De los siete grandes a las multilatinas (y 3)
8. La competencia y la liberalizaci¨®n de un sector econ¨®mico no es un asunto s¨®lo de dos, el Estado y la empresa, como plantean los m¨¢s sedicentes liberales. ?stos suponen que el culpable de la falta de competencia es siempre el Estado que no deja libertad a sus s¨²bditos para hacer lo que quieran. La competencia, como ha teorizado Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, es un m¨¦nage ¨¤ trois (La competencia. Editorial Alianza), pues siempre hay un tercero interesado en impedirla: el principal aprovechado de la falta de competencia no es el Estado sino otra empresa que utiliza a ¨¦ste como un instrumento a su favor. Hay que subrayarlo cuando se analiza el casi duopolio del que parte la reestructuraci¨®n del sector el¨¦ctrico espa?ol.
9. Algunas de las declaraciones que se han hecho cuando se supo de la entrada de Acciona en Endesa suscitan inquietud sobre lo que de verdad se quiso decir. Nadie ha recordado, seguramente porque ahora no es pol¨ªticamente correcto, que los poderes p¨²blicos y los organismos reguladores tienen el deber de intervenir cuando los mercados son asim¨¦tricos; es decir, cuando no se produce la igualdad de oportunidades para todos los agentes. Sea esa asimetr¨ªa por el control de las empresas, la naturaleza de su capital, las distintas velocidades del proceso de liberalizaci¨®n, su consideraci¨®n como parte de una estrategia econ¨®mica nacional, y hasta por la asimetr¨ªa de la informaci¨®n (el delito de iniciados cuyas sospechas han resucitado estos d¨ªas). Intervenci¨®n no quiere decir arbitrariedad.
Mariano Rajoy exigi¨® al Gobierno que no fuese intervencionista y "no se meta" en las actividades de las empresas, y a partir de ah¨ª "libertad, libertad, libertad". El vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes, se mostr¨® encantado de contar con grandes empresas espa?olas que puedan competir en los mercados internacionales: "A partir de ah¨ª, lo que suceda en el mundo empresarial es cosa de las empresas". Ninguno de los dos record¨® que el mercado energ¨¦tico en Europa es tremendamente asim¨¦trico.
10. Rajoy se olvid¨® de que las dos legislaturas en las que fue ministro (no s¨®lo la segunda, como dicen algunos recordando con nostalgia los a?os 1996 a 2000) fueron de las m¨¢s intervencionistas en la historia reciente. El PP pretendi¨® crear, con el dinero de la reci¨¦n privatizada Telef¨®nica, un conglomerado medi¨¢tico privado, al servicio del Gobierno del PP (apoyado y liderado por los mismos medios que ahora lo escoltan en la delirante teor¨ªa de la conspiraci¨®n mixta ETA-integrismo isl¨¢mico, sobre los atentados terroristas del 11-M; esa alianza no es precisamente nueva, sino recurrente). Fracas¨®. Por otra parte, sustituy¨® al sector p¨²blico empresarial por un sector privado gubernamental a trav¨¦s del proceso de privatizaciones, a cuyo frente puso a algunos de sus amigos m¨¢s cercanos. Manuel Pizarro, presidente de Endesa y en el centro del actual terremoto el¨¦ctrico, fue uno de los beneficiarios de esa pol¨ªtica y uno de los ide¨®logos de la misma. Independientemente de su val¨ªa profesional.
11. Solbes, y tambi¨¦n el portavoz socialista en el Congreso de los Diputados, Diego L¨®pez Garrido ("el Ejecutivo no tiene arte ni parte" en la operaci¨®n de Acciona) hicieron como esos defensas de cualquier equipo de f¨²tbol que despu¨¦s de haber cometido una falta evidente, levantan los hombros como si no hubieran sido ellos. Las interferencias del actual Gobierno socialista -que gan¨® las elecciones con un compromiso solemne sobre la independencia de los organismos reguladores- han dejado a la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa (CNE) con notables dificultades para defender sin sospechas su autonom¨ªa en el futuro. La CNE, que ha sido vapuleada por la Comisi¨®n Europea en las condiciones que hab¨ªa establecido para que la alemana E.ON se quedase con Endesa (despu¨¦s de afeitar las que propuso su ponente) ni siquiera ha tenido fuerzas para levantar su voz y decir que las posiciones que defiende la comisaria europea de la Competencia, Neelie Kroes, tambi¨¦n son discutibles, parecen dictadas por el lobby alem¨¢n y olvidan, una vez m¨¢s, la asimetr¨ªa del mercado energ¨¦tico europeo.
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