas. Pero don Juli¨¢n no dispone de un laboratorio adecuado para abordar el trabajo. Qu¨¦ mejor que contactar con Pedro Alonso, del hospital Cl¨ªnic d'Investigacions Biom¨¨diques August Pi i Sunyer, que ensaya actualmente una vacuna contra la malaria en Mozambique, con fondos del mism¨ªsimo
Bill Gates.
Alonso, prudente, sugiri¨® ir a ver los restos en persona antes de montar la parafernalia propia de un trabajo as¨ª. "Fuimos los dos al monasterio, a la sacrist¨ªa. All¨ª, en ese escenario grandioso, el monje se puso unos guantes blancos, supongo que por respeto, y sac¨® la falange", narra De Zulueta. "Nosotros no la tocamos en ning¨²n momento, pero vimos que estaba en buen estado. As¨ª que el dedo fue trasladado a Barcelona". Y lo fue nada menos que en un furg¨®n f¨²nebre -aunque sin escolta, cosa que, cuenta Zulueta, se propuso en alg¨²n momento-.
Lo dem¨¢s es pura ciencia, pero se puede contar s¨®lo una parte porque el trabajo sigue en curso. Es m¨¢s, desvelar los resultados podr¨ªa ser, adem¨¢s de prematuro, un obst¨¢culo a la hora de publicarlos en una revista cient¨ªfica importante. El inter¨¦s de la parte que s¨ª se puede contar es, no obstante, parejo al del resto de la historia. De hecho ha merecido la publicaci¨®n de un art¨ªculo que sale hoy en una prestigiosa revista m¨¦dica, The New England Journal of Medicine.
Se trata de la confirmaci¨®n de que Carlos V ten¨ªa gota. "Sus m¨¦dicos diagnosticaron su artritis como gota. Sin embargo, y hasta donde sabemos, nunca ha habido una confirmaci¨®n biol¨®gica objetiva de este diagn¨®stico", escriben los autores. Y m¨¢s adelante: "Informamos aqu¨ª del hallazgo de gran cantidad de tofo de gota con dep¨®sitos de urea que confirman la sospecha cl¨ªnica de gota grave en esta muestra ¨²nica de los restos momificados de Carlos V", escriben los autores.
Pedro L. Fern¨¢ndez, pat¨®logo del hospital Cl¨ªnico, especializado adem¨¢s en paleopatolog¨ªa, confiesa su emoci¨®n cuando supo del proyecto. "Es una oportunidad que se le presenta muy pocas veces a un pat¨®logo. Fue una suerte que el me?ique estuviera fuera del sarc¨®fago. He trabajado en momias mucho m¨¢s antiguas, incluso de la edad del bronce, pero por supuesto no tienen la importancia de la del emperador Carlos V", dice.
Ya con el dedo en el laboratorio los investigadores procedieron a aplicar las t¨¦cnicas necesarias para "rehidratarlo". "Los tejidos momifican porque pierden r¨¢pidamente el agua", explica Fern¨¢ndez. Y una vez rehidratado "se procede a extraer una biopsia, como en los pacientes actuales".
Los cient¨ªficos hicieron radiograf¨ªas del dedo, "que mostraron la erosi¨®n del hueso por los cristales de urea", explica Fern¨¢ndez. Tambi¨¦n seccionaron la muestra en lonchas de mil¨¦simas de mil¨ªmetro para poder observarlas al micro. E hicieron distintos tipos de an¨¢lisis qu¨ªmicos para averiguar la composici¨®n de los cristales. En total el trabajo llev¨® alrededor de un mes. Y ha valido la pena: "Nuestros hallazgos son relevantes en dos aspectos. Primero, la detecci¨®n de cristales de urea en tejido momificado representa un hallazgo excepcional en paleopatolog¨ªa", escriben en The New England Journal of Medicine. Y segundo, porque "confirma la gravedad extrema de la enfermedad artr¨ªtica del Emperador". La dolencia hab¨ªa destruido la articulaci¨®n de la falange, y se extend¨ªa a los tejidos blandos circundantes.
El Emperador ten¨ªa motivos para quejarse: ya a los 28 a?os describ¨ªa a su hermana Mar¨ªa de Hungr¨ªa c¨®mo sufr¨ªa de "ataques de gota". "Esto es una confirmaci¨®n m¨¢s de que la falange pertenece efectivamente al Emperador", afirma Pedro Fern¨¢ndez.
?Se puede estar seguros de que la falange es de quien se dice que es? Los responsables de Patrimonio, probablemente, no pondr¨ªan la mano en el fuego por ello. Y la ¨²nica manera de despejar completamente las dudas ser¨ªa volver a abrir el sarc¨®fago, hacer un an¨¢lisis de ADN al dedo y al resto del cuerpo y cotejar los resultados. De hecho la revista The New England Journal pidi¨® algo as¨ª, cuenta Fern¨¢ndez, pero los investigadores no obtuvieron permiso para ello.
No obstante, la documentaci¨®n hist¨®rica apunta a que el dedo es de su due?o. Porque el Emperador no tuvo un descanso tan tranquilo como podr¨ªa esperarse dado su rango. Pedro Larrea, delegado de Patrimonio en San Lorenzo de El Escorial, envi¨® en diciembre de 2004 una nota al presidente del Consejo de Administraci¨®n de Patrimonio Nacional con el siguiente asunto: "Primera Falange del dedo peque?o de Carlos V". Y en ella explica: "(...) los perpetradores de la revoluci¨®n de 1868 abren la sepultura del Emperador y el cad¨¢ver vuelve a ser visitado por curiosos. Uno de ellos ofrece 20 reales a uno de los custodios a cambio de alg¨²n miembro del cuerpo y obtiene la falange, un dedo que entrega al malhechor".
"La primera falange del dedo peque?o del cuerpo de Carlos V llega a las manos del Marqu¨¦s de Miraflores y su hermana, la Marquesa viuda de Martorell, de un modo totalmente involuntario el 14 de septiembre de 1870, firmando ambos en la misiva que dirigen al rey Alfonso XIII, el 31 de Mayo de 1912, no haber empleado medio alguno para adquirirlo".
Alfonso XIII debi¨® de mandarlo a El Escorial, y as¨ª fue como la ¨²ltima falange del me?ique del emperador Carlos V acab¨® en una urna de la sacrist¨ªa. La nota de Larrea, que fue en definitiva la que sac¨® a la luz la existencia de la falange separada de su due?o, estaba motivada por el deseo de los monjes agustinos de El Escorial de volver a inhumar el resto. Pero por ahora parece que no se har¨¢. La falange, o lo que queda de ella tras los an¨¢lisis cient¨ªficos, ya ha vuelto a su urna.
Queda s¨®lo una pregunta. ?Por qu¨¦ momific¨® espont¨¢neamente el Emperador? Alguien que ya ha o¨ªdo esta historia respondi¨® con iron¨ªa: "Los emperadores ya se sabe". Pero no es una hip¨®tesis con muchos partidarios. La que gana es la de Juli¨¢n de Zulueta: "Carlos V muri¨® en septiembre, cuando se hacen los jamones". Fue enterrado bajo el altar del Monasterio de Yuste, en un lugar fresco y seco. Como deben conservarse los alimentos.
25 a?os tras un punto en una foto
Juli¨¢n de Zulueta pasa el verano en una casa de paredes de un metro de ancho, en un pueblo que en invierno queda sepultado bajo la nieve. Tiene un h¨®rreo panadero y se preocupa por la conservaci¨®n de los osos pardos. Sus ojos est¨¢n acostumbrados a identificar el par¨¢sito de la malaria en el microscopio, y se?ala con el dedo un puntito en una foto. "?Lo ves? Es ¨¦ste. Aqu¨ª se ve muy claro". Es la imagen microsc¨®pica de una preparaci¨®n, y De Zulueta identifica un gl¨®bulo rojo infectado.
El trabajo de este m¨¦dico retirado le llev¨® hace tiempo a autoinfectarse "experimentalmente", dice, con el par¨¢sito de la malaria. Se tumbaba al anochecer en una hamaca con los tobillos descubiertos, sin mosquetero. "Quer¨ªamos comprender el patr¨®n de transmisi¨®n", dice. "Por entonces no hab¨ªa resistencias a los antimal¨¢ricos, el tratamiento funcionaba estupendamente. No hab¨ªa peligro". Pero ning¨²n tratamiento le libr¨® de pasar d¨ªas "hecho polvo". Asegura sin embargo que " estuvo bien vivirlo, saber c¨®mo lo pasan millones de personas en el mundo, con ataques de este tipo una y otra vez".
Una vez retirado, la OMS sigui¨® contando con ¨¦l como asesor. Es un parasit¨®logo reconocido internacionalmente y cuenta con numerosas publicaciones cient¨ªficas. La primera sobre la malaria es de 1942.
Hoy en d¨ªa, s¨ª ha aparecido resistencia a la mayor¨ªa de f¨¢rmacos antimalaria y la esperanza de la comunidad internacional est¨¢ puesta en una vacuna, como la que ensaya el espa?ol Pedro Alonso en Mozambique. Sin embargo, De Zulueta recuerda que ninguna vacuna dar¨¢ inmunidad completa.
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