Claridad en las sombras
La imagen que evoca el t¨ªtulo del ¨²ltimo libro de Amalia Iglesias, escrito a lo largo de una d¨¦cada, es una afirmaci¨®n de la vida desde la conciencia de la proximidad de la muerte. Remite al l¨ªmite, a una experiencia en claroscuro. Todo el libro est¨¢ impregnado por la reflexi¨®n sobre ese espacio h¨ªbrido: "Cultivo esperas en un jard¨ªn de muerte". Las esperas, en L¨¢zaro se sacude las espigas son asumidas no con la perspectiva del porvenir a que suele referirse toda espera, sino con la que evoca, desde la certeza de su fugacidad, las vividas en la infancia. El sujeto po¨¦tico, as¨ª, protagoniza, a lo largo del libro, un proceso de redescubrimiento, de iluminaci¨®n de zonas ocultas en otro tiempo hasta construir un mundo en el que el futuro es parte de lo evocado y una forma de enfrentarse a la muerte y en el que desesperaci¨®n y soledad son fermento de la felicidad y de la luz que acabar¨¢n por imponerse. Cierto que es una formulaci¨®n contradictoria. Pero todo texto po¨¦tico es en s¨ª una contradicci¨®n: entre lo imaginario y lo real, entre el presente y lo evocado, entre la vida y la muerte, entre la luz y la sombra, entre la palabra y el silencio: "Porque nada sublime / se puede habitar sin desgarro".
L?ZARO SE SACUDE LAS ORTIGAS
Amalia Iglesias Serna
Abada Editores. Madrid, 2005
78 p¨¢ginas. 12 euros
Sobre ese eje vertebrador, en el libro se advierten dos partes. La primera, en la que domina la mirada hacia al pasado influida por cierta propensi¨®n a la oscuridad. Es la vecindad de ¨¦sta, que aviva la evocaci¨®n y la nostalgia, lo que en ella predomina. En la segunda prevalece la luz, sus poemas construyen la met¨¢fora del final de un t¨²nel -aunque la sombra no desaparezca-, que es el redescubrimiento del amor. El sujeto l¨ªrico afirma la vida. Pero, m¨¢s all¨¢ de la circunstancia temporal que genera miedo al vac¨ªo o exaltaci¨®n amorosa, est¨¢ el espacio de claridad que, al final, pervive siempre: el lenguaje. La vida est¨¢ en el poema y en ning¨²n otro lugar. Para Iglesias, es lo que salva y redime. Su opci¨®n formal, por ello, se mueve entre la propensi¨®n al pensamiento cruzada por la meditaci¨®n existencial, y la b¨²squeda de la desnudez iluminadora del idioma. Los poemas-homenaje a Valente o a Cirlot hacen a¨²n m¨¢s expl¨ªcita esa apuesta. Que no es ruptura respecto a su poes¨ªa anterior sino ahondamiento que nos lleva a la emoci¨®n y al desasosiego. Dos capacidades que, en poes¨ªa, parecen imprescindibles. Aunque poco frecuentes en nuestra l¨ªrica de hoy.
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