Drexler, el amor y el Oscar
Para muchos, surgi¨® de la nada el d¨ªa que logr¨® el Oscar por 'Al otro lado del r¨ªo'. Sin embargo, este m¨¦dico uruguayo al que Sabina ret¨® a venir a Espa?a ya ten¨ªa muchas millas y canciones a la espalda. Ahora reaparece con un disco dolorido en el que su vida amorosa es la gran inspiraci¨®n
Mochila al hombro, Jorge Drexler (Montevideo, 1964) llega al caf¨¦ donde ha concertado la cita. Mira a su alrededor, se guarda las gafas de sol, y el periodista pregunta si ya est¨¢ adoptando t¨¢cticas de enmascaramiento para evitar a los paparazzi. Es una broma que no cae bien: "Si me vas a lanzar cuestiones personales, te prevengo que no voy a hablar sobre mi vida privada". Pues es algo inevitable, intento justificarme, ya que su nuevo disco, 12 segundos de oscuridad, describe la irrupci¨®n en su vida de una persona bien conocida, cuya primera consecuencia ha sido la ruptura del matrimonio de Drexler. En cada canci¨®n se especifica lugar y fecha de composici¨®n, material para un cronograma que ser¨¢ muy ¨²til a un futuro bi¨®grafo del primer uruguayo que gan¨® un Oscar.
"El Oscar, bah", dir¨¢n los que vienen siguiendo a Drexler desde finales del siglo pasado. Pero un premio universal refuerza la autoestima del pa¨ªs de origen de Drexler, Uruguay. Ocurri¨® que el Oscar coincidi¨® con la toma de posesi¨®n de Tabar¨¦ V¨¢zquez, primer presidente de izquierdas en la historia de la Rep¨²blica Oriental. Para hacerse idea de lo que representa ganar algo para un pa¨ªs de tres millones y medio de habitantes: Tabar¨¦ V¨¢zquez, tras la ceremonia, habl¨® ante una multitud de un "maracanazo cultural", en referencia al partido de f¨²tbol de 1950, cuando Uruguay conquist¨® el Mundial derrotando a Brasil en Maracan¨¢. Lo de Drexler fue igualmente heroico, ya que no part¨ªa como caballo ganador.
De hecho, el sobrio cantante tuvo que poner freno al entusiasmo nacional: "Cuando volv¨ª a Montevideo quer¨ªan que fuera en caravana desde el aeropuerto a la ciudad, as¨ª que entr¨¦ de inc¨®gnito. Me ofrecieron escribir un libro para ense?ar mis canciones en las escuelas, me plantearon ser representante cultural. S¨¦ que eso era importante para mis compatriotas, pero tambi¨¦n debo pensar en lo que es importante para m¨ª. Yo no pretendo cambiar mi nivel de fama. Me encanta ser reconocido y que me traten bien en un restaurante, pero tambi¨¦n quiero poder andar en bicicleta por Montevideo. Tuve la suerte de que mi familia me apoy¨® en todo ese alboroto y en? mis ¨²ltimas turbulencias".
La vida profesional de Drexler pivota sobre aquel momento m¨¢gico del 27 de febrero de 2004, cuando rompi¨® la rutina de los Oscar al interpretar una r¨¢faga de Al otro lado del r¨ªo: "Estaba cantando en un momento de una ceremonia donde no se suele cantar. Defend¨ªa una pel¨ªcula [Diarios de motocicleta] que me gusta, hecha por un director como Walter Salles y con un elenco incre¨ªble. Lo extraordinario es que compuse y grab¨¦ la canci¨®n en unas horas. Fue la producci¨®n m¨¢s barata y m¨¢s simple de mi carrera, y ya ves, me acompa?ar¨¢ toda mi vida".
Siempre ha ejercido de optimista. "Yo mismo llen¨¦ a mano el formulario para presentarme en la r¨²brica de canci¨®n original, alguien me sugiri¨® que no perd¨ªa nada por hacerlo. Lo mand¨¦ por correo junto con la partitura. Ni la productora de la pel¨ªcula ni mi discogr¨¢fica pensaron que ten¨ªa la m¨¢s m¨ªnima posibilidad. Y si yo hubiera sabido que, se supone, s¨®lo se gana despu¨¦s de una campa?a minuciosa, seguro que no me habr¨ªa molestado".
Conviene recordar que el Hollywood industrial contiene un potente sector especializado en hacer m¨²sica para cine. Drexler no fue bienvenido: "El hecho de que llegara un outsider como candidato se consider¨® aberrante. ?Adem¨¢s, alguien que canta en su propio idioma! En Los ?ngeles hubo una recepci¨®n a los candidatos musicales y not¨¦ una frialdad extrema por parte de los que compet¨ªan conmigo: hab¨ªa fastidiado los planes de entidades poderosas. Leo Sidran, coproductor de Al otro lado del r¨ªo, viaj¨® a Los ?ngeles a intentar sacar rendimiento laboral de la candidatura. Y encontr¨® hostilidad. Por ejemplo, le echaron en cara que se hab¨ªan gastado gran cantidad de dinero en promocionar para el Oscar una grabaci¨®n de Mick Jagger y hab¨ªa sido desplazada por la m¨ªa, una canci¨®n tan simple que les resultaba una verg¨¹enza, una tomadura de pelo".
Y es que, fr¨ªamente, Al otro lado del r¨ªo debe considerarse como una obra menor en el formidable cancionero de Drexler. "Pero all¨ª yo no compet¨ªa con mis otros temas. Quiero creer que cumpl¨ªa una funci¨®n al final de la pel¨ªcula y lo hac¨ªa bien. Me explicaron que, cuando las canciones candidatas no vienen de pel¨ªculas que han sido mega¨¦xitos, los votos se reparten. Diarios de motocicleta ten¨ªa simpat¨ªas? subrepticias. Mucha gente se me acerc¨® para decirme, entre susurros: 'He votado por ti, la pel¨ªcula me encanta'. A pesar de que se piensa que Hollywood tira a la izquierda, creo que la mayor¨ªa no hace alarde de votos ideol¨®gicos: est¨¢n atados por demasiados intereses".
Cuando se anunciaron las candidaturas, la noticia en Espa?a fue la presencia de Alejandro Amen¨¢bar por Mar adentro. En los telediarios no se mencion¨® que hab¨ªa otro candidato que viv¨ªa entre nosotros. "Las cosas son as¨ª: aqu¨ª, la m¨²sica no tiene tanta prioridad como el cine. La Academia invitaba a dos personas; me fui con mi manager y, bueno, mi ex mujer. Me compr¨¦ un traje y me present¨¦ dispuesto a una experiencia que imaginaba anecd¨®tica. Resulta que por primera vez sal¨ªa un disco m¨ªo [Eco, 2004] en EE UU y quise aprovechar para promocionarlo".
Si ya era extraordinaria la presencia de Al otro lado del r¨ªo, la trama se iba a complicar a¨²n m¨¢s: el productor de la ceremonia rechaz¨® a Drexler. "S¨ª, Gil Cates incluso orden¨® un recuento de votos, para intentar colar a otro artista. Y se empe?¨® en que yo no cantara. Pens¨® en Marc Anthony, por la conexi¨®n con Jennifer L¨®pez. Y le lleg¨® a Enrique Iglesias, que acept¨®. Horrorizado, yo redact¨¦ una carta de protesta que firm¨® todo el Hollywood hispano. Como concesi¨®n final, ese se?or le pas¨® el encargo a Antonio Banderas y Carlos Santana. Me indignaba que tratara a los latinos como fichas intercambiables".
Lo que Jorge imaginaba como una grata estancia a gastos pagados se convirti¨®, al menos inicialmente, en una pesadilla: "Tuve una charla de 45 minutos con el se?or Cates. Aunque estuve muy educado, seg¨²n ¨¦l, nadie le hab¨ªa dicho jam¨¢s las cosas que yo le estaba soltando. La ceremonia lleva a?os perdiendo audiencia y no quer¨ªa sacar cantando a un desconocido. Yo no pod¨ªa aceptar que ni siquiera me llamara para consultarme qui¨¦n podr¨ªa versionar mi creaci¨®n. ?Qui¨¦n? En un mundo ideal, Enrique Morente o Caetano Veloso".
?Tuvo Drexler alguna tentaci¨®n de romper la baraja y prohibir que sonara su canci¨®n? "Contractualmente, no pod¨ªa. Adem¨¢s, iba a generar un buen pellizco en derechos de autor que cre¨ªa merecerme [risas]. Y era la primera vez que en los Oscar se interpretaba una canci¨®n en espa?ol; pens¨¦ que los millones de latinos en Estados Unidos iban a agradecerlo. Aparte, Banderas se port¨® muy bien, 'yo me desentiendo si t¨² me lo pides'; ejerci¨® de esp¨ªa, me contaba lo que ocurr¨ªa en los ensayos. En cambio, Santana hizo el rid¨ªculo al tocar pentat¨®nicas a todo volumen. Para m¨¢s desprop¨®sito, se puso una camiseta del Che; no entendi¨® nada de una pel¨ªcula que intenta humanizar al icono".
Ya en la limusina que le llevaba al Kodak Theater, Jorge advirti¨® que no hab¨ªa preparado un speech por si la fortuna le sonre¨ªa. "Lo de cantar ten¨ªa algo de dulce venganza, pero tambi¨¦n obedec¨ªa a mi imposibilidad de hacer un discursito de veinte segundos. Me expreso en ingl¨¦s con fluidez, pero me l¨ªo cuando hablo en p¨²blico sin mi guitarra. A mi lado estaba Prince, que presentaba el premio. Enfrente ten¨ªa al museo de cera -de Jack Nicholson a Meryl Streep- mir¨¢ndome. Ni sabr¨ªan lo que hab¨ªa ocurrido con mi canci¨®n, pero aplaudieron de verdad".
Una inesperada apoteosis para un aprendiz de otorrinolaring¨®logo que comenz¨® a actuar a finales de los ochenta. Debe saberse que un creador de Uruguay est¨¢ condicionado por su empobrecida industria cultural. Leyendo Razones locas, la biograf¨ªa del m¨ªtico rockero local, Eduardo Mateo, uno se entera de que determinado disco, a pesar de coincidir con su muerte, vendi¨® 420 ejemplares. Drexler puntualiza: "Yo no me hubiera quejado de esa cifra. Mi primer disco despach¨® 35 ejemplares; el segundo, 100. A?os despu¨¦s llegar¨ªan a disco de oro, pero al inicio, mi trabajo como m¨¦dico subvencion¨® mi vocaci¨®n de artista: para sacar esos discos deb¨ª invertir unos 3.000 d¨®lares, dinero que ganaba poniendo inyecciones".
Viene Drexler de padres m¨¦dicos y en su familia abunda esa profesi¨®n. "Pero es gente muy musical. Mi padre adoraba grupos extravagantes como los Comedian Harmonists berlineses, y llev¨® a casa los discos de los Beatles. Por parte de mi madre, sonaba lo folcl¨®rico y la canci¨®n politizada, Daniel Viglietti era amigo de la familia. Una gran mezcla". Drexler lleg¨® a Espa?a en 1995, empujado por un Joaqu¨ªn Sabina que se qued¨® maravillado al escucharle. "Segu¨ª su consejo de forma un poco irracional, yo viv¨ªa all¨ª muy bien. Me vine por un mes y ya ves". ?Cumpli¨® Sabina con sus promesas de ayuda? "S¨ª, me sac¨® a cantar y me present¨® a mucha gente, digamos que me evit¨® el patearme el circuito de cantautores como un novato. Pero Joaqu¨ªn es intermitente como amigo, no intentes que te encauce la vida. Fue V¨ªctor Manuel quien me explic¨® las claves del negocio en Espa?a. Yo no sab¨ªa nada: hasta el ¨²ltimo d¨ªa en Uruguay, alternaba la medicina y la guitarra".
Espa?a ha sido buena con ¨¦l, aunque Drexler piensa que se trata de un pa¨ªs duro. "Cuidado, que no lo digo s¨®lo yo; estoy resumiendo lo que he o¨ªdo a espa?oles muy famosos. Se quejan de que no hay fidelidad para con los artistas. Ni siquiera se manifiesta un gran amor por la m¨²sica. Por ejemplo, yo act¨²o mucho en televisi¨®n en el extranjero, incluso donde no se habla mi idioma, mientras que aqu¨ª jam¨¢s he hecho un especial; bueno, ni siquiera se hacen especiales de televisi¨®n con Serrat".
Esa diferencia de valoraci¨®n social es algo que pasma a cualquier artista que llegue de Espa?a a tocar en Francia o Argentina: "All¨ª notas avidez de conocer m¨²sicas, m¨¢s all¨¢ de compartimentos. Cuando yo termino de actuar en el Gran Rex, en Buenos Aires, pasan por el camerino figuras que ser¨ªan el equivalente de Morente y Robe Iniesta [Extremoduro], algo impensable aqu¨ª. Pero igualmente agradezco que los espa?oles tengan suficiente confianza en s¨ª mismos para ser generosos y claros; en el R¨ªo de la Plata somos menos sinceros, m¨¢s desconfiados. Adem¨¢s, en mi tierra hay cierto sentido dram¨¢tico de la existencia, mientras que aqu¨ª se buscan excusas para celebrar la vida, comer y beber. Hago mal en generalizar: hay regiones espa?olas muy abiertas a la m¨²sica".
El principal trago amargo de su etapa espa?ola fue causado por esa canci¨®n que hace referencia a la herencia tricultural del pa¨ªs: "Yo soy un moro jud¨ªo / que vive con los cristianos. / No s¨¦ qu¨¦ Dios es el m¨ªo / ni cu¨¢les son mis hermanos". "En realidad, Milonga del moro jud¨ªo expresaba mi opini¨®n respecto al conflicto ¨¢rabe-israel¨ª. Yo viv¨ª en Israel cuando mi familia huy¨® de la dictadura uruguaya. Pero molest¨® a mucha gente: a la comunidad jud¨ªa de Uruguay, que me considera uno de los suyos, pero tambi¨¦n a la ultraderecha espa?ola. Llegaron amenazas por Internet. Por cierto, que fue Sabina quien me ense?¨® esa cuarteta de Chicho S¨¢nchez Ferlosio. ?Siento mucho que Chicho no viviera para ver una canci¨®n suya vendiendo ciento y pico mil copias! Igual no le habr¨ªa impresionado: era tan bohemio que ni quer¨ªa su parte de los derechos de autor".
Entremos ya en 12 segundos de oscuridad. ?A qu¨¦ viene tanto pudor para hablar de la persona que inspir¨® el disco? "Es una obra autobiogr¨¢fica, pero que nadie crea que me ha ocurrido todo lo que cuento all¨ª. Segu¨ª un poco la pista de North, donde pienso que Elvis Costello retrata la evoluci¨®n de sus afectos cuando se enamora de Diana Krall. Igualmente, yo sufr¨ªa momentos duros, pero tambi¨¦n comprend¨ªa que eso le ven¨ªa bien a mi proyecto art¨ªstico, que me permit¨ªa explorar ¨¢reas m¨¢s sombr¨ªas. Yo no quiero ser un cantante unidimensional, ese tipo que celebra la felicidad de estar enamorado".
Simplificando al p¨²blico de Drexler, uno podr¨ªa afirmar que las espectadoras aprecian sus modos sensuales y su entrega amorosa, mientras que los espectadores paladean su habilidad para musicar grandes ideas. "Nunca pretend¨ª ser el equivalente musical de Borges, que presum¨ªa de que s¨®lo diez personas en el mundo pod¨ªan entender sus textos m¨¢s eruditos. Quiero que me vean tambi¨¦n como un int¨¦rprete, capaz de hacer canciones ajenas, como aqu¨ª High and dry [tema de Radiohead que ahora suena amilongado]. Yo escribo de lo que siento, rara vez he hecho canciones de encargo. Hablo de lo que me conmueve, y me resulta imposible reiterar lo que me funcion¨® antes. Nunca hab¨ªa tenido un proceso tan intenso y doloroso de composici¨®n. Adem¨¢s, en el a?o y medio pasado he viajado m¨¢s que en toda mi vida. Primero se me ocurr¨ªan las letras, que iba apuntando en mi agenda electr¨®nica; ellas mandaban. Una canci¨®n no es m¨¢s que la secuencia gen¨¦tica de unos sentimientos".
El nuevo trabajo de Drexler cuenta con invitados como Kevin Johansen, Paulinho Moska, Arnaldo Antunes o Rita Mar¨ªa. Muchos forman banda aparte con Drexler: "S¨ª, aunque deber¨ªamos a?adir a Vitor Ramil, Mart¨ªn Buscaglia y mi hermano Daniel, que ya ha sacado tres discos. Daniel ha inventado el concepto del templadismo como respuesta rioplatense al tropicalismo brasile?o, tan excesivo, tan caluroso, tan dado a la alegr¨ªa indiscriminada. Nosotros preferimos una seriedad melanc¨®lica que deriva de la presencia de cuatro estaciones, que te implanta una idea de la fugacidad. Tambi¨¦n nos inspira la pampa, esa planicie ondulada que se parece mucho a nuestra m¨²sica. Lo del templadismo es un chiste que nos da mucho juego. Somos colegas y nos gusta juntarnos para tocar".
En el disco aparece tambi¨¦n la voz susurrante de Leonor Watling en El otro engranaje, un himno al secreto imperio de la libido: "Y bajo los congresos, las giras, rodajes, / las ferias agr¨ªcolas y las convenciones, / gira inexorable el otro engranaje, / la noria invisible de las transgresiones". La actriz y cantante de Marlango parece ser la catalizadora de la crisis retratada en 12 segundos de oscuridad, pero Drexler ni confirma ni niega: "Nada saldr¨¢ de mi boca. ?C¨®mo dicen en las pel¨ªculas? Me atengo a la Quinta Enmienda, alguien no debe testificar cuando puede incriminarse".
Es una postura quiz¨¢ comprensible, pero poco pr¨¢ctica: 12 segundos de oscuridad resulta transparente. Se encadenan las justificaciones (La vida es m¨¢s compleja de lo que parece, El fuego y el combustible) con las confesiones del reci¨¦n enamorado (Transoce¨¢nica, Inoportuna, Quienquiera que seas), sin olvidar los mensajes desde el dolor (Hermana duda, Soledad). Hay un aviso sobre La infidelidad en la era inform¨¢tica y un mensaje de consuelo para la ex, Sanar. La ex de Drexler se llama Ana Laan, excelente vocalista que lanz¨® el disco Or¨¦gano en 2004 y tambi¨¦n grab¨® bajo el personaje de Rita Calypso para el sofisticado sello Siesta. El nombre de Ana ya no est¨¢ presente en los cr¨¦ditos; s¨ª figura el del hijo de ambos, Pablo, que cede su vocecilla a Disneylandia.Insiste Drexler en que, fuera de su faceta profesional, nunca ha cultivado la cr¨®nica ¨ªntima, "ni siquiera escribo un blog". El disco funciona como diario de un periodo en que aprend¨ª a relacionarme con la soledad. Fue en Cabo Polonio, en Uruguay. Alquil¨¦ un rancho sin electricidad y me refugi¨¦ a componer. Un lugar muy salvaje: no puedes recorrer en coche los ¨²ltimos siete kil¨®metros. El t¨ªtulo hace referencia al faro, donde la luz tiene un ciclo de 12 segundos. Para moverte all¨ª de noche, debes guiarte por el faro y parar cuando te toca oscuridad. As¨ª que el t¨ªtulo es la alegor¨ªa de ese momento duro de mi vida, entre dos luces. Pero incluso la oscuridad te da informaci¨®n importante: los 12 segundos de Cabo Polonio lo diferencian del faro m¨¢s cercano, que tiene un ciclo de 36 segundos. All¨ª apliqu¨¦ eso de que puedes sacar ense?anzas esenciales de los momentos bajos de tu vida, cuando est¨¢s literalmente solo. Como dice Caetano, 'nunca el mero acto de escribir una canci¨®n fue tan desesperadamente necesario".
En '12 segundos de oscuridad' hay terapia, claro: "Ha sido un a?o muy lindo y muy complicado. Lo de separarse e intentar formar una nueva pareja son procesos din¨¢micos: aunque quisiera, no podr¨ªa explicarte mi situaci¨®n. Ni siquiera es un caso ¨²nico, todo lo contrario. La idea del deseo como fuerza motriz del universo es algo que asum¨ª desde chico. Nos creemos complicados, pero somos muy simples en las motivaciones. M¨¢s que con Freud o Jung, yo me quedo con Desmond Morris y su visi¨®n zool¨®gica del ser humano, la importancia de la territorialidad y el apareamiento".
A lo largo de la conversaci¨®n, Drexler ha controlado las llamadas a su m¨®vil: est¨¢ pendiente de recoger a su hijo. "Lo que me ha pasado es demasiado doloroso. No puedo frivolizar. A los que estamos en estos oficios nos gusta envolvernos en misterio, generar inc¨®gnitas. Eso no se aplica en mi caso. Yo creo que tomar el metro y hacer vida normal es un derecho, un privilegio que no pierdes por haber ganado un Oscar o cambiar de pareja".
'12 segundos de oscuridad' (DRO Warner) sale a la venta la pr¨®xima semana.
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