Todo ¨¦xito nace de un equ¨ªvoco
La f¨®rmula es tan manida como cierta: detr¨¢s de todo gran ¨¦xito hay un equ¨ªvoco. En el caso de Robert Altman eso no es ning¨²n misterio. En 1957 rod¨® su primer filme de ficci¨®n, pero no es hasta 1970, despu¨¦s de realizar modestas series televisivas y fracasar comercialmente de nuevo en sus tentativas como cineasta, cuando logra el jackpot: Palma de Oro en Cannes y gran ¨¦xito comercial con M.A.S.H.
Lo consideran como un filme de autor porque habla de la guerra en broma y con crueldad y Altman hab¨ªa sido piloto de bombardero durante la Segunda Guerra Mundial y bohemio neoyorquino a su regreso del frente. Pero M.A.S.H. es en realidad la pel¨ªcula menos altmaniana de su extensa filmograf¨ªa, salpicada de destellos y claroscuros. En M.A.S.H. hay montaje, ritmo r¨¢pido y r¨¦plicas de comedia, y en el resto de la obra de Altman hay una marcada pasi¨®n por el plano secuencia, por los tiempos muertos y los silencios.
Es m¨¢s, es ¨¦l quien en Un largo adi¨®s (1973) se atreve a presentar al m¨ªtico Philippe Marlowe como un solter¨®n preocupado por cambiar el olor a la comida que ha de darle a su gato, o quien rueda el primer western a oscuras -luego vendr¨¢n los de Eastwood- con Ladrones como nosotros. Lo que le gusta son los actores y las actrices -y, entre ellas, Geraldine Chaplin-, a los que permite brillar gracias a las tomas inacabables y los micros inal¨¢mbricos.
Para quienes saben a¨²n lo que es la narrativa cl¨¢sica de Hollywood, Altman era un elefante en una cacharrer¨ªa. Lo rodaba todo utilizando el zoom y el teleobjetivo. Eso daba una gran libertad a los int¨¦rpretes pero convert¨ªa el espacio filmado en un lugar incomprensible. Luego, con la proliferaci¨®n de la est¨¦tica del videoclip, las "libertades gramaticales" de Altman se han convertido en rasgo estil¨ªstico de un cl¨¢sico.
Muy influido por su formaci¨®n cat¨®lica, Robert Altman era un moralista que detestaba la hipocres¨ªa. En muchas de sus pel¨ªculas la mentira aparece como lo m¨¢s detestable, ya sea en Un d¨ªa de boda (1978) o en Cookie's fortune (1999), pasando por Vidas cruzadas (1993), su ambiciosa, h¨¢bil e irritantemente cat¨®lica adaptaci¨®n de los relatos de Raymond Carver, una adaptaci¨®n que necesita convertir Los ?ngeles en Sodoma y Gomorra y desencadenar el esperado big one para que un buen tsunami purifique el lugar de tanto pecado.
En cualquier caso, Vidas cruzadas obtuvo una buena acogida, algo que, despu¨¦s de M.A.S.H., apenas se repiti¨® en tres ocasiones a lo largo de una filmograf¨ªa de casi 40 largometrajes. Y eso hace a¨²n m¨¢s admirable la tozudez de alguien empe?ado en rodar contra su leyenda.Era un elefante en una cacharrer¨ªa. Lo rodaba todo utilizando el 'zoom' y el teleobjetivo
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