Sexo, oro y Picasso
Como afirm¨®, cierta vez, un conservador de museo dan¨¦s, el ¨¦xito de una convocatoria de exposici¨®n art¨ªstica depende actualmente de que en su t¨ªtulo aparezca una de estas tres palabras m¨¢gicas: sexo, oro o Picasso. Esta afirmaci¨®n incuestionable, aunque rastreramente pop, no sugiere que el hombre actual sea rico, practique el sexo o comprenda a Picasso, sino d¨®nde sit¨²a sus deseos, cuyo mordiente est¨¢ en relaci¨®n directa con su incumplimiento. En relaci¨®n con Picasso, considerado desde hace varias d¨¦cadas universalmente como el artista m¨¢s importante del siglo XX, hay que decir, sin embargo, que incre¨ªblemente basa su prestigio en la resistencia a ser aceptado incluso por los llamados externos. No hay que remontarse a las ¨¦pocas de la vanguardia hist¨®rica, cuando Picasso inici¨®, durante la primera d¨¦cada del siglo XX, su prodigiosa aventura de invenci¨®n del cubismo, produciendo un aut¨¦ntico esc¨¢ndalo incluso entre sus colegas m¨¢s avanzados, los cuales consideraron que Las se?oritas de Avignon eran un aut¨¦ntico acto de locura, sino que, sucesivamente, d¨¦cada tras d¨¦cada, cada vez que hac¨ªa algo inconveniente segu¨ªa provocando la misma estupefacci¨®n. Este llevar la contraria, no obstante, fue la regla de oro de Picasso: romper con la figuraci¨®n cuando todo el mundo quer¨ªa hacer figuraci¨®n moderna; hacerse cl¨¢sico cuando todo el mundo se quer¨ªa hacer acad¨¦micamente cubista; hacerse rabiosamente instintivo y aparente surrealista cuando todo el mundo quer¨ªa retornar al orden; meterse en los museos hist¨®ricos cuando todo el mundo estaba entusiasmado con la actualidad...
Un ejemplo muy significativo de todo lo que estamos comentando son los sucesivos rechazos que cosech¨® Picasso por parte de todas las ortodoxias, que incluyen tambi¨¦n no solamente lo formal, sino tambi¨¦n lo pol¨ªtico. Y quiz¨¢s el ejemplo m¨¢s contundente al respecto sea la historia de la dificultad cr¨ªtica para aceptar el cuadro de historia m¨¢s importante del siglo XX que fue el Guernica, que suscit¨® esc¨¢ndalo entre los historiadores cr¨ªticos marxistas de su momento y que lo sigue todav¨ªa suscitando hoy, a pesar de ser aclamado como objeto de culto por las masas. ?Qu¨¦ puede haber detr¨¢s de este ¨¦xito y de esta incomprensi¨®n pertinaces sobre Picasso? Desde mi punto de vista, s¨®lo la contumacia de Picasso de seguir una trayectoria absolutamente libre e independiente de las sucesivas corrientes de moda, que refleja, a su vez, los sucesivos estados de ansiedad colectivos. No le importaron a Picasso, en primer lugar, las prescripciones de una concepci¨®n del arte formalista, como tampoco las consignas ideol¨®gicas que indicaban los modelos de comportamiento colectivo. En realidad, cosa excepcional en un mundo tan mediatizado como el contempor¨¢neo, no le importaba nada m¨¢s que lo que entend¨ªa por arte, cuyo sentido capt¨® en un momento hist¨®ricamente extraordinario como fue el de su completo replanteamiento durante el primer tercio del siglo XX. ?se fue su legado: ser radicalmente fiel a la libertad.
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