"La figura del director-dictador ha desaparecido"
La Orquesta de Valencia (OV) est¨¢ atravesando un momento muy dulce, a juzgar por las cr¨ªticas y el creciente apoyo del p¨²blico. A ello ha contribuido en gran medida su director, Yaron Traub (Tel Aviv, 1964). Bajo su batuta, la orquesta abre ma?ana la temporada con un concierto en el que participa el pianista palestino Bishara Harouni. Se interpretar¨¢ m¨²sica de Gershwin, Falla o Ravel. Por la previsi¨®n de lluvia, esta actuaci¨®n gratuita se ha trasladado del cauce del r¨ªo al Palau de la M¨²sica de Valencia, sede de la OV.
Pregunta. Los m¨²sicos comentan que hay una buena sinton¨ªa art¨ªstica y personal con usted...
Respuesta. Es mi manera de estar con la gente. Hoy en d¨ªa, como en todas las empresas grandes del mundo, si hay buena relaci¨®n entre la direcci¨®n y los empleados, todo funciona mejor. Y a¨²n m¨¢s en las orquestas. Suenan con m¨¢s entusiasmo. Hubo una ¨¦poca en el siglo XX que los directores eran como dictadores. Hay muchas historias y an¨¦cdotas. A¨²n quedan algunos, pero hoy la figura del director-dictador ha desaparecido. Sus orquestas pueden sonar muy bien, pero les falta algo.
"Cuando cojo un taxi, pido por favor que quiten la m¨²sica. Valoro mucho el silencio"
P. ?Cree que el trabajo de la OV se conoce bien en la ciudad?
R. Es mi meta. La orquesta tiene un nivel fant¨¢stico y hay que hacer cosas para que todo el mundo sepa que tenemos este equipo maravilloso, como el equipo de f¨²tbol.
P. ?No teme la competencia de la orquesta del Palau de les Arts?
R. El temor existe cuando no se sabe qu¨¦ hay que hacer. Para m¨ª est¨¢ muy clara la proyecci¨®n de la Orquesta de Valencia. Lo m¨¢s importante es que la gente se identifique con el equipo, con la orquesta, y vamos a dar la gente esa posibilidad.
P. ?Cree que en Valencia hay afici¨®n para dos orquestas importantes? ?Y para pasar de no tener temporada estable a programarse 18 ¨®peras en concierto o en escena en el Palau de la M¨²sica o de Les Arts?
R. S¨ª hay afici¨®n. Tambi¨¦n es una experiencia nueva. El Palau de la M¨²sica tiene una larga tradici¨®n de hacer ¨®peras en conciertos. He estado en muchas ciudades, como en M¨²nich, donde mi mujer toca el viol¨ªn, y la orquesta hace muchas ¨®peras en concierto; y est¨¢ la ¨®pera estatal de Munich, y hay gente para todos. Adem¨¢s, interpretar el segundo acto de Trist¨¢n, de Wagner es un caso especial, porque es hito, un cambio en la historia de la m¨²sica orquestal. Y tenemos un reparto incre¨ªble. Para nuestra orquesta es un desaf¨ªo fant¨¢stico. Y en Las escenas de Fausto, Schumann quer¨ªa hacer una ¨®pera, pero le sali¨® un oratorio, como a Verdi, con su R¨¦quiem, que quer¨ªa escribir un oratorio pero le sali¨® una ¨®pera. Adem¨¢s, es el a?o Schumann y hay cosas que ya estaban previstas hace a?os. Tambi¨¦n el Palau de les Arts har¨¢ conciertos sinf¨®nicos.
P. ?A¨²n piensa que no se puede dirigir a Wagner en Israel?
R. En la radio de Israel ponen su m¨²sica todo el tiempo. Pero oficialmente un concierto no. En mi caso, no lo hago, porque Israel est¨¢ ahora muy sensible. Se aprovecha cualquier raz¨®n para explotar y crear pol¨¦mica. Aunque sea m¨²sica y cultura, mejor no crear ahora m¨¢s pol¨¦mica. Ya hay bastante.
P. El concierto con el pianista palestino es un gesto simb¨®lico de su proceder.
R. Mi idea es similar a la de mi amigo y mentor Barenboim. La gente all¨ª [Israel y Palestina] no quiere entender a los dem¨¢s. Ni unos ni otros. Por eso ponen ahora un muro, aunque haya otras razones. Pero hay que encontrar maneras de reunirse y la m¨²sica es una de ellas. Este pianista, Bishara, es palestino y vive en Israel. Los israel¨ªes piensan que los ¨¢rabes no saben de m¨²sica cl¨¢sica. Hay que decir: Mirad, tambi¨¦n hay m¨²sicos ¨¢rabes talentosos como los jud¨ªos.
P. ?Cu¨¢les son sus compositores favoritos? ?Tiene predilecci¨®n por la gran m¨²sica sinf¨®nica?
R. Nac¨ª en una familia donde mi padre era concertino de la Filarm¨®nica de Israel. Desde siempre he o¨ªdo conciertos y sinf¨®nicas grandes, con obras de Mahler, Bruckner y Strauss, aunque menos. Porque entonces en Israel no se interpretaba a Strauss, estaba prohibido, como Wagner, pero un director empez¨® hace 15 a?os a tocarlo y se acept¨®, cuando en realidad fue Strauss el que perteneci¨® al partido nazi, y Wagner, no, claro, vivi¨® 100 a?os antes que Hitler. En mi evoluci¨®n como director he trabajado en diversas orquestas grandes, como la de Chicago, que tocaba m¨²sica sinf¨®nica, grande, pero m¨²sica contempor¨¢nea tambi¨¦n. Es importante esta m¨²sica, no s¨®lo para mostrar que tambi¨¦n se incluye en el repertorio, sino para desarrollar el nivel art¨ªstico de la orquesta.
P. Su padre, su mujer, usted ?No necesita desconectar de la m¨²sica o est¨¢ escuch¨¢ndola siempre?
R. Y mi hija, que tambi¨¦n es violinista. Pero s¨ª, claro, cuando cojo un taxi, pido por favor que quiten la m¨²sica, por ejemplo. Valoro mucho los momentos sin m¨²sica, el silencio.
P. Usted ha conocido a grandes directores por su padre y por su propio trabajo, como Mehta, Solti, Bernstein, Celibidache, Barenboim. ?Qu¨¦ modelo sigue? ?Comparte el entusiasmo de algunos por Kleiber?
R. Para m¨ª, hablar de Celibidache y Barenboim es hablar de una misma direcci¨®n. Y el primero sigui¨® la l¨ªnea de Furtw?ngler. Yo trato de seguir esa escuela. Hay otras influencias como la de Bernstein, y lo que hizo con Mahler, o Boul¨¦, con la m¨²sica contempor¨¢nea. Ese es el camino, pero el de Kleiber, no tanto. El ten¨ªa magia, pero era muy personal y excepcional. Celibidache y Barenboim me han ayudado mucho porque su manera de hacer m¨²sica tiene conceptos muy claros, de escuchar el sonido de la orquesta, de entender la partitura. Por ejemplo, el concepto de esta escuela ser¨ªa alejarse del fundamentalismo musical de seguir al pie de la letra las notas sin escuchar el sonido, la expresi¨®n.
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