Brasil, ?qu¨¦ ha sido de aquel sue?o?
El pr¨®ximo domingo se celebrar¨¢n elecciones en Brasil. En ellas se elige al presidente, los parlamentarios y los gobernadores de los 26 Estados y del distrito federal. La segunda vuelta es el 29 de octubre. Cuando terminen estos comicios s¨®lo quedar¨¢n los de Ecuador, Nicaragua y Venezuela para finalizar esa gigantesca prueba que ha protagonizado Am¨¦rica Latina (AL) durante el ¨²ltimo a?o, con la normalidad democr¨¢tica como criterio (excepto en M¨¦xico, donde el candidato derrotado de forma oficial se ha negado a asumir los resultados por creerlos ama?ados).
La principal inc¨®gnita en Brasil parece ser la de si Lula obtendr¨¢ la presidencia en la primera vuelta o habr¨¢ de esperar a final de mes. Es una buena oportunidad para hacer balance de lo que ha supuesto la presencia en el Gobierno del antiguo sindicalista y l¨ªder del mayor partido de izquierdas de Am¨¦rica Latina, despu¨¦s de una legislatura. El 27 de octubre de 2002, Lula daba su primer discurso como presidente electo de Brasil en un ambiente de euforia casi incontenible. En aquella pieza (contenida en el libro Tengo un sue?o. Cinco propuestas para cambiar la historia. Editorial Pen¨ªnsula), el nuevo presidente describi¨® su utop¨ªa, a la manera de Martin Luther King: "Si al final de mi mandato todos los brasile?os tuvieran la posibilidad de desayunar, almorzar y cenar, habr¨¦ cumplido la misi¨®n de mi vida. (...) Mitigaremos el hambre, crearemos empleo, atacaremos el crimen, combatiremos la corrupci¨®n y crearemos mejores condiciones de educaci¨®n para la educaci¨®n de bajos ingresos desde el comienzo mismo de mi Administraci¨®n. (...) Los tiempos de prueba que enfrenta Brasil requieren austeridad en el uso del dinero p¨²blico y una lucha implacable contra la corrupci¨®n".
Esa utop¨ªa factible, cuatro a?os despu¨¦s, aporta un resultado agridulce: en el debe se anota el escaso crecimiento econ¨®mico (una media del 2,2% del PIB, de las m¨¢s peque?as en AL); menor creaci¨®n de empleo (de los 10 millones de puestos de trabajo prometidos se han generado, en el mejor de los casos, 4,5 millones); aumento de la inseguridad ciudadana, ante la impotencia o la complicidad de los aparatos del Estado; y, sobre todo, la multiplicaci¨®n de los casos de corrupci¨®n, tanto en la Administraci¨®n como en el PT, que han acabado con las carreras pol¨ªticas de colaboradores tan cercanos a Lula como Antonio Palocci, ministro de Hacienda, o Jos¨¦ Dirceu, hombre fuerte del partido.
En el activo se encuentra, en primer lugar, la macroeconom¨ªa. La carrera electoral actual transcurre sin los sobresaltos de la anterior, protagonizada por una inflaci¨®n acelerada (hoy es menor al 4%), salida de divisas (los bancos de negocios han enterrado el antiguo lul¨®metro, que med¨ªa el crecimiento del riesgo-pa¨ªs conforme avanzaban las perspectivas de victoria de la izquierda), crecimiento exponencial de los tipos de inter¨¦s, y devaluaci¨®n del real respecto al d¨®lar. Por el contrario, se ha multiplicado la confianza de los inversores, las bolsas de valores han subido, y se ha amortizado, de modo adelantado, la deuda con el FMI. El Programa Hambre Cero ha dado algunos buenos resultados y hoy 11 millones de familias, la cuarta parte de la poblaci¨®n, tiene derecho a un ingreso m¨ªnimo (una especie de renta b¨¢sica de inserci¨®n) a cambio de mantener escolarizados a sus hijos.
La ortodoxia de la pol¨ªtica monetaria y unos avances sociales a escasa velocidad han logrado que a Lula le haya surgido una escisi¨®n por la izquierda, que representa la antigua militante del PT, Heloisa Helena, a la que un grupo de intelectuales de todo el mundo ha dado el aval a trav¨¦s de un manifiesto p¨²blico. Brasil sigue siendo uno de los pa¨ªses con m¨¢s desigualdad y con una de las mayores deudas sociales del planeta.
Tal es el contraste entre un programa ambicioso y la dureza de la realidad. Fray Betto, uno de los representantes m¨¢s notables de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, ha marcado una doble premisa: no ha habido una revoluci¨®n, sino que se ganaron unas elecciones; Lula no lleg¨® al poder, sino al Gobierno. Pero eso no lo explica todo. Ahora puede empezar una segunda oportunidad que no siempre se da en la pol¨ªtica.
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