Un siglo en pensamientos
Cien a?os hubiera cumplido hoy Hannah Arendt. Har¨¢ ya un siglo desde que viniera al mundo en el seno de una familia jud¨ªa casi plenamente integrada en la sociedad alemana del momento. Estos dos datos bastan para que cualquiera m¨ªnimamente familiarizado con la historia europea del momento pueda proyectar sobre ella todos los dramas del convulso siglo XX. Con la diferencia de que no se limitar¨ªa a ser una sufridora pasiva de todos los tr¨¢gicos acontecimientos que cayeran sobre las personas de su raza y condici¨®n. Su inmensa virtud estriba m¨¢s bien en que siempre tuvo la capacidad de filtrarlos a trav¨¦s del recurso a una extraordinaria capacidad reflexiva; supo extraerlos de su mero car¨¢cter de "historia vivida" para desmenuzarlos con el ¨²nico instrumento del que goza el hombre para obtener el sentido -o el sinsentido- de las cosas: la raz¨®n y el juicio. Pocos pensadores nos han ofrecido una reflexi¨®n m¨¢s atenta y original de lo que signific¨® el siglo XX, que en ella aparece sin duda "atrapado en pensamientos". Tambi¨¦n del poder de la raz¨®n y de la filosof¨ªa para sobreponerse al destino del mundo y abrirlo a una acci¨®n pol¨ªtica emancipadora. Su actividad intelectual oscila as¨ª entre la necesidad de entender por qu¨¦ fuimos capaces de caer en la barbarie del totalitarismo y la b¨²squeda de las condiciones necesarias para una vida en libertad. Como supo decir en una frase l¨²cida, "el mal puede destruir el mundo, pero profundo y radical s¨®lo puede ser el bien".
No es de extra?ar, por tanto, que ella siempre se considerara m¨¢s te¨®rica pol¨ªtica que fil¨®sofa, a pesar de su agitada formaci¨®n con Heidegger y sus posteriores estudios con Jaspers. Su preferencia existencial por la "vida activa" frente a la "vida contemplativa", que tan gr¨¢ficamente expresara en La condici¨®n humana, dan fe de su pasi¨®n por la dimensi¨®n ciudadana en el ser humano. Y es la p¨¦rdida de esta dimensi¨®n tambi¨¦n la que para ella explica la ca¨ªda en la barbarie totalitaria, profusa y minuciosamente explicados en Los or¨ªgenes del totalitarismo. Frente a un mundo privatizado en el que la entronizaci¨®n de lo "social" acaba por convertirse en el principio regulador de todas las esferas de la vida, ella eleva la "vida p¨²blica" como el ¨²nico verdadero espacio de la libertad. La identidad del sujeto humano s¨®lo es posible en una contig¨¹idad humana entre iguales y participando discursiva y comunicativamente de las cosas del mundo com¨²n. Los valores de la libertad, la pluralidad y la comunicaci¨®n intersubjetiva se convierte as¨ª en los principios reguladores de la aut¨¦ntica pol¨ªtica, una pol¨ªtica republicana. A ella le debemos, en efecto, una de las m¨¢s originales teor¨ªas pol¨ªticas republicanas precursoras de lo que hoy entendemos como republicanismo pol¨ªtico, que se condensa en esta extraordinaria declaraci¨®n de principios: "Nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad p¨²blica, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad p¨²blica, y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder pol¨ªtico".
La imagen de Arendt ha ido creciendo progresivamente desde su muerte en 1975. Cada nueva generaci¨®n de estudiosos ha ido encontrado en ella alguna pista para orientarse en un mundo en pleno proceso de cambio y cada vez m¨¢s impenetrable a la reflexi¨®n. Puede que ello se deba a la maravillosa ausencia de sistematicidad de su obra. En un gesto poco adecuado a su tiempo, Arendt mostr¨® siempre una enorme desconfianza hacia los sistemas de pensamiento, que para ella se sustentaban sobre una inaceptable simplificaci¨®n de la realidad. A partir del momento en que una "verdad" se arroga la capacidad de guiar nuestra acci¨®n, violentamos las condiciones elementales del espacio pol¨ªtico. La supuesta sinton¨ªa entre pensamiento y realidad no hace sino erigirse en el sustituto de lo que en ¨²ltima instancia s¨®lo cabe decidir comunicativamente a los ciudadanos. A ciudadanos con plena capacidad de juicio pol¨ªtico. O, lo que es lo mismo, con capacidad de trascender nuestra visi¨®n de meros espectadores incorporando de forma anticipada la posici¨®n de los otros. Su mensaje ¨²ltimo es que s¨®lo podemos acceder a la libertad recuperando los presupuestos de una aut¨¦ntica democracia deliberativa. No es mal mensaje para estos nuevos tiempos dif¨ªciles.
NOVEDADES DEL CENTENARIO
Diario filos¨®fico (Herder). Hannah Arendt. M¨¢s de mil p¨¢ginas de notas que van de 1950 a 1973.
Hannah Arendt (Paid¨®s). Elisabeth Young-Bruehl. La biograf¨ªa cl¨¢sica. Reedici¨®n con nuevo pr¨®logo a la luz de la ca¨ªda del muro y del 11-S.
Hannah Arendt (Destino). Laure Adler. Young no pudo leer la correspondencia entre Arendt y Heidegger. S¨ª lo hizo Adler, bi¨®grafa tambi¨¦n de Marguerite Duras (Anagrama).
El siglo de Hannah Arendt (Paid¨®s). Libro colectivo basado en las intervenciones del ciclo que el pr¨®ximo martes se abre en la Fundaci¨®n Juan March de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.