Un alud de memez y pedanter¨ªa
Dos filmes fallidos de Aronosfky y Tsai Ming-Liang y una estimable obra de Emilio Est¨¦vez
Todo lo que va mal puede ir peor. Esa perogrullada se demostr¨® de nuevo en Venecia. Andaba el p¨²blico afligido tras soportar la tediosa No quiero dormir solo, del celebrado cineasta malayo Tsai Ming-Liang, cuando The fountain, del no menos celebrado Darren Aronofsky, cay¨® como un alud de memez y pedanter¨ªa sobre cientos de personas inocentes. Fue terrible. S¨®lo la bienintencionada Bobby, de Emilio Est¨¦vez, salv¨® una jornada aciaga.
Empecemos por el final, por el momento del rescate. Bobby es un drama coral sobre las horas previas al atentado contra Robert Kennedy. El espacio queda limitado al Ambassador, el hotel de Los ?ngeles en el que el aspirante dem¨®crata a la presidencia de Estados Unidos fue mortalmente herido por Sirhan Sirhan. Aquel 1968 result¨® fat¨ªdico. Los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy extinguieron bruscamente una esperanza (la paz en Vietnam y la reconciliaci¨®n racial) que parec¨ªa al alcance de la mano; la llegada de Richard Nixon a la Casa Blanca, meses despu¨¦s, remat¨® el desastre. Emilio Est¨¦vez ha querido recrear con una trama de peque?as historias personales el aliento de un sue?o que desemboc¨® en pesadilla.
En alg¨²n caso, el 'cameo' resulta superfluo, pero nunca estorba. El de Sharon Stone resulta adorable
Est¨¦vez, hijo de Martin Sheen y miembro de uno de los clanes dem¨®cratas m¨¢s influyentes de Hollywood, cuenta con un mont¨®n de colaboraciones estelares: el propio Martin Sheen, Sharon Stone, Anthony Hopkins, Demi Moore, Laurence Fishburne, Helen Hunt, William H. Macy... En alg¨²n caso, el cameo resulta superfluo, pero nunca estorba. El de Sharon Stone resulta adorable. Y el producto final se deja ver muy bien. La intenci¨®n es buena, el desarrollo es fluido, los personajes son simp¨¢ticos y el mensaje reconforta. A?¨¢dase un tono de humor dulce y una banda sonora con grandes ¨¦xitos de la ¨¦poca (Simon & Garfunkel, The Mamas & The Papas) para completar un paquete reconfortante.
Bobby no es una pel¨ªcula acabada, seg¨²n se advierte en el propio programa de la Mostra. Falta pulir el montaje (del que sobran discursos de Kennedy y alguna de las historias secundarias: si Est¨¦vez quitara a Demi Moore no pasar¨ªa nada), pero por lo visto ayer estaba casi listo. Presentar a concurso una obra sin terminar demuestra un cierto valor. Emilio Est¨¦vez merece un aplauso por su arrojo. Y otro por su fortuna: ir en el programa justo despu¨¦s de The fountain constituye un don del cielo que el joven Est¨¦vez nunca agradecer¨¢ lo suficiente.
Darren Aronofsky disfrutaba tambi¨¦n de un buen punto de partida. Despu¨¦s de No quiero dormir solo, incluso una filmaci¨®n p¨¢gina a p¨¢gina de la gu¨ªa telef¨®nica de Mosc¨² habr¨ªa sido vista con agrado.
Tsai Ming-Liang no es un cineasta cualquiera. En 1994 gan¨® en Venecia el Le¨®n de Oro con Viva el amor, se llev¨® un Le¨®n de Plata en 2004 y pertenece a la Orden de los Caballeros de las Artes y las Letras de la Rep¨²blica Francesa. Siempre ha tendido a la autocomplacencia, pero la pel¨ªcula que presenta este a?o en la Mostra se eleva hasta las m¨¢s altas cimas del ombliguismo onanista. ?Merece la pena dedicar cinco minutos a la contemplaci¨®n de un se?or de Bangladesh que lava con un trapo a un se?or de Malaisia? Quien firma cree que no, pero all¨¢ cada cual con sus gustos. No quiero dormir solo aspira a rendir homenaje a la multiculturalidad de Kuala Lumpur y al honor de los emigrantes: eso es lo mejor que puede decirse de la pel¨ªcula.
Abordemos por fin el desagradable incidente llamado The fountain. Darren Aronofsky, joven director neoyorquino, elevado a los altares del culto intelectual con Pi (1998) y consagrado con R¨¦quiem por un sue?o (2000), afirma que tuvo que librar terribles batallas contra la industria de Hollywood para cumplir el sue?o de filmar The fountain. Lo cual demuestra que la denostada industria de Hollywood tiene a veces toda la raz¨®n.
No estamos hablando de un filme humilde, sino de una producci¨®n multimillonaria rodada con sofisticados recursos t¨¦cnicos y con actores de primera fila. La historia empieza con un conquistador espa?ol (Hugh Jackman) que busca en las selvas mayas el ¨¢rbol de la vida. Sigue con un cient¨ªfico (Hugh Jackman) que busca una cura para el c¨¢ncer de su mujer (Rachel Weisz). Luego aparece un astronauta del siglo XXV (Hugh Jackman) que viaja en pijama a bordo de una burbuja y entre galaxia y galaxia hace un poco de yoga. Todo se mezcla, aparece el ¨¢rbol, la mujer muere (o no, el punto es discutible si se tiene en cuenta que el cosmos es infinito y que puede haber repesca en el siglo XXVI), el astronauta alcanza su destino, el ¨¢rbol muere y renace y una estrella implosiona. Tambi¨¦n act¨²a un mono, muy natural en su papel. La m¨¢s zafia de las parodias de 2001: una odisea del espacio queda muy por encima de The fountain. Durante la proyecci¨®n se escucharon algunas risas. Cuando termin¨® hubo abucheos. Y alg¨²n aplauso aislado, cabe suponer que dedicado al mono.
LA JORNADA DE HOY
- La estrella que no existe, de Gianni Amelio. Es la primera pel¨ªcula italiana a concurso, firmada por un director solvente cuya relaci¨®n con el festival es algo menos que buena. La cr¨ªtica local a¨²n no ha perdonado que Amelio no obtuviera el Le¨®n de Oro con su anterior intento, Las llaves de casa. Puede haber de todo menos indiferencia.
- El intocable, de Beno?t Jacquot: la aventura de una francesa en India, en busca de un padre al que no conoce.
- Fangzhu (Exiliados), de Johnnie To: una historia de g¨¢nsteres en Macao, firmada por un veterano de la industria cinematogr¨¢fica de Hong Kong.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.