Echanove en Sanse
En el teatro auditorio Adolfo Marsillach de San Sebasti¨¢n de los Reyes se estrena en Espa?a Plataforma, del franc¨¦s Michel Houellebecq. La obra ya triunf¨® en su estreno escoc¨¦s de Edimburgo. Su tema central se ocupa del turismo sexual, con una interpretaci¨®n de Juan Echanove de tan alt¨ªsimo nivel teatral que hay que pensar en un oscar cinematogr¨¢fico y un grammy televisivo como recompensas justas para reconocer el despliegue de tanto talento.
Y, para situar bien esta admiraci¨®n, no estar¨¢ de m¨¢s recordar que no siempre he ensalzado con incienso de la iglesia madrile?a del Sacramento, sede del antiguo convento de las monjas bernardas, a este magn¨ªfico actor. Hace ya unos meses, lo o¨ª leer -y, ay, en algunos momentos, creo, vulnerar algunos versos de Neruda en la sede del C¨ªrculo de Lectores de la calle de O'Donnell- por pasarse por el forro de ?beda la imprescindible pausa versal que hay que hacer en la lectura de todos los versos de un poema y, en trance, ped¨ª al cielo ayuda para llevarme aquel secreto a la tumba.
Dios no vino en mi auxilio y no pude callarme: al final del acto, esta discrepancia m¨ªa con su lectura de los poemas se la expres¨¦ al propio actor porque, por otra parte, tambi¨¦n ya nos dej¨® dicho Pablo de Tarso que ten¨ªamos que predicar la verdad oportune et inoportune, es decir, venga o no venga a cuento, y aunque corramos el riesgo de encajar una hostia por deslenguados.
Acabo de leer recientemente en la colina ateniense del Are¨®pago un fragmento, grabado en no s¨¦ qu¨¦ metal -quiz¨¢ ese heavy metal, que tanto le gusta a la ministra de Cultura, Carmen Calvo, asistente al estreno-, de los Hechos de los Ap¨®stoles, que relata la predicaci¨®n de San Pablo en aquel lugar a los atenienses y no puedo quitarme al santo de la mente: no se me va el santo al cielo y me distrae del vital tema de la mencionada pausa. ?Hay alg¨²n actor en Espa?a -o alg¨²n ferretero o alg¨²n alba?il- que sepa lo que es una pausa versal y la haga correctamente en el recitado de un poema?: s¨ª, Patxi Andi¨®n, un madrile?o de estirpe navarra, quien, por cierto, fue el primer actor de nuestra cinematograf¨ªa que, en la onda sexual de Plataforma, se desnud¨® en una pel¨ªcula espa?ola.
Me encomiendo al magn¨ªfico Diccionario de m¨¦trica espa?ola, de Jos¨¦ Dom¨ªnguez Caparr¨®s, que siempre lo llevo a todas partes, por si decae la conversaci¨®n, y leo que la pausa es un elemento esencial del verso. Y, si no lo fuera, ?iba a lanzar yo estos sermones que comprendo que al pueblo llano del barrio de Chamber¨ª -para decirlo de un modo suave- se la sudan? Pajarillos del parque de la Fuente del Berro, cuando le¨¢is en los ¨¢rboles el Volver¨¢n las oscuras golondrinas, del genial B¨¦cquer cuyo busto honra este maravilloso recinto al aire lib¨¦rrimo, haced siempre la pausa versal: la pausa consiste en dejar de hablar un segundo eterno entre verso y verso: as¨ª se percibe su autonom¨ªa frente a la autonom¨ªa de los restantes versos del poema.
Dirigida Plataforma por Calixto Bieito, y con un excelente plantel de actores, la obra nos demuestra algo que suele ignorar la mayor¨ªa de los poetas, tan poco dados a la renovaci¨®n tem¨¢tica, frente a los novelistas y dramaturgos que s¨ª saben hallar temas nuevos.
Por ejemplo, el novelista Michel Houllebecq se ha atrevido con el siniestro tema del turismo sexual. Houellebecq es disc¨ªpulo del divino marqu¨¦s de Sade, uno de mis grandes ¨ªdolos de juventud por su absoluta y corrosiva cr¨ªtica del cristianismo y por su necesaria transgresi¨®n de tab¨²es sexuales frente a la infinita represi¨®n sentimental y sexual de cabeza, tronco y extremidades sembrada en los cinco continentes por el Vaticano.
En Sade -adem¨¢s de una violencia terror¨ªfica de aut¨¦ntico cafre- hay tambi¨¦n humor que igualmente aparece en Plataforma con destellos que iluminan las tinieblas de las vidas de los envilecidos y desdichados personajes. Prostituci¨®n, s¨®rdidos peep-shows, soledad y degradaci¨®n a espuertas de Atapuerca son los elementos que tejen una f¨¢bula moral, muy interesante de ver para quien quiera abrir los ojos.
La obra hurga en problemas y lacras de nuestra sociedad. El Ministerio de Cultura, que patrocina este espect¨¢culo, se ha apuntado un just¨ªsimo tanto. La posibilidad de una isla (Alfaguara) es la ¨²ltima novela de Houellebecq quien debe ser el ¨²nico escritor franc¨¦s que sabe qui¨¦n es el cantante David Bisbal: lo ha mencionado en una entrevista. Ya s¨®lo por este detalle con una estrella de Espa?a Houellebecq, tan venerado por el dramaturgo Fernando Arrabal, se merece triunfar en nuestra amada patria.
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