Memoria de P¨ªo Baroja
En paneles y banderolas colgadas en algunas calles de Madrid se anuncia la exposici¨®n Memoria de P¨ªo Baroja que conmemora el 50 aniversario de la muerte de este novelista nacido, en 1872, en San Sebasti¨¢n donde vivi¨® los siete primeros a?os de su infancia. Me acerco, pues, al museo de la Ciudad de la calle Pr¨ªncipe de Vergara donde, hasta el 3 de diciembre, est¨¢ instalada esta recomendabil¨ªsima exposici¨®n.
Leo el magn¨ªfico cat¨¢logo de la exposici¨®n editado por el Ayuntamiento de Madrid y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Su comisario es Joaqu¨ªn Puig de la Bellacasa.
Leo tambi¨¦n los primeros cap¨ªtulos de El ¨¢rbol de la ciencia, ambientada en Madrid, por la curiosidad de ver c¨®mo encuentro la prosa de esta novela que tanto me gust¨® en su d¨ªa. Y, el domingo pasado, vi el documental televisivo El mundo de los Baroja que emiti¨® La 2 y que me depar¨® algunas sorpresas.
La sorpresa m¨¢s fuerte, por su trascendencia p¨²blica, me la da, sin duda, la voz de su sobrino P¨ªo Caro Baroja - autor de una carta maravillosa a P¨ªo Baroja Nessi publicada en el cat¨¢logo y del magn¨ªfico documental La ¨²ltima vuelta del camino dedicado al novelista vasco y que se proyecta en la exposici¨®n -cuando cuenta que su t¨ªo fue la primera persona enterrada, tras la guerra, en el cementerio civil de Madrid.
P¨ªo Baroja muri¨® el 30 de octubre de 1956 y, por tanto, durante 17 a?os, las puertas del cementerio civil de Madrid estuvieron cerradas a cal y canto gregoriano. En el terreno de la intriga policiaca la gran sorpresa del homenaje a Baroja me la depara la panader¨ªa madrile?a de Carmen Nessi, t¨ªa abuela del novelista.
Esta panader¨ªa la regent¨® don P¨ªo entre 1896 y 1902. Y ?qu¨¦ significa que la regent¨®? ?Que P¨ªo Baroja era el gerente?, es decir, ?que hac¨ªa las chapatas con el mando a distancia?
Aclaremos aqu¨ª s¨®lo que por fin se ha hecho la luz en la cuesti¨®n del letrero de un establecimiento que me ha intrigado durante a?os. No har¨¢ todav¨ªa tres meses cuando cruc¨¦, una vez m¨¢s, por delante de la pasteler¨ªa Viena Capellanes, de la calle de Goya, y sent¨ª la tentaci¨®n de entrar y preguntar c¨®mo se hab¨ªa llegado a asociar Viena y Capellanes en el nombre del establecimiento. ?Eran Viena y Capellanes dos apellidos?
De cualquier forma, la asociaci¨®n del nombre de la capital del imperio austroh¨²ngaro y del plural de capell¨¢n, que en espa?ol est¨¢ tan asociado al capell¨¢n castrense, tiene algo de la asociaci¨®n surrealista del encuentro de un paraguas y una m¨¢quina de escribir en un quir¨®fano.
En ocasiones hab¨ªa visto la pasteler¨ªa Viena Capellanes -y duplicada- en la calle G¨¦nova, en la calle Fuencarral, en Bravo Murillo y en alguna otra zona de Madrid. ?Trasladaban los propietarios de la pasteler¨ªa de la calle Goya el establecimiento por la noche a otras zonas de la ciudad para poner a prueba la fidelidad de los clientes? ?O se trataba realmente de un establecimiento pr¨®spero asentado en varias calles de la ciudad? El padre Pit¨¢goras, en su reencarnaci¨®n de hombre del tiempo, me silba que Viena Capellanes tiene abiertos 19 establecimientos en 18 calles de Madrid.
El cat¨¢logo de la exposici¨®n -y, sobre todo, Julio Caro Baroja en el documental Baroja a trav¨¦s de Baroja. Viaje a Itzea que se proyecta en la exposici¨®n- aclara todas mis dudas.
En la p¨¢gina XXV del cat¨¢logo se nos dice que en 1896 P¨ªo Baroja vuelve de Cestona (Guip¨²zcoa), tras renunciar a su plaza de m¨¦dico, a Madrid para regentar la panader¨ªa de su t¨ªa abuela do?a Juana Nessi... ?la panader¨ªa Viena Capellanes!
Si me llega a caer un rayo en el n¨²mero 9 de la calle de Ruiz de Alarc¨®n -el autor, por cierto, de Los pechos privilegiados- y donde, por supuesto, hay otro establecimiento de Viena Capellanes y, por tanto, a dos pasos del n¨²mero 12 de esta misma calle, donde vivi¨® don P¨ªo desde 1940 hasta su muerte -, si me llega a caer ese rayo divino, que ensalzaba hace unos d¨ªas Manuel Vicent en una columna de EL PA?S, no me habr¨ªa causado una sorpresa mayor.
Aunque donostiarra de nacimiento, residente en Pamplona y Valencia, y, desde 1912, vinculado a Navarra por la compra del caser¨®n de Itzea, en Vera de Bidasoa, el vasco P¨ªo Baroja es, sobre todo, madrile?o.
En Madrid vivi¨® varias d¨¦cadas de su vida. Madrid es el escenario de varias de sus magn¨ªficas novelas escritas con una eficac¨ªsima prosa en alpargatas de oro. Y un discurso en alpargatas es un discurso, seg¨²n la ret¨®rica cl¨¢sica, en sermo humilis o lenguaje llano.
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