Carta austral
Chile vive d¨ªas de vino y rosas. Ni las peri¨®dicas protestas mapuches, ni las corruptelas administrativas que han empa?ado el Gobierno de la Concertaci¨®n, ni las vicisitudes judiciales de un dictador extraviado en su laberinto de soledad han alterado apenas la autoestima desbordante que refleja la Encuesta Bicentenario, realizada como preparaci¨®n de la efem¨¦ride de 2010 y difundida recientemente por El Mercurio. Tres de cada cuatro chilenos consideran el suyo "el mejor pa¨ªs para vivir en Am¨¦rica Latina", seg¨²n la encuesta publicada por el diario, donde tambi¨¦n se destaca Espa?a como el pa¨ªs m¨¢s admirado, por delante de Estados Unidos: percepci¨®n que se produce en paralelo a la presencia espa?ola en sectores clave de la econom¨ªa chilena, -Endesa controla el 50% de la generaci¨®n el¨¦ctrica, Movistar tiene el 47% de los tel¨¦fonos m¨®viles, Santander y BBVA suponen m¨¢s del 30% de la banca, Agbar re¨²ne el 35% de los clientes del sector a trav¨¦s de Aguas Andinas, y Sacyr, Cintra, OHL o ACS son protagonistas en el ¨¢rea de infraestructuras, que incluye desde aeropuertos hasta autopistas- una circunstancia que en otros pa¨ªses latinoamericanos ha generado m¨¢s resentimiento que aprecio.
La belleza topogr¨¢fica y desvencijada de Valpara¨ªso se rehabilita ya con el dinero de la nueva prosperidad chilena
Lagos ha querido exorcizar los demonios de la sede presidencial con un gran centro cultural excavado a sus pies
En este caso, la admiraci¨®n es en buena medida mutua, y el diagn¨®stico publicado en estas p¨¢ginas por Alain Touraine -"Chile como modelo"- es compartido por la mayor¨ªa de los l¨ªderes pol¨ªticos y empresariales en Espa?a, donde tanto Michelle Bachelet como su mentor Ricardo Lagos son elogiados por su empe?o en hacer compatible el crecimiento econ¨®mico con la justicia social, e igualmente por su lucidez al saber combinar el homenaje a las v¨ªctimas de la dictadura con la b¨²squeda del consenso y la reconciliaci¨®n nacional. Este ¨²ltimo objetivo se materializa simb¨®licamente en el Palacio de la Moneda -el gran edificio clasicista barroco cuya construcci¨®n en el siglo XVIII por Joaqu¨ªn Toesca fue novelada por Jorge Edwards en El sue?o de la historia, y cuyo bombardeo el 11 de septiembre de 1973 devino el emblema tr¨¢gico del golpe del general Pinochet contra el Gobierno de Salvador Allende-, la sede presidencial que Lagos ha querido exorcizar de sus demonios con un gran centro cultural excavado a sus pies, bajo la plaza ceremonial que se extiende frente al palacio: un colosal volumen iluminado cenitalmente y flanqueado por rampas -proyectado por el arquitecto Cristi¨¢n Undurraga-, que ha representado al pa¨ªs en la ¨²ltima Bienal de Venecia, y que ha acogido tambi¨¦n la exposici¨®n y conferencias de la Bienal de Arquitectura chilena.
La selecci¨®n de proyectos de la exposici¨®n constituye un retrato veros¨ªmil del actual momento de la sociedad chilena, cuyo auge econ¨®mico est¨¢ impulsado por una iniciativa privada que deja escaso espacio a la promoci¨®n estatal, a diferencia de lo que sucede en tantos pa¨ªses europeos; aqu¨ª son contados los proyectos de esa naturaleza, y realizaciones tan formidables como las viviendas sociales Elemental en Iquique, impulsadas por Alejandro Aravena, o tan depuradas como el edificio de servicios p¨²blicos en Concepci¨®n, dise?ado por Smiljan Radic, son m¨¢s la excepci¨®n que la regla. El grueso de la muestra lo forman casas para clientes acomodados -entre las cuales la extraordinaria casa Poli, un prisma neopl¨¢stico proyectado por los j¨®venes Mauricio Pezo y Sof¨ªa von Ellrichshausen sobre un acantilado vertiginoso-, universidades privadas como la Diego Portales de Mathias Klotz o la Adolfo Ib¨¢?ez de Jos¨¦ Cruz, sedes corporativas, la inevitable bodega y el no menos inevitable hotel ex¨®tico, en este caso el apropiadamente denominado Remota, de Germ¨¢n del Sol.
Con una nutrida representa
ci¨®n espa?ola -que culmin¨® con la intervenci¨®n estelar de Rafael Moneo en la clausura-, el ciclo de conferencias y debates promovidos por la bienal mostr¨® tanto el orgullo de los chilenos en sus propios logros como la curiosidad cosmopolita por lo que se realiza fuera, configurando un paisaje profesional cuya proximidad intelectual y est¨¦tica a Europa o Estados Unidos contrasta con su lejan¨ªa geogr¨¢fica de esos dos escenarios. El Chile m¨ªtico de Neruda sigue existiendo en el territorio inabarcable y en el culto emocionado de los que peregrinan a su casa de Isla Negra como quien acude a un santuario nacional y po¨¦tico. Pero la belleza topogr¨¢fica y desvencijada de Valpara¨ªso se rehabilita ya con el dinero de la nueva prosperidad chilena, las rentas minerales se complementan con el esplendor vegetal de los cultivos que se exportan, y los valles tibios que se desprenden de la cordillera albergan vi?edos de geometr¨ªa impecable. All¨ª, las hileras de cepas se rematan con rosales para facilitar la detecci¨®n temprana de las plagas, y es posible que ese encuentro inesperado del vino y de la rosa sea una buena met¨¢fora del momento arom¨¢tico y euf¨®rico que vive el pa¨ªs austral. Collige, Chile, rosas.
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