Vidas paralelas
Sargent y Sorolla tuvieron carreras paralelas y gozaron del reconocimiento internacional hasta que a mediados del siglo XX fueron olvidados. Por primera vez, una exposici¨®n analiza las similitudes de su pintura llena de luz y color
No es impresionismo, pero es terriblemente impresionante. Ni Turner ni Monet pintaron nunca unos rayos de sol tan cegadores como los cuadros de Sorolla". El pol¨ªtico y escritor franc¨¦s Henry Rochefort se llena de elogios -"No conozco pincel que contenga tanto sol"- ante la obra del artista valenciano, que a principios del siglo XX hab¨ªa conquistado Par¨ªs con todos los honores. Por aquellas mismas fechas, otro joven pintor, John Singer Sargent, "un Degas norteamericano", triunfaba con sus retratos en Londres y Francia. Amigo de Monet, con el que pint¨® al alim¨®n en su casa de Giverny, fue compa?ero de viaje de los impresionistas, pero no quiso formar parte del movimiento. Sargent y Sorolla estaban, por edad, muy cerca de la generaci¨®n que revolucion¨® el arte contempor¨¢neo, la de Van Gogh, Gauguin, Seurat y C¨¦zanne, pero nunca se alinearon con ellos. Exploraron al m¨¢ximo la pintura de la luz y el color y se mantuvieron lejos de cualquiera de los ismos que surgieron en el siglo pasado.
Tom¨¢s Llorens, conservador jefe del Museo Thyssen de Madrid hasta hace un a?o y comisario de la muestra Sargent / Sorolla que inaugura la temporada, pone en evidencia el olvido que han sufrido ambos pintores y el hecho de que todav¨ªa hoy "muchos espa?oles se sorprenden cuando se les dice que entre 1900 y 1910 Sorolla gozaba de mayor reconocimiento internacional que Picasso".
Sorolla (1863-1923) y Sargent (1856-1925) tuvieron una inmensa popularidad en su ¨¦poca y entraron en declive cuando el siglo XX cambi¨® de rumbo tras las dos guerras mundiales. A ambos les uni¨® el af¨¢n por lograr una pintura moderna a partir de la tradici¨®n naturalista. Reconciliadores de lo antiguo con lo nuevo, dejaron patente en sus pinturas respectivas un buen n¨²mero de afinidades.
Joaqu¨ªn Sorolla, "un pintor pintor", fue un artista arraigado en su contexto valenciano, mediterr¨¢neo y espa?ol. Sargent, mucho m¨¢s mundano y cosmopolita, lleg¨® a ser el retratista m¨¢s solicitado de su ¨¦poca. Americano de origen y de vocaci¨®n, vivi¨® como un ciudadano del mundo. Nacido accidentalmente en Florencia, su infancia y educaci¨®n transcurrieron entre Par¨ªs y Londres. Entre sus amigos hubo escritores como Henry James o Robert Louis Stevenson y artistas como Monet y Rodin. Los impresionistas franceses lo consideraban uno de los suyos, pero los academicistas brit¨¢nicos, tambi¨¦n.
Sargent y Sorolla se conocieron seguramente en Par¨ªs, entonces capital indiscutible del arte, con motivo de la Exposici¨®n Universal de 1900. Debieron de desarrollar una buena amistad porque Sorolla regal¨® a Sargent el boceto de ?Triste herencia!, y Sargent correspondi¨® con una obra suya, La cuadra. Ese cuadro de Sorolla, a quien el pintor Boldini llam¨® "el diablo espa?ol", acab¨® por fijar el ¨¦xito absoluto del pintor en Par¨ªs. Pero los ni?os enfermos y tullidos del asilo de San Juan de Dios que se ba?aban bajo la vigilancia del fraile en ?Triste herencia! no eran ni mucho menos los ni?os llenos de vida que acostumbraba a dibujar el pintor valenciano. Sorolla escribe a Clotilde, su mujer: "Aqu¨ª el cuadro que produce m¨¢s entusiasmo es ?Triste herencia!, es el amo seg¨²n me cuentan, pero a m¨ª el que m¨¢s me gusta es Comiendo en la barca?". A?os antes, John Singer Sargent ya hab¨ªa conquistado Par¨ªs con su cuadro Madame X, un elegante retrato de Madame Gautreau, la mujer de un hombre de negocios parisiense. Sargent represent¨® a la atractiva joven vestida con un provocativo traje negro, pegado al cuerpo y con un escote de v¨¦rtigo, a lo Rita Hayworth en la pel¨ªcula Gilda. El exquisito perfil de la mujer y su delicada belleza causaron furor en el Sal¨®n de Par¨ªs de 1884.
Siguiendo los pasos de su admirado Manet, tambi¨¦n Sargent viaj¨® a Madrid para visitar el Museo del Prado y estudiar a Vel¨¢zquez -siempre se enorgulleci¨® de su copia del Esopo del pintor sevillano-. Aprendi¨® a pintar con grandes pinceladas envolviendo la figura por detr¨¢s con amplias sombras, medios tonos y luces. Pero la influencia de Vel¨¢zquez es tambi¨¦n decisiva en la pintura de Sorolla. La luz y la composici¨®n dominan su pintura, y desde principios de 1890 ya empieza a destacar como retratista, algo que parece sorprender al propio pintor: "?Yo pintor de retratos!". El caso es que hizo m¨¢s de 400 y que los grandes personajes de la vida cultural, social y pol¨ªtica posaron para ¨¦l.
En 1908, Sorolla expone en Londres. Le presentan como "el m¨¢s grande de los pintores vivos". Sargent le acompa?a probablemente en su visita a la capital inglesa. Todos le agasajan. "Anoche", escribe a Clotilde, "estuve en la Royal Academy; fue un banquete magn¨ªfico y estuve atendido con gran esmero, presidi¨® el pr¨ªncipe de Gales, habl¨¦ con ¨¦l y estuvo muy cari?oso". Fue en Londres donde conoci¨® al millonario norteamericano el hispanista Archer Milton Huntington, quien le propone llevar su obra a la Hispanic Society of America, de Nueva York, una instituci¨®n creada por el magnate para la difusi¨®n de la literatura y el arte espa?ol. Otro millonario, Thomas Fortune Ryan, le encarga pintar su retrato y el de su amante, que el pintor titul¨® con cierta sorna Retrato de la amiga de Mr. Ryan (1913). En Washington pint¨® el retrato del entonces presidente de Estados Unidos, William Howard Taft, y de su esposa. En febrero de 1909 se inaugura en Nueva York su exposici¨®n Joaqu¨ªn Sorolla at The Hispanic Society of America. Present¨® 356 obras, ante las que desfilaron 170.000 visitantes.
En Par¨ªs, los artistas discut¨ªan sobre las vanguardias. Experimentaban con el cubismo y el fauvismo y faltaban algunos a?os para que Andr¨¦ Breton escribiera su Manifiesto surrealista. El ruido de sables de la Primera Guerra Mundial se escuchaba cada vez con mayor estruendo. Mientras, Sorolla trabajaba sin descanso para cumplir su acuerdo con Huntington de decorar con los murales de Visi¨®n de Espa?a la Hispanic Society de Nueva York.
Sargent y Sorolla ofrecen con sus retratos un who is who de la sociedad de aquellos a?os. Reyes, presidentes, ricos y famosos desfilan para sus pinceles, Unamuno, Ortega, Mara?¨®n, Ram¨®n y Cajal, Alfonso XIII, en el caso del espa?ol; Theodore Roosevelt, Vaslav Nijinsky, John D. Rockefeller, Henry James, la se?ora Vanderbilt y una de sus protectoras, la bostoniana Isabella Stewart Gardner, para Sargent.
El dandismo del que hac¨ªa gala Sargent era la mejor tarjeta de visita para su pintura, algo que Roger Fry, el pintor del posimpresionismo, miembro destacado del c¨ªrculo de Bloomsbury, amigo de la escritora Virginia Woolf, defini¨® como atracci¨®n hacia la "aristocr¨¢tica vulgaridad". Su postura de no tomar partido por ning¨²n movimiento pict¨®rico fue en ¨¦l una forma de significarse y, aunque no invent¨® nada, lo cambi¨® todo. "Pinto lo que veo? Y no me gusta investigar lo que no aparece ante mis ojos. Hago cr¨®nica. No juzgo", sol¨ªa decir. Su correcci¨®n externa se transformaba en un volc¨¢n interior. Era un bon vivant que disfrutaba con la comida y los placeres. Amaba la m¨²sica, leer y jugar al ajedrez en su casa de Londres, en el elegante barrio de Chelsea. Tambi¨¦n el baile espa?ol que descubri¨® en sus viajes a Andaluc¨ªa. Su sexualidad siempre oculta se revela a trav¨¦s de sus dibujos de desnudos masculinos, de magn¨ªfica sensualidad.
Mientras Sorolla pinta los murales de la Hispanic Society, Sargent hace lo mismo en las salas de la nueva Biblioteca P¨²blica de Boston. Embarcado en una obra monumental, elige como tema pasajes del Antiguo Testamento, obsesionado con emular a Miguel ?ngel. Ambos se dejan las pesta?as en estos encargos por los que parad¨®jicamente no pasar¨¢n a la historia de la pintura.
Cansados, agobiados por la finalizaci¨®n de estas obras, Sorolla y Sargent pierden la salud. Sus vidas se separan definitivamente. Sorolla muere en 1923. Valencia le despide como a un general. Sargent lo har¨¢ dos a?os m¨¢s tarde, en 1925, y se le rinden honores casi reales en la abad¨ªa de Westminster, en Londres.
La exposici¨®n 'Sargent / Sorolla' se inaugura el pr¨®ximo martes en el Museo Thyssen de Madrid y puede verse hasta el 7 de enero de 2007.
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