Edici¨®n limitada
Adem¨¢s de por la propia idiosincrasia de su cabecera, que siempre dedic¨® una atenci¨®n generosa al mundo de las artes pl¨¢sticas, El Pa¨ªs Semanal, revista profusamente ilustrada, tambi¨¦n ha tratado, y de una forma visualmente muy esmerada, los temas art¨ªsticos desde los m¨¢s variados puntos de vista. Entre ellos nos ocuparemos aqu¨ª de uno muy especial y significativo: de las relaciones con los artistas vivos, fundamentalmente, de nuestro pa¨ªs, pero desde la perspectiva de las invitaciones que se les hicieron para que crearan im¨¢genes espec¨ªficas para su publicaci¨®n, lo cual supone, a mi juicio, establecer con ellos el compromiso m¨¢s radical e interesante. Como ocurre en una publicaci¨®n peri¨®dica, que se construye al hilo de la actualidad, la mayor parte de estas invitaciones tuvieron que ver con acontecimientos de muy diversa ¨ªndole, desde los marcados por el calendario cultural espa?ol m¨¢s consolidado, como las sucesivas ediciones de la feria madrile?a de arte contempor¨¢neo Arco, hasta los m¨¢s imprevisibles y tr¨¢gicos, como la del espantoso atentado del 11-M. En cualquier caso, fuera cual fuera el tema y su motivaci¨®n, hay un elemento com¨²n en la selecci¨®n de los artistas elegidos a trav¨¦s de los a?os: la pr¨¢ctica totalidad de los mismos ten¨ªan un prestigio indiscutible fundamentalmente por su adscripci¨®n a la vanguardia o, si no se quiere seguir usando este t¨¦rmino cada vez m¨¢s obsoleto, por su singularidad moderna. Tambi¨¦n es muy rese?able su representatividad hist¨®rica, porque resulta que todos ellos pertenecen a sucesivas generaciones, como lo demuestran sus fechas de nacimiento, que se produjeron entre las d¨¦cadas de 1910 y de 1960: medio siglo de historia sin que haya ni una sola d¨¦cada de las comprendidas entre estos l¨ªmites que no tenga un artista. El m¨¢s veterano es Pablo Palazuelo, que naci¨® en Madrid en 1916 y que contin¨²a felizmente activo al d¨ªa de hoy, y el m¨¢s joven, el tambi¨¦n madrile?o Jos¨¦ Manuel Ballester, que vino al mundo en 1960.
Esta representatividad nos permite, incluso dentro del campo constre?ido en el que nos movemos en este art¨ªculo, resaltar que cabe hacer, a trav¨¦s de estos artistas, una historia del arte espa?ol de la segunda mitad del siglo XX, porque est¨¢n pr¨¢cticamente todos los movimientos y las tendencias surgidos en nuestro pa¨ªs. En primer lugar, con Antoni T¨¤pies (Barcelona, 1923), Eduardo Chillida (San Sebasti¨¢n, 1924-2002) y el antes citado Pablo Palazuelo nos encontramos con algunos de los mejores heraldos de la muy pujante corriente abstracta que despunt¨® a partir de la d¨¦cada de 1950, tanto en su versi¨®n informalista como en la geom¨¦trica o normativa. Est¨¢n tambi¨¦n las dos grandes corrientes figurativas del arte espa?ol de la d¨¦cada de 1960: la de los realistas -con sus dos cabezas locales m¨¢s conspicuas, la de Madrid, con Antonio L¨®pez (Tomelloso, Ciudad Real, 1936), y la de Sevilla, con Carmen Laff¨®n (Sevilla, 1934)- y la del pop -con Luis Gordillo (Sevilla, 1934), Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) y Manolo Vald¨¦s (Valencia, 1942)-. Por ¨²ltimo, hay asimismo una cumplida presencia de los que emergieron durante las d¨¦cadas de 1970 y 1980, como Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939), Susana Solano (Barcelona, 1946), Jos¨¦ Manuel Broto (Zaragoza, 1949), Frederic Amat (Barcelona, 1952), Hern¨¢n Cort¨¦s (C¨¢diz, 1953), Jos¨¦ Mar¨ªa Sicilia (Madrid, 1954), Juan Usl¨¦ (Santander, 1954), Victoria Civera (Sagunto, Valencia, 1955), Cristina Iglesias (San Sebasti¨¢n, 1956), Miquel Barcel¨® (Felanitx, Mallorca, 1957), Sigfrido Mart¨ªn Begu¨¦ (Madrid, 1959) y el tambi¨¦n antes citado Jos¨¦ Manuel Ballester, que es aqu¨ª el m¨¢s biso?o, pues naci¨® en 1960. En este ¨²ltimo grupo no cabe hacer tantos distingos estil¨ªsticos o grupales, porque, sea cual sea su diferente edad, todos los mencionados emergieron en ese momento que denominamos como posvanguardista, que ha diluido las anteriores determinaciones formales.
Por lo dem¨¢s, al margen de su asimismo variado origen local, todos estos artistas representan, a su vez, todas las artes y g¨¦neros existentes, y no pocas veces, muy dentro del aire de la ruptura moderna con las especialidades estancas del pasado, habiendo ejercitado muchos de ellos simult¨¢neamente estas pr¨¢cticas diversas. As¨ª, podemos considerar pintores y escultores a la vez a Palazuelo, T¨¤pies, Laff¨®n, L¨®pez, Arroyo, Vald¨¦s, Sicilia o Barcel¨®. Juan Navarro Baldeweg es, por su parte, simult¨¢neamente, un por igual prestigioso arquitecto y pintor. Y en fin, los hay que han demostrado una parecida capacidad para expresarse con la pintura y la fotograf¨ªa, como, en especial, le ha ocurrido a Jos¨¦ Manuel Ballester. Por ¨²ltimo, tampoco se puede pasar por alto c¨®mo nos encontramos con tres mujeres, Laff¨®n, Solano y Civera, cuya presencia nos avisa de la posterior incorporaci¨®n, en feliz aluvi¨®n, de otras muchas cong¨¦neres que hoy protagonizan masivamente el mejor arte espa?ol.
Por lo dem¨¢s, aunque los hayamos dejado para la menci¨®n final por no caber de manera igualmente rotunda en el esquema clasificatorio que hemos manejado, hay que destacar la muy singular participaci¨®n del colombiano Fernando Botero, cuya exhibici¨®n p¨²blica en Madrid de sus esculturas en bronce caus¨® una aut¨¦ntica conmoci¨®n social, y las del cineasta Bigas Luna y del dise?ador, aunque tambi¨¦n pintor, ?scar Marin¨¦. Aunque cualquiera de estos tres, bien por su origen for¨¢neo, bien porque su proyecci¨®n p¨²blica sea debida m¨¢s a otro campo profesional de la actividad art¨ªstica, aparezcan aqu¨ª tratados por separado, no significa que no encarnen parecidos modelos y valores que los atribuidos a los restantes.
Pero a¨²n nos queda un postrer comentario a los muy sucintos que hemos dedicado a este importante elenco de creadores actuales b¨¢sicamente de nuestro pa¨ªs. Me refiero a la necesidad de destacar la importancia de lo que hicieron ex profeso para El Pa¨ªs Semanal: sus im¨¢genes, a trav¨¦s de las cuales no s¨®lo expresaron lo m¨¢s caracter¨ªstico de ellos mismos, sino que supieron tambi¨¦n interpretar una realidad dada. En este sentido, visto el resultado, se puede reafirmar el valor de este di¨¢logo provocado entre no tanto o no s¨®lo periodismo y arte, sino el de ambos con la realidad, que es, a la postre, la que fecunda lo mejor de todo.
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