Caligraf¨ªa de ayer y de siempre
Una estafa fortuita convirti¨® los m¨ªticos 'Cuadernos Rubio' en un ¨¦xito editorial que triunfa en las librer¨ªas al cabo de 50 a?os
"Para conseguir buena letra es preciso coger bien la pluma, sin apretarla y escribir siempre despacio". ?Qu¨¦ adulto no se recuerda a s¨ª mismo de peque?o con un Cuadernillo Rubio y un l¨¢piz haciendo trazos repetitivos o copiando infinidad de combinaciones de n¨²meros en un tiempo m¨ªnimo o imitando aquella escritura vertical -con unas min¨²sculas tan redondas- escritas en el grabado superior de la p¨¢gina? Es realmente dif¨ªcil encontrar a un padre o madre de hoy que, en alguna etapa de su vida escolar, no se haya ejercitado en esta t¨¦cnica.
De hecho, son aquellos mismos usuarios de Rubio de los a?os sesenta y setenta los que ahora, en plena era del ordenador y la play-station, acuden a las librer¨ªas en busca de aquellos m¨ªticos cuadernos de caligraf¨ªa y ortograf¨ªa (siempre de color verde manzana) o de c¨¢lculo (color amarillo) para que sus hijos de 8, 10 o 12 a?os recuperen hoy la "claridad de escritura" perdida por el uso o abuso del rat¨®n, y el h¨¢bito de sumar, restar y operar sin calculadora.
Los m¨¦dicos pidieron ejemplares para tratar las enfermedades neurodegenerativas
Ha sido, parad¨®jicamente, la saturaci¨®n de una sociedad informatizada la que ha incidido m¨¢s en "el ¨¦xito del relanzamiento" de una peque?a editorial "nacida en el domicilio propio de un profesor de Mercantil", como recuerda con admiraci¨®n Enrique Rubio, su hijo, y gerente de una empresa familiar que cumple medio siglo con el prop¨®sito de seguir otro medio. Una tirada anual de cuatro millones de ejemplares, avala su peso en el mercado.
Todo empez¨® antes, en la misma casa del profesor Ram¨®n Rubio Silvestre donde se imprimieron las primeras "fichas" ideadas por ¨¦l para "aumentar la inserci¨®n laboral de sus alumnos de la Academia Rubio".
Entonces eran opositores que optaban a un puesto de contable en la banca o en la empresa. Consciente de la importancia que ten¨ªa la "buena letra" y la "perfecta alineaci¨®n de n¨²meros en operaciones de c¨¢lculo que a veces alcanzaban los 10 d¨ªgitos", Rubio Silvestre -que siempre se sinti¨® maestro, antes que editor- fue ideando un "m¨¦todo propio para mejorar la caligraf¨ªa alfanum¨¦rica y el perfeccionamiento del trazo caligr¨¢fico", que empez¨® imprimiendo en una m¨¢quina artesanal.
Su vocaci¨®n de ense?ante se vio apoyada por maestros de un peque?o colegio p¨²blico de Valencia que vieron en su m¨¦todo una herramienta para sus alumnos de ense?anza b¨¢sica.
"Ah¨ª fue cuando llegaron las primeras dificultades para penetrar en un mercado que no cre¨ªa en los beneficios de aquel novedoso m¨¦todo", recuerda su hijo. "Los colegios religiosos le cerraban las puertas, porque los curas y las monjitas eran muy reacios a m¨¦todos modernos".
Hasta que una estafa fortuita demostr¨® lo contrario. Ram¨®n Rubio hab¨ªa buscado un distribuidor para introducir sus Cuadernos en los colegios. Y ¨¦ste, en lugar de intentar convencer a los maestros, los vend¨ªa en papeler¨ªas como un objeto curioso porque le era m¨¢s f¨¢cil. Pero el distribuidor acumul¨® tantas deudas con el editor que "desapareci¨®". Cuando Rubio cre¨ªa que estaba todo perdido, el destino dio un giro. Las papeler¨ªas de toda Espa?a empezaron a buscarle para formalizar los pedidos. En los setenta, Cuadernos Rubio lleg¨® a distribuir hasta 10 millones de ejemplares.
Hace nueve a?os, al enfermar su padre, Enrique decidi¨® elaborar un plan estrat¨¦gico de inversiones y reflotar lo que para ¨¦l es mucho m¨¢s que unas simples hojas de c¨¢lculo. "Es una marca y un m¨¦todo de recnocido prestigio que, pese a que la sociedad avanza, se ha demostrado ¨²ltil en cada momento". Tanto que cuando los m¨¦dicos que atendieron a su padre en el hospital La Fe de Valencia vieron los Cuadernos le pidieron m¨¢s para los pacientes adultos con enfermedades neurodegenerativas.
Enrique Rubio apost¨® por "volver a los or¨ªgenes", pero renovando contenidos que inculcan el respeto por el medioambiente, la integraci¨®n racial, la alimentaci¨®n sana... Es decir, un mundo plural.
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