Econom¨ªa sumergida de verano
Los vendedores ambulantes tambi¨¦n van a la playa, pero a trabajar. Durante las vacaciones estivales, ellos abandonan las ciudades en busca de los clientes m¨¢s solazados. Sudorosos y cargados de pareos, collares y baratijas, se encuentran en la encrucijada de esta econom¨ªa sumergida
El sol brilla, el sonido de las olas es adormecedor, la brisa marina besa nuestro rostro? Y de pronto, entre la mansa paz o¨ªmos una voz grave con acento extranjero que pregona: "?Bueno, bonito, barato!". La voz se acerca, levantamos los ojos, y hallamos, mir¨¢ndonos desde las alturas, a un agotado inmigrante de raza negra con cientos de pareos, pa?uelos, collares e innumerables baratijas colgando de las extremidades de su cuerpo. Es el vendedor ambulante de las ciudades que, en busca de sus clientes, se traslada a la playa y cambia los pa?uelos del sem¨¢foro y los mecheros Bic por la m¨¢s rabiosa moda caribe?a. "Si la monta?a no va a Mahoma, Mahoma va a la monta?a".
Una de las paradojas del lenguaje denomina "econom¨ªa sumergida" a la que cabalga por encima de las olas, a lo largo de la arena. Claro que, para compensar el dinero que esta econom¨ªa mueve, tambi¨¦n se le suele llamar "dinero negro". El fraude de la venta ambulante playera es devastador. La transacci¨®n carece de IVA, pudiendo obtener el mismo ingreso que los comercios, pero con un 16% de descuento para el comprador a costa de "Hacienda somos todos".
La transacci¨®n tampoco ser¨¢ declarada por el vendedor ambulante, que se ahorra el 35% del impuesto de sociedades. De este modo puede ingresar lo mismo que un comerciante, pero vendiendo el mismo producto un 51% m¨¢s barato. Y no todo acaba ah¨ª. Evidentemente, la venta playera o callejera tampoco paga el impuesto de actividades econ¨®micas, no est¨¢ sometida a los seguros obligatorios establecidos por la ley, y se ahorra el alquiler de un local y, por supuesto, los gastos derivados del mismo (consumos, IBI, mantenimiento, limpieza?). En el 90% de los casos, el vendedor ambulante carece de licencia para comerciar.
Aparentemente, todo esto no importa al ¨¢vido comprador que se acerca sin pudor ni temor al vendedor sin papeles. Sin sopesar que el principal perjudicado de ese 51% de descuento es ¨¦l mismo. Como comprador, cliente o consumidor, no obtendr¨¢ recibo alguno, desconocer¨¢ la identidad del vendedor y, en caso de problemas, va a ser incapaz de realizar una reclamaci¨®n.
Los productos del "bueno, bonito y barato" tambi¨¦n son, en su mayor¨ªa, fraudulentos. Se exhiben impunemente copias pirata de CD y DVD de pel¨ªculas que todav¨ªa no han sido comercializadas en formatos caseros; las car¨¢tulas son fotocopias en color que se muestran sin disimulo alguno... Esto ¨²ltimo parecer¨¢ irrelevante para mucha gente, pero no es as¨ª. El pasado mes de julio, una mujer denunci¨® la venta ambulante de caramelos con sabor a marihuana al precio de un euro junto a la playa de Benirr¨¢s, en Ibiza, donde pueden tener f¨¢cil acceso los menores de edad.
Entre los productos legales, ¨²ltimamente se est¨¢ rizando el rizo: bolsos de marca, pa?uelos de seda, relojes suizos de imitaci¨®n? Lo que ha provocado que los importes de las transacciones tambi¨¦n se disparen. Si los vendedores ambulantes de antes s¨®lo ofrec¨ªan heladitos, refrescos o cervezas al precio de 100 o 200 pesetas, ahora llevan pareos a 20 o 30 euros, sortijas a otro tanto o m¨²sica y v¨ªdeos a m¨¢s de 10 euros.
Estos vendedores campan a sus anchas por la playa, a pesar de que atraparlos ser¨ªa sencillo. Dado el peso que llevan a cuestas, no podr¨ªan huir corriendo. Pero ?qui¨¦n es el guardia urbano que, embotado en su gorra, se ensucia los lustrados zapatos en la arena en pleno mes de agosto?
S¨ª, vamos ahora con las tesis contrarias. ?Qu¨¦ hay de las coberturas sociales a los marroqu¨ªes, gitanos, rumanos o gente de aqu¨ª que pregonan el "bueno, bonito y barato" bajo un sol de juicio? ?Y del control de las horas al d¨ªa que trabajan? ?Son aut¨®nomos ilegales o producto de organizaciones de explotadores?
Todo indica que esta econom¨ªa sumergida perjudica a los comerciantes, a las marcas de productos de lujo, a las discogr¨¢ficas, a la SGAE; deja desprotegidos tanto a consumidores como a vendedores, y favorece la explotaci¨®n laboral. Pero, ?de qu¨¦ vivir¨¢n los sin papeles si se proh¨ªbe la venta ambulante? No me atrevo a afirmar si es mejor comprarles o no.
En cualquier caso, bien estiraditos y dando sorbitos a una lata de coca-cola light, uno se siente como un ruin capitalista ante la presencia de los ambulantes. A ellos les cae el sudor a chorros, y no me explico c¨®mo no les da una lipotimia, trabajando como bestias playa arriba y playa abajo sin seguridad social, sin horarios, sin derechos y, sobre todo, sin vacaciones de verano.
La otra econom¨ªa espa?ola
El volumen de la econom¨ªa sumergida en Espa?a se cifra en torno al 20% del producto interior bruto (PIB). Es una m¨¢s altas de Europa y equivale a unos 130.000 millones de euros. Lo m¨¢s preocupante es que se trata de una tendencia al alza. La Comisi¨®n Europea estimaba en el a?o 2002 que la econom¨ªa sumergida pas¨® de un 15% del PIB en 1998 a un 22% en 2000.
Fernando Tr¨ªas de Bes es profesor de Esade, conferenciante y escritor.
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