El eterno retorno de 'Nighthawks'
En diciembre de 1941, justo tras la debacle de Pearl Harbor, Edward Hopper cruz¨® una noche, de camino a su estudio, frente a un diner solitario de Greenwich Avenue. A la ma?ana siguiente comenzaba a pintar Nighthawks, su cuadro m¨¢s famoso. El pintor y su esposa, cuya relaci¨®n no era precisamente id¨ªlica, est¨¢n en el cuadro, en esa pecera de aves nocturnas y solitarias: Josephine Hopper es el modelo de la mujer de rojo y Edward es el hombre del sombrero que est¨¢ a su lado. Nighthawks es mucho m¨¢s que un tranche de vie: es un condensado de melancol¨ªa insomne, quintaesencia (seg¨²n el cr¨ªtico Gordon Theisen) del "lado oscuro del sue?o americano". Es un espejo secreto y, como toda verdadera obra de arte, una ventana abierta en abismo a cientos de ventanas paralelas.
Sus reverberaciones son infinitas: la primera vez que vi el cuadro pens¨¦, casi instant¨¢neamente, en un relato, una pel¨ªcula, un disco. Pens¨¦ en los parroquianos, a la busca de unas briznas de calma y afecto, de un lugar limpio y bien iluminado, de Hemingway; pens¨¦ en el amor imposible de Dana Andrews y Gene Tierney en la noche eterna de Where the sidewalk ends y, por supuesto, pens¨¦ en Nighthawks at the diner, la presentaci¨®n en sociedad de Tom Waits, el perfecto cantor de Hopperlandia.
M¨¢s tarde, en 1981, el cuadro cobr¨® vida, literalmente, en Pennies from heaven, la adaptaci¨®n que hizo Herbert Ross de la negr¨ªsima serie televisiva del gran Dennis Potter: Steve Martin y Bernadette Peters ocupaban en el plano los mismos lugares que el hombre del sombrero y la mujer de rojo, ba?ados por la misma luz, con esos colores (verde de mesa de billar, escarlata ag¨®nico, falsa vainilla) que sin duda existieron en el Nueva York de 1941 pero ahora parecen refulgir ¨²nicamente en la dimensi¨®n desconocida del relato, del cine negro, de una voz que sobrevuela botellas vac¨ªas y ceniceros llenos. Faltaba, c¨®mo no, el teatro. Se estrena en el Kirk Douglas Theatre de Los ?ngeles una nueva zambullida en el cuadro: el debutante Douglas Steinberg ha imaginado cuatro identidades posibles para los personajes de Nighthawks. La pelirroja se llama Mae; fue corista de Ziegfeld y ahora es la due?a del diner. Su marido es el camarero, se llama Quig y acaba de volver de ultramar. El hombre del sombrero se llama Sam y es un parroquiano habitual. Los tres tratar¨¢n de desentra?ar la identidad del hombre solitario que permanece de espaldas a la calle, un silencioso desconocido que bien podr¨ªa ser el mism¨ªsimo Edward Hopper.
La funci¨®n ha tardado 22 a?os en estrenarse. Douglas Steinberg la escribi¨® en 1985. M¨¢s reverberaciones: aquel mismo a?o, en Nueva York, Stephen Sondheim escapaba de la depresi¨®n sufrida tras el fracaso de Merrily we roll along para componer y estrenar Sunday in the park with George, un musical sobre el tormento y el ¨¦xtasis de Georges Seurat, en el que Sondheim imagin¨® las vidas de los personajes que pueblan su c¨¦lebre cuadro Tarde de verano en la Grande Jatte. Quiz¨¢ tampoco sea casual que Matt Groening convirtiera a Homer Simpson en un cliente del m¨ªtico diner nocturno (bebiendo cerveza Duff, por supuesto) y que el protagonista de la obra de Steinberg sea precisamente Dan Castellaneta, la voz de Homer en la versi¨®n original de la serie.
Babelia
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