Las fotos de Navia
Caminando sin rumbo por Barcelona, pero rigurosamente acotado por los chubascos que iban cayendo uno detr¨¢s del otro, llegu¨¦ por accidente a la biblioteca Jaume Fuster y ah¨ª, harto de mojarme y secarme tantas veces esa tarde, me refugi¨¦ en la exposici¨®n de fotograf¨ªas de Jos¨¦ Manuel Navia. Esa llegada accidental coincidi¨® con la inauguraci¨®n, que estelarizaba el mismo fot¨®grafo, y ocurri¨® justo antes de que empezara a explicar su quehacer y la obra que ah¨ª expone. Dentro de unos momentos escribir¨¦ sobre esa inquietante colecci¨®n de im¨¢genes que reciben al visitante mir¨¢ndolo fijamente, y que est¨¢n inspiradas en la obra de tres escritores latinoamericanos, pero antes har¨¦ una escala en la plaza de Lesseps, exactamente igual a la que hice aquella tarde lluviosa, para preguntarme d¨®nde quedaba la plaza en ese galimat¨ªas de estructuras incompletas de hormig¨®n, polvaredas amansadas por la lluvia y pedazos de maderos y varillas que cuelgan y se proyectan encima de los coches que atiborran la ronda que pasa por ah¨ª. La escala fue una desgracia, pero tanta agua me hab¨ªa ca¨ªdo en la cabeza que me sent¨ª transportado al canal de Suez, y tambi¨¦n al de Panam¨¢, quiz¨¢ sugestionado por Ferdinad de Lesseps, ese abogado franc¨¦s cuyo nombre lleva la plaza, y cuya agitada vida encuentra un sentido homenaje en la agitaci¨®n que producen tantos autom¨®viles, con sus agitados conductores a bordo. Aunque Lesseps era abogado, dedic¨® media vida a la diplomacia, en ciudades como Lisboa, T¨²nez, Madrid, Roma y El Cairo, y la otra mitad, como si ese fuera el desenlace natural de sus dos carreras, a la construcci¨®n de canales que unieran un mar con otro. Esta rara vocaci¨®n encontr¨® su cauce gracias al enchufe que Lesseps ten¨ªa con el pr¨ªncipe Said, patrocinador del proyecto del canal de Suez que hoy une al mar Mediterr¨¢neo con el Rojo. El ¨¦xito fue tan contundente que a Lesseps lo invitaron a construir el canal de Panam¨¢, que pretend¨ªa unir el oc¨¦ano Atl¨¢ntico con el Pac¨ªfico; pero sucede que las complicaciones de ese nuevo proyecto dejaron a Lesseps sumido en un caos parecido al de la plaza que hoy le rinde homenaje en Barcelona, y al poco tiempo fue demandado, y cuando estaba a punto de ser condenado se volvi¨® loco y esto impidi¨® que terminara sus d¨ªas en la c¨¢rcel. ?sta es a grandes rasgos la vida agitada de Ferdinand de Lesseps, y siendo consecuentes con su biograf¨ªa, la plaza que lo recuerda deber¨ªa quedarse tal como est¨¢, con sus maderos y varillas, con su tumulto de coches, su polvo bronco o amansado y sus estructuras incompletas de hormig¨®n. A la biblioteca Jaume Fuster entr¨¦ para refugiarme del chubasco, pero tambi¨¦n furiosamente atra¨ªdo por la imagen que anuncia la exposici¨®n de Navia, en la que aparecen las piernas enlodadas de dos ni?os que enmarcan cuatro patas sangrantes de vaca, que acaban de ser cercenadas por la (digamos) rodilla. Entr¨¦ a la sala de exposiciones cuando, como dije, Jos¨¦ Manuel Navia comenzaba a hablar acerca de sus fotos, un acto inusual porque el fot¨®grafo, de pie en medio de los convidados, como un maestro frente a sus disc¨ªpulos, iba explicando el nexo entre sus im¨¢genes y las de los tres escritores cuyas obras le sirvieron de inspiraci¨®n: Juan Rulfo (Pedro P¨¢ramo y El Llano en Llamas), Augusto Roa Bastos (Contravida) y ?lvaro Mutis (Maqroll el Gaviero). El ejercicio de Navia, pertenece a un ciclo titulado Fotointerpretacions, que han montado las bibliotecas de Barcelona, y est¨¢ presidido por un piropo que el mismo Roa Bastos le escribi¨® a Navia y que transcribir¨¦ aqu¨ª porque explica a la perfecci¨®n los alcances de este curioso experimento: "El azar teje a veces venturosas coincidencias. Por ejemplo, entre la escritura y la imagen. Entre la escritura literaria y la fotograf¨ªa. Un azar que s¨®lo llamamos azar porque ignoramos sus leyes de riguroso determinismo.Al igual que mi novela, que no aspira a reflejar el color exclusivamente localista o pintoresquista de estos escenarios geogr¨¢ficos, humanos, hist¨®ricos y sociales, sino el misterio profundo de las esencias locales, que parece estar siempre en trance de revelaci¨®n, las hermosas fotograf¨ªas de Navia, por lo austeras y despojadas, tampoco aspiran a mostrar el aspecto ins¨®lito o puramente espectacular de los escenarios elegidos y captados, sino m¨¢s bien algunos de los rasgos caracterizadores y sintetizadores del paisaje, la historia y la sociedad de Am¨¦rica Latina. Hay una toma de posici¨®n muy clara en sus fotograf¨ªas sobre los desajustes que padece nuestra historia contempor¨¢nea, y en los que creo que est¨¢ incluida Iberoam¨¦rica toda, incluida Espa?a. C¨®mo pues no saludar su acierto y adhesi¨®n". Son precisamente estos "desajustes" que inquietan a Roa Bastos los que pueden verse en esta exposici¨®n, no se trata ni de una recreaci¨®n, ni de una reinterpretaci¨®n de las obras de estos tres escritores latinoamericanos; lo que vemos es m¨¢s bien la forma en que estas obras han contaminado la mirada de Navia, y a partir de esta bendita contaminaci¨®n, el espectador puede darse el lujo de pasearse por una America Latina nueva, que tambi¨¦n es la de siempre.
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