Ocultas en nombre de Al¨¢
Las saud¨ªes, ausentes de la escena p¨²blica, alzan la voz para exigir sus derechos
Amal habla en voz baja, como si confesara un secreto. Est¨¢ en su habitaci¨®n, sin velo ni abaya, la larga t¨²nica negra que debe llevar y que la cubre de la cabeza a los pies. La puerta est¨¢ cerrada. "El papel de la mujer es muy d¨¦bil. Los hombres creen que nacimos para quedarnos en casa y cuidar de los ni?os; no conf¨ªan en nosotras. El problema son las tradiciones", asegura por tel¨¦fono. Habla en franc¨¦s. Amal vive en Riad, capital de un reino considerado como uno de los Estados m¨¢s represivos con la mujer. Sin derecho a votar ni a conducir. Vive en Arabia Saud¨ª.
Qism al Ailat. Al llegar por primera vez a Arabia Saud¨ª, son las primeras palabras en ¨¢rabe que cada uno recuerda. Una expresi¨®n que aparece en los restaurantes, los bancos, los centros comerciales, los hospitales. Significa "secci¨®n familiar"; indica las zonas reservadas a las mujeres y prohibidas a los hombres solos. Amal suele irse de compras o a tomar un caf¨¦ en el centro de Riad, pero debe estar acompa?ada por un mahram, un tutor. Para ejercer cualquier actividad, siempre necesita su permiso; puede ser su marido, su padre o un hermano, aunque sea menor de edad. Hasta hace poco, una mujer deb¨ªa comprar bragas y sujetadores a un vendedor hombre. Y para muchas saud¨ªes es la base del problema.
Para ejercer cualquier actividad, las saud¨ªes necesitan el permiso de un hombre: su marido, su padre o su hermano, aunque sea menor de edad
Wajeha no oculta su rabia cuando habla de su pa¨ªs. "Una mujer no puede hacer nada sin un guardia hombre", sanciona por correo electr¨®nico. Y desgrana una larga lista de lo que la mujer no puede hacer sin el permiso de un hombre: "Irse de casa, abrir una cuenta corriente, llevar la vida que quiera". "La mujer es tratada como una retrasada mental. No es nada", concluye esta escritora que vive en Al Hasa, al este del reino ¨¢rabe. Una visi¨®n que oculta el ¨¦xito literario del a?o: Las chicas de Riad. Su autora, Rajaa al Sanie, de 25 a?os, cuenta la vida de cuatro j¨®venes asfixiadas por el peso de las tradiciones. Los tab¨²es se rompen: el lujo, el alcohol, la homosexualidad. ?Una se?al de apertura? Las palabras de Amal toman sentido: "?Las mujeres fuertes s¨ª existen!"
M¨¢s de ocho millones
En Arabia Saud¨ª, las mujeres no son una minor¨ªa. De los 16,5 millones de s¨²bditos, seg¨²n datos oficiales de 2004, 8,2 millones son mujeres, el 49,9%. Y son ambiciosas. El ¨ªndice de alfabetizaci¨®n femenino supera el 70%; las saud¨ªes representan el 58% de los 200.000 licenciados cada a?o. Quieren ser profesoras, m¨¦dicas, arquitectas, abogadas. Est¨¢n dispuestas a posponer la creaci¨®n de una familia. Se casan cada vez m¨¢s tarde (a los 22 a?os de media), recurren a anticonceptivos (el ¨ªndice de fecundidad cay¨® de 8,26 ni?os por mujer en 1980 a cuatro en la actualidad). O se divorcian. En 2002 hubo 70.000 bodas y 13.000 divorcios, inform¨® el diario Al Iqtisadiy¨¢. M¨¢s sorprendente: las mujeres poseen, seg¨²n el Ministerio de Comercio saud¨ª, el 70% del total de los ahorros depositados en los bancos del reino.
"La evoluci¨®n de la mujer es uno de los cambios m¨¢s espectaculares en Arabia Saud¨ª", comenta Fatiha Dazi-H¨¦ni, investigadora francesa y autora de un libro sobre las sociedades del Golfo. El punto de ruptura se remonta a 1990 cuando, tras la guerra del Golfo, 47 mujeres condujeron sin ch¨®fer en un aparcamiento de Riad. Era -y a¨²n es- ilegal. La conmoci¨®n vino, sin embargo, 12 a?os m¨¢s tarde, en marzo de 2002, cuando el incendio de una escuela caus¨® la muerte de 15 alumnas. La polic¨ªa religiosa les impidi¨® salir del edificio porque, argument¨®, no llevaban velo. Pero la sociedad saud¨ª no acept¨® la versi¨®n oficial y exigi¨® responsabilidades. Son cada vez m¨¢s las mujeres que escriben en la prensa para denunciar su situaci¨®n y exigir sus derechos. "Hasta que hombres y mujeres no sean realmente iguales, seguiremos viendo a mujeres maltratadas", escribi¨® Abir Mishkhas en Arab News.
Wajeha es una privilegiada. Trabaja en Saudi Aramco, la mayor compa?¨ªa estatal de petr¨®leo del mundo. Amal nunca trabaj¨®. "El verdadero problema es el empleo", seg¨²n Dazi-H¨¦ni. O mejor dicho, el desempleo. Las saud¨ªes s¨®lo representan el 5% de la fuerza laboral. "Los derechos c¨ªvicos es la ¨²ltima preocupaci¨®n de las saud¨ªes", opina la investigadora. Y a?ade: " Se sienten como una fuerza laboral excluida; su principal reivindicaci¨®n es trabajar". Una paradoja en un pa¨ªs que da empleo a unos seis millones de extranjeros y en el que la tasa de paro oscila entre el 13%, seg¨²n cifras semioficiales, y el 30%, alertan otras fuentes. Es la ¨²nica vez que Amal alza el tono: "?Quiero trabajar!".
Las cosas cambian. Las autoridades organizaron en junio de 2004 un Di¨¢logo Nacional dedicado a los derechos de las mujeres. Pueden tener un DNI desde 2001, y abrir un negocio desde hace dos a?os. "Mi sue?o es crear mi propia empresa", reza una mujer en un cartel publicitario en Yeda, la segunda ciudad del reino. Las autoridades confirmaron el pasado 9 de mayo que las mujeres sustituir¨¢n a los hombres como vendedores de lencer¨ªa. Dos mujeres fueron elegidas en el Consejo de Administraci¨®n de la C¨¢mara de Comercio e Industria de Yeda. "La emancipaci¨®n de la mujer pasa por el trabajo. ??sa es la verdadera lucha!", insiste Dazi-H¨¦ni.
La lucha se anuncia larga. "Son cambios cosm¨¦ticos", comenta Madawi al Rasheed, profesora saud¨ª de antropolog¨ªa de la religi¨®n en el King's College de Londres. "La mayor¨ªa de las reformas reflejan la preocupaci¨®n de un r¨¦gimen por aparecer m¨¢s aceptable en Occidente", explica. Arabia Saud¨ª est¨¢ en el punto de mira desde que 15 de los 19 terroristas del 11-S eran de nacionalidad saud¨ª. "El problema son las leyes", dice Wajeha. "Necesitamos leyes que establezcan que las mujeres son ciudadanas iguales". Amal lo tiene claro: las tradiciones sons las culpables. "No son l¨®gicas, est¨¢n en contra del desarrollo y de la mujer", dice convencida. El a?o pasado, las mujeres no pudieron participar en las primeras elecciones municipales de la historia del reino, mientras que las autoridades hab¨ªan informado de que ten¨ªa derecho a votar "todo ciudadano" mayor de 21 a?os. Se argument¨® entonces que hab¨ªa que establecer un doble sistema de cabinas de voto para respetar la divisi¨®n de sexos. Como si las autoridades se hubieran olvidado de la Qism al Ailat, la "secci¨®n familiar".
Control religioso
?Contradicciones? "La familia real Al Saud
[que gobierna Arabia Saud¨ª desde 1932] presenta reformas, pero est¨¢ sometida al liderazgo religioso que controla la sociedad", explica la investigadora Dazi-H¨¦ni. El jeque Saleh Bin Fawzan al Fawzan acus¨®, el pasado 29 de junio en Al Watan, a los que apoyan la idea de que las mujeres puedan trabajar de "quitarles su dignidad". En casa, contin¨²a, "est¨¢n protegidas moral y f¨ªsicamente". Conservadora es la sociedad saud¨ª, aunque tambi¨¦n se cuestiona c¨®mo cambiar. Tash Ma Tash es la serie estrella de la televisi¨®n saud¨ª. En uno de los episodios, las mujeres trabajan, no llevan velo, los hombres cuidan de los ni?os y limpian la casa.
La posibilidad para las mujeres de vender lencer¨ªa a otras mujeres no dur¨® mucho tiempo; las autoridades aplazaron su aplicaci¨®n. La expresi¨®n Qism al Ailat es vigente y seguir¨¢ creando situaciones surrealistas, cuando no c¨®micas. As¨ª, por ejemplo, la abaya, la t¨²nica negra destinada a "ocultar el deseo", a veces lo provoca. Los centros comerciales son los lugares preferidos de los j¨®venes para ligar; cambiar una mirada, un mensaje con el tel¨¦fono m¨®vil, o dar el n¨²mero en un papel dejado por el suelo. La polic¨ªa religiosa vigila. No todos los velos y abayas son opacos. La abaya francesa fue un ¨¦xito hace unos a?os porque dibuja las formas de las mujeres; algunos velos son casi transparentes para que la mirada sea m¨¢s intensa. "Lo que est¨¢ prohibido es deseado", dice un proverbio saud¨ª.
Wajeha es pesimista: "La mujer no puede mejorar su situaci¨®n porque las puertas est¨¢n cerradas". En Arabia Saud¨ª, muchos conocen esos versos del sirio Nizar Kabbani: "Escribir¨¦ sobre la c¨¢rcel que chupa los a?os de los presos. / Sobre las puertas que no se abren. / Sobre esa inmensa celda. / Y sobre sus negros muros. / Y sobre los miles de mujeres m¨¢rtires / Enterradas sin nombre / En el cementerio de la tradici¨®n". La puerta de la habitaci¨®n de Amal sigue cerrada. Alguien toca a la puerta; no responde y concluye: "La libertad es cuando puedo decir s¨ª o no".
Arabia Saud¨ª
- Territorio: 1.960.582 km2.
- Poblaci¨®n: 16.529.302.
Hombres: 8.285.662.
Mujeres: 8.243.640.
Extranjeros: 6.144.236.
- Mortalidad infantil: 12,8 por 1.000.
-
Renta per c¨¢pita: 12.800 d¨®lares.
- Industria: petr¨®leo.
- R¨¦gimen: monarqu¨ªa absoluta.
- Voto: s¨®lo hombres, a partir de los 21 a?os.
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