El gran esc¨¦ptico contra el Gran Hermano
Una antolog¨ªa de cr¨®nicas descubre la cara period¨ªstica de Orwell
Cuando en 1933 Eric Blair public¨® su primer libro, Sin blanca en Par¨ªs y Londres, firmado como George Orwell, nac¨ªa uno de los escritores m¨¢s representativos del siglo XX. Aparentemente era el libro de un bohemio. Orwell hab¨ªa deambulado por esas ciudades malviviendo apenas, pero en su acercamiento al submundo, perfilaba ya su preocupaci¨®n humanista. Su experiencia en Eton, y su pertenencia a la elegante Polic¨ªa Imperial India, marcaron su rumbo como escritor. De la primera experiencia aprendi¨® la diferencia de clases; de la segunda, su rechazo del colonialismo.
La prosa de Orwell revela un compromiso cuyo credo es el rechazo radical a los totalitarismos. Para ¨¦l la ¨¦tica era individual y la conciencia tambi¨¦n. Luchar por el hombre era su forma de defender a la colectividad. Desde ese punto de vista fue un compa?ero de viaje del socialismo. Sin embargo, en un momento en el que las posiciones ortodoxas eran prescriptivas en la izquierda europea, su postura nunca fue aceptada por los intelectuales que le convirtieron en blanco de cr¨ªticas feroces al subrayar en ¨¦l a un individualista. Y algo de eso hab¨ªa. El autor de Rebeli¨®n en la granja se adelant¨® a la gran decepci¨®n del comunismo. Su escepticismo pol¨ªtico se fragu¨® en Espa?a, adonde lleg¨® en 1936. Ven¨ªa como corresponsal, pero se alist¨® para combatir por la Rep¨²blica, y no le gustaron las purgas comunistas. Fruto de esa experiencia es uno de sus mejores libros, Homenaje a Catalu?a, donde describe an¨¦cdotas cotidianas ("Beb¨ªamos en un chisme espantoso que se llamaba porr¨®n que me recordaba los orinales de vidrio de los enfermos") y las terribles condiciones en las que se viv¨ªa. Cuando a?os despu¨¦s, en 1945, public¨® en Rebeli¨®n en la granja -que junto con 1984 es su libro m¨¢s popular- su parodia sobre el fracaso de la Revoluci¨®n Rusa, sus denuncias empezaron a ser aceptadas como profec¨ªas.
Su voluntad de intervenir en la vida p¨²blica le llev¨® a escribir en la prensa, desde donde mantuvo con pulcritud sus ideales. Ahora aparecen las cr¨®nicas y rese?as que desde febrero de 1942 a 1949, unos meses antes de su muerte, public¨® en el Observer y en las que la pol¨ªtica se mezcla con la literatura. El colonialismo franc¨¦s y la derrota alemana conviven con lecturas de Dostoievski o Baudelaire. Como recuerda en su introducci¨®n Jonathan Heawood, Orwell escrib¨ªa a toda velocidad, sin corregir. As¨ª vivi¨® tambi¨¦n un hombre cuya escritura corri¨® siempre paralela a su existencia.
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