CiU, PSC y ERC compiten en dureza sobre la inmigraci¨®n

Desde las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas de 2003, casi 400.000 personas han llegado a Catalu?a para establecerse y trabajar. Con ellos, la cifra de inmigrantes casi se ha duplicado y alcanza ya las 940.000 personas seg¨²n el padr¨®n municipal. Hoy, el 12% de los catalanes son de origen inmigrante. Pero hay algo que se ha incrementado m¨¢s que la inmigraci¨®n o la preocupaci¨®n que los ciudadanos dicen tener por este fen¨®meno: el discurso de desconfianza hacia los nuevos llegados que emana de casi todos los partidos pol¨ªticos.

Desde el PSC hasta Converg¨¨ncia i Uni¨®, pasando por Esquerra Republicana y el Partido Popular, todos han rivalizado en los ¨²ltimos meses para atraerse a los votantes que, por un motivo u otro, desconf¨ªan de la inmigraci¨®n. Y la campa?a electoral ser¨¢ el escenario de una especie de batalla final de la que los expertos en inmigraci¨®n esperan lo peor. Los discursos pol¨ªticamente correctos han tocado a su fin.

Fue el candidato socialista, Jos¨¦ Montilla, quien hace escasas tres semanas pon¨ªa la guindilla al cambio de discurso de los partidos, tambi¨¦n los de izquierda, sobre la inmigraci¨®n. Aline¨¢ndose con los nuevos vientos que soplan en La Moncloa desde el comienzo de la crisis de los cayucos, Montilla alertaba de la posible saturaci¨®n de los servicios sociales si continuaban llegando inmigrantes y aseguraba que la capacidad de acogida de Catalu?a est¨¢ "pr¨¢cticamente al l¨ªmite". El l¨ªder de Esquerra Republicana, Josep Llu¨ªs Carod, se sumaba a un discurso poco habitual en ¨¦l para decir que "Catalu?a no puede pagar la Seguridad Social de ?frica". Estos discursos, otrora m¨¢s habituales en pol¨ªticos como Jordi Pujol, han pasado a formar parte del paisaje pol¨ªtico del d¨ªa a d¨ªa disipando, tambi¨¦n en este tema, la l¨ªnea imaginaria entre la izquierda y la derecha.

Efectivamente, la inmigraci¨®n preocupa a los catalanes, pero con los datos de los Bar¨®metros de la Generalitat en la mano, el fen¨®meno, hoy, no les quita m¨¢s el sue?o que pudiera hacerlo en 2003. Junto con el paro y la inseguridad, la inmigraci¨®n se mantiene en los primeros tres puestos de preocupaciones. Siempre en lo alto de la lista (es la gran preocupaci¨®n del 16% de los catalanes), pero en una situaci¨®n estable.

?Qu¨¦ explica pues el endurecimiento del discurso de los pol¨ªticos? M¨°nica Nadal, soci¨®loga y autora del Anuario de la Inmigraci¨®n de la Fundaci¨®n Jaume Bofill, cree que "la izquierda est¨¢ atrapada entre sus propias contradicciones internas y una derecha que no tiene reparos en recurrir a la demagogia como arma". Seg¨²n Nadal, la derecha es la que ha logrado imponer su discurso en un fen¨®meno al que ya se le ha puesto nombre en Francia: la lepenizaci¨®n de los esp¨ªritus.

Pero en opini¨®n de esta soci¨®loga, los partidos que han decidido endurecer su discurso pueden incurrir en un grave error. "Decir que se acabar¨¢ con la inmigraci¨®n irregular, que se frenar¨¢ algo que no tiene freno, acabar¨¢ por frustrar a los ciudadanos, quienes ver¨¢n c¨®mo, una vez m¨¢s, una promesa pol¨ªtica se ve incumplida".

Pero en su disputa electoral, los partidos no ahorrar¨¢n en promesas y en gui?os hacia el electorado que teme que la inmigraci¨®n acabe por desnaturalizar -un verbo que entusiasma a los convergentes- su entorno m¨¢s inmediato. El PSC se volcar¨¢ en defender las bondades de la contrataci¨®n en origen, un mecanismo que s¨®lo favorece la llegada de aquellos inmigrantes dispuestos a hacer los trabajos que nadie quiere en Catalu?a. Converg¨¨ncia i Uni¨®, adem¨¢s de pedir la contrataci¨®n en origen, vender¨¢ al electorado lo que Artur Mas denomina contrato de ciudadan¨ªa, una carta por la que los inmigrantes contratados en origen se comprometan a hacer un curso de 30 horas sobre lengua y cultura catalanas en su pa¨ªs antes de llegar a Catalu?a. Esquerra, por su parte, convertir¨¢ en eje de su campa?a el hecho de que los otros partidos catalanistas apoyaran una reforma del Estatuto que no daba a la Generalitat capacidad para cerrar las puertas a la inmigraci¨®n si lo cree oportuno. A esta subasta de ofertas, por supuesto, los nuevos 940.000 catalanes de adopci¨®n, no podr¨¢n acceder por no tener derecho de voto.