Una fil¨®sofa en combate
Filosof¨ªa y feminismo son los pilares fundamentales de su vida. Polemista, rebelde y peleona, la fil¨®sofa Amelia Valc¨¢rcel est¨¢ en contra del velo de las mujeres isl¨¢micas y defiende la laicidad como valor b¨¢sico de Occidente. Reivindica una nueva ¨¦tica pol¨ªtica y su derecho a ser mala
Cuenta Amelia Valc¨¢rcel que cuando, en 1971, se instal¨® en un colegio mayor de Oviedo para estudiar la especialidad de filosof¨ªa, mientras sus compa?eras ten¨ªan colgados en las paredes de las habitaciones p¨®sters de artistas, ella ten¨ªa el art¨ªculo 19 de la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos ("todo individuo tiene derecho a la libertad de opini¨®n y expresi¨®n; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin limitaci¨®n de fronteras, por cualquier medio de expresi¨®n"). Todas las semanas se lo arrancaban de la pared, y ella, en un pulso con la direcci¨®n, lo volv¨ªa a colocar. Cada vez m¨¢s grande. Hasta que la direcci¨®n prohibi¨® a todo el colegio pegar carteles o papeles en las paredes? Finalmente la expulsaron del colegio. Es s¨®lo una an¨¦cdota, pero que dice mucho del car¨¢cter pele¨®n, ya desde jovencita, de esta madrile?a y de la fuerza con que suele defender sus ideas.
Polemista, pol¨ªticamente incorrecta, reivindicadora del derecho a ser mala, Amelia Valc¨¢rcel y Bernaldo de Quir¨®s tiene las ideas muy claras, sustentadas en el buen conocimiento y uso de la filosof¨ªa, y una lengua afilada, aunque sus palabras salen envueltas en el terciopelo de una voz c¨¢lida y formas suaves. Tiene fama de ser una dial¨¦ctica peligrosa y una mujer valiente para exponer sus puntos de vista por atrevidos que sean. V¨¦ase una muestra en referencia a curas e imanes: "Se?ores de avanzada edad, con aficiones a llevar faldas largas de colores y muchas cosas en la cabeza, a los que no se les puede dejar juntos diciendo cosas".
Catedr¨¢tica de Filosof¨ªa Moral y Pol¨ªtica de la UNED y, desde agosto, segunda mujer miembro del Consejo de Estado -tras Josefina G¨®mez Mendoza-, patrona del Museo del Prado y Biblioteca Nacional, y jurado de los Premios Pr¨ªncipe de Asturias, Valc¨¢rcel es autora de diversos libros relacionados con filosof¨ªa y ¨¦tica (Hegel y la ¨¦tica, Sexo y filosof¨ªa, Del miedo a la igualdad; el ¨²ltimo, ?tica para un mundo global), adem¨¢s de una conocida conferenciante y articulista. Actividades tan m¨²ltiples y variadas que llevan a pensar si Valc¨¢rcel gozar¨¢ del don de la ubicuidad para poder llegar a tantas cosas, o, a sus 56 a?os, esta fil¨®sofa, casada con fil¨®sofo y madre de otra fil¨®sofa, es lo que los estadounidenses llaman una workaholic (una adicta al trabajo).
Con el pelo recogido en un mo?o bajo, largas u?as pintadas de rosa, y un sobrio conjunto negro, eso s¨ª de escote generoso, Valc¨¢rcel se mueve como pez en el agua por los decimon¨®nicos salones del madrile?o hotel Ritz, entre mullidas alfombras y teteras de plata. Posa una y otra vez, ante las peticiones de la fot¨®grafa, sin quejarse y con una exquisita educaci¨®n, en un d¨ªa que no ha sido f¨¢cil para ella. Por la ma?ana ha cogido un avi¨®n de Oviedo a Bilbao para tomar parte en un acto feminista; luego, otro a Madrid -un vuelo accidentado por las turbulencias- para asistir a una reuni¨®n del Patronato del Prado, visitar las obras del museo y una exposici¨®n de pintura, seguida de un c¨®ctel, y, por ¨²ltimo, realizar esta entrevista pasadas las ocho de la tarde. Sin duda est¨¢ cansada, pero no lo aparenta.
Una actitud a la que puede que no sea ajeno el ¨²ltimo infarto de miocardio que sufri¨® hace un a?o, cuando los m¨¦dicos le descubrieron que era el tercero de su vida. Not¨® los s¨ªntomas en plena clase de filosof¨ªa en la Universidad de Oviedo, y, mientras el bedel avisaba a una ambulancia, Valc¨¢rcel permaneci¨® veinte minutos sentada en la mesa manteniendo el tipo, en medio de un silencio expectante y frente a unos alumnos que se negaron a abandonarla.
?Se preguntaba ya desde ni?a el porqu¨¦ de las cosas?
S¨ª, pero de alguna manera nos llevaba a ello la educaci¨®n. La cultura religiosa nos obliga a preguntarnos el porqu¨¦ de las cosas, luego nos da respuestas para someterlas a examen pero te pone en esa tesitura. A m¨ª me gustaba mucho leer, tanto que estuve a punto de provocar dos incendios porque hab¨ªa que apagar la luz por la noche, y yo compraba en secreto velas para continuar leyendo, me dorm¨ªa y, claro, pod¨ªa acabar fatal? Pero cuando le¨ª por primera vez algo de filosof¨ªa me qued¨¦ totalmente fascinada, no se parec¨ªa a nada.
?Qu¨¦ le fascin¨® tanto?
Deb¨ªa de tener 12 a?os cuando abr¨ª el libro Ideas y creencias, de Ortega y Gasset, y cuando le¨ª que tenemos creencias, es decir, que calculamos que hay cosas que no son mutables, que cuando salga a la calle la calle va a estar ah¨ª y no est¨¢ fundamentado pero es una creencia exacta, ?esas cosas no las hab¨ªa o¨ªdo o le¨ªdo jam¨¢s! As¨ª que, por encima de todo, tuve claras dos cosas: que quer¨ªa ir a la universidad y hacer filosof¨ªa.
Pues entonces se dec¨ªa que Filosof¨ªa era la carrera donde las chicas iban a pescar novio.
El t¨®pico mis¨®gino se refer¨ªa a la carrera entera de Filosof¨ªa y Letras, pero no a la filosof¨ªa pura. Era un t¨®pico un poco maligno, como si los estudios de letras y humanidades fueran una especie de adorno para la cultura general de las se?oras; incluso, lo que era m¨¢s extravagante, algunos profesores compart¨ªan esa malevolencia. Pero la filosof¨ªa pura era totalmente excluyente, yo era la ¨²nica mujer de mi clase en 1970, y eso acarreaba que no pod¨ªa faltar porque se notaba much¨ªsimo? Y al principio me decepcion¨® porque esperaba grand¨ªsimas cosas y la filosof¨ªa es un pensamiento trabajoso que exige estudiar materias muy diferentes, pero no volver¨ªa a hacer otra cosa por nada. ?nicamente tengo una vocaci¨®n frustrada, me hubiera gustado tambi¨¦n ser ingeniera de caminos. De todas formas, me sigo parando debajo de los puentes y mir¨¢ndolos cuando son buenos, ?es que hay puentes?! Pero en el fondo la filosof¨ªa tambi¨¦n construye, las ideas son pelda?os en donde nos vamos afianzando: ideas, modos de vida, valores, creencias, todo eso son enormes edificios conceptuales a veces tan ¨¢giles como los puentes y otras tan pesados como mastabas egipcias.
?La universidad, el conocimiento, era su ventana a la libertad?
A m¨ª me toc¨® vivir una vida que estaba presidida por valores que las mujeres deb¨ªamos respetar y encarnar, abusivos hasta la verg¨¹enza con nuestras libertades y autorrespeto. Entonces todas las familias eran conservadoras con las mujeres, incluso las de izquierda. Yo quer¨ªa ir a la universidad, por encima de cualquier cosa, porque no me lo iban a poner f¨¢cil. En mis primeros a?os escolares yo no casaba bien con el ambiente, no consegu¨ªa caerle bien a las monjas que me endilgaban, no s¨¦ si eran ellas o yo, pero no encajaba.
Empez¨® siendo inc¨®moda en el colegio mayor de Oviedo?
Tan inc¨®moda que me expulsaron, a m¨ª y a 14 m¨¢s, por haber sido "infeccionadas"?
Ha sido inc¨®moda en la universidad, es pol¨¦mica en sus declaraciones y tiene adversarios declarados. ?Es una mujer inc¨®moda en el panorama intelectual espa?ol?
Yo creo que no soy c¨®moda, pero no es mi intenci¨®n ser inc¨®moda. Pero es que hay que ser muy amiga de la verdad y no es muy f¨¢cil acomodarse. A veces las situaciones exigen demasiado, y no hay que ceder porque s¨®lo vivimos una vez.
Cuando no se cede, sobre todo si se es mujer, r¨¢pidamente se le coloca la etiqueta de rebelde. ?Se ha sentido etiquetada?
S¨ª, pero no me importa. Yo empec¨¦ en filosof¨ªa con Hegel, ?qu¨¦ cabeza!, y despu¨¦s de eso es dif¨ªcil que te asuste nada? Las mujeres de este pa¨ªs nos hemos rebelado contra muchas cosas, y hemos hecho muy bien. Algunas en primera l¨ªnea, pero, al final, todas hemos ganado en libertad.
?Su rebeld¨ªa se inici¨® por la v¨ªa de la filosof¨ªa o por la del feminismo?
Todo junto, la filosof¨ªa te ayuda incluso cuando te ataca. Las leyes de Plat¨®n dicen cosas dur¨ªsimas de la misoginia de la sociedad griega, pero en el fondo t¨² eliges con cuales te quedas, y te quedas con las que te permiten vivir y crecer. Las otras las archivas como bofetones que te va dando ese texto, y vas haciendo camino. Para ver un cuadro hay que salirse del marco, ning¨²n personaje de Las Meninas puede ver el cuadro, s¨®lo lo har¨ªan si pudieran dar un paso fuera y volverse.
?C¨®mo consigue abarcar tantas actividades: escribir, clases en la universidad, conferencias, Consejo de Estado, patronatos del Prado y Biblioteca Nacional??
Tengo una capacidad de trabajo grande y, en consecuencia, el sistema circulatorio muy estropeado, todo tiene un precio. Y lo del sistema circulatorio no es broma, tengo una ampl¨ªsima minusval¨ªa. Pero en cada lugar se aprenden cosas diferentes, y cada sitio de esos es espl¨¦ndido y lleno de gente de la que aprender. Yo no s¨¦ d¨®nde queda la torre de marfil de los fil¨®sofos, me gustar¨ªa que me dieran la direcci¨®n? El mundo se deja pensar si le das vueltas, y cuantas m¨¢s perspectivas tienes, mejor. Es como si tuvieras que hacer una imagen con muchos espejos, la figura final que eres capaz de construir mejora cuantos m¨¢s puntos de mira tienes. ?C¨®mo se puede hablar de teor¨ªa pol¨ªtica sin haberse dado un peque?o paseo por los pasillos del poder?, ?o de la importancia de la est¨¦tica en la construcci¨®n sin conocerla?
Ha escrito sobre el discurso de la mentira, de la obscenidad y del derecho al mal, todos ellos aspectos muy presentes en la actual sociedad espa?ola y mundial.
Esos temas, la obscenidad, la mentira, el olvido, tienen mucho que ver con el seminario que hizo durante muchos a?os Carlos Castilla del Pino en San Roque (C¨¢diz), donde trabaj¨¢bamos temas nada habituales en el pensamiento acad¨¦mico espa?ol, y que te hac¨ªan reflexionar en cosas sobre las que normalmente no te parabas.
Usted afirma que hay que atreverse a ser decente aunque se r¨ªan de ti, pero estamos inmersos en la mentira como arma pol¨ªtica y parece que muchos pol¨ªticos prefieren ser indecentes a que se r¨ªan de ellos? ?Qu¨¦ est¨¢ pasando?
Yo mantengo que la mayor parte de la gente es bastante decente, por lo com¨²n procura no fastidiar a los dem¨¢s, y menos sabi¨¦ndolo; paga sus deudas; cuida sus cosas; es limpia? Posee muchas de las virtudes corrientes que hacen la vida agradable. El problema es que a veces en democracia -que es lo mejor que hemos encontrado- puede haber gente que tenga la intenci¨®n de aplebeyarla, volvernos a todos plebe, y eso es muy f¨¢cil. Y algunos medios de comunicaci¨®n se est¨¢n especializando en volvernos plebe. Eso es muy malvado porque no nos lo merecemos. Nos estamos gastando enormes sumas en educaci¨®n para que todos puedan tener un aquel en el que estar en el mundo, para que alguien reduzca eso a nada volvi¨¦ndonos plebe manejable, plebe romana, pan y circo, aunque ni siquiera ponen el pan? Lo hemos visto especialmente en la pol¨ªtica italiana ¨²ltima, que era un espect¨¢culo degradante. Pero creo que lo que pasa en nuestro pa¨ªs es otra cosa; que una parte, y digo s¨®lo una parte, del partido que est¨¢ en la oposici¨®n cree que va a ganar por el mismo m¨¦todo de la vez anterior. Est¨¢ muy estudiado: volver a hacer lo que nos dio ¨¦xito una vez. Esa intoxicaci¨®n enorme, terrible, en que termin¨® el ¨²ltimo Gobierno socialista, ?por qu¨¦ no volver a repetirla?
Solemos insistir en que democracia y mentira son incompatibles, pero es dif¨ªcil sostenerlo en estos momentos.
La democracia puede tener mentiras, pero las mayores las tienen las dictaduras. La mentira no me parece el peor fallo porque puedes denunciarla. En el mundo en que vivimos los riesgos son enormes y hay que tomar decisiones que duren 30 a?os, pero s¨®lo hay cuatro a?os para tomarlas y mucha gente en pol¨ªtica no tiene el valor de arriesgarse a tomar decisiones impopulares. La ¨²nica manera de hacerlo es tener un gran consenso en temas fundamentales de plazo largo y la democracia est¨¢ imponiendo plazos muy cortos a los temas graves. Pienso que ese es su tal¨®n de Aquiles. Y algo que me extra?a, es que en la primera democracia del mundo de la que todos hemos aprendido, la estadounidense, se hagan dinast¨ªas? ?O sea, que la democracia se puede volver un sistema din¨¢stico?
Usted fue consejera de Cultura del Principado de Asturias con un Gobierno socialista, y ha escrito que son necesarios pol¨ªticos nuevos que aborden los problemas globales con una nueva ¨¦tica. ?C¨®mo lo vivi¨®?
Hab¨ªa momentos y momentos? Hay gente fant¨¢stica de la que uno aprende much¨ªsimo, porque si no ves c¨®mo funcionan las cosas, tus elementos de juicio pueden estar sesgados. Y de aquel periodo tengo excelentes amigos. Yo aprend¨ª algo important¨ªsimo: que la principal ley es la presupuestaria, y me parece un conocimiento del que no pienso abdicar. Presupuesto, no sobre todas las cosas pero s¨ª sobre muchas; por ejemplo, sobre las declaraciones de intenci¨®n. Tenemos unos desaf¨ªos planetarios tan grandes que necesitar¨ªamos pol¨ªticos que tuvieran un tama?o muy grande, o a lo mejor s¨®lo es una ilusi¨®n ¨®ptica y lo que necesitamos es una ciudadan¨ªa muy corriente pero muy digna.
En '?tica para un mundo global' afirma que la moral se ha convertido en ret¨®rica en el peor sentido y se utiliza para disfrazar los intereses: primero se buscan los intereses y luego se hacen presentables? Eso es el cinismo absoluto, es decir, el mal.
No hay tanta gente malvada, lo que pasa es que la maldad es ahora m¨¢s fea que antes y la notamos m¨¢s. Yo creo que la tentaci¨®n de la pol¨ªtica no es tanto mentir cuanto aburrir, hasta que se produce el desinter¨¦s. Es cierto que somos humanos, y eso significa que algunas tentaciones son muy dif¨ªciles de resistir. Por ejemplo, la tentaci¨®n del dinero, que es muy poderoso y quien lo tiene sabe ponerlo delante de la gente. Hay d¨ªas en que todos somos f¨¢cilmente tentables y el dinero es la mayor tentaci¨®n porque parece prometer todas las cosas: longevidad, belleza, triunfo social, amigos? Por eso entre la gente y el dinero hay que poner muchas barreras, porque es demasiado fascinante.
Cuando habla de la necesidad de una nueva ¨¦tica pol¨ªtica, ?a qu¨¦ ¨¦tica se refiere?
Visi¨®n de largo alcance, valor para llevarla a t¨¦rmino, capacidad de pacto para acordar las cosas que no se pueden dejar a una legislatura, prudencia para pensar objetivos y cu¨¢les son realizables -porque no se hace virar a un transatl¨¢ntico en diez minutos- y mucha generosidad para pensar en los dem¨¢s.
?La responsabilidad es la base de esa ¨¦tica?
Los ciudadanos han de ser responsables, pero como yo amo tanto el Presupuesto, echo de menos que las decisiones de algunos responsables p¨²blicos, sobre todo si son sumamente equivocadas, no est¨¦n respaldadas con su propio patrimonio. A lo mejor entonces no las tomaban tan alegremente.
Asistimos al rebrote en Europa del debate sobre la laicidad, surgido por las imposiciones y amenazas islamistas a la libertad de expresi¨®n, sea por escritos, ¨®peras o palabras del Papa. ?Nos estamos dejando arrastrar nuevamente por creencias religiosas renunciando a una laicidad que nos ha costado siglos conseguir?
Nos ha costado los ¨²ltimos dos siglos y por ella se han peleado los mejores, que han pagado un precio alto. No podemos en absoluto abandonarla, ni tirarla a los pies de los caballos. Igual que no podemos ser anacr¨®nicos y utilizar categor¨ªas pol¨ªticas surgidas en los siglos XIX y XX para defender con ellas posturas pertenecientes a sistemas desp¨®ticos, porque eso es un anacronismo. Que un sistema desp¨®tico pida tolerancia es un anacronismo, porque no es una categor¨ªa que pertenezca a su tipo de representaciones o vocabulario, y estamos pidiendo tolerancia para instituciones y formas de comportamiento que a la modernidad le cost¨® siglos abolir. Eso es un anacronismo. Y encima quienes te meten en esa extra?a trampa creen que no est¨¢s segura de tus valores y por eso cedes, porque tus valores son blandos y no te los crees, cuando los buenos son los de "me dice Dios"? Por eso los ciudadanos no integristas de pa¨ªses musulmanes nos dicen: por favor, defended vuestros valores. A m¨ª me lo han pedido: sed coherentes, defended vuestros valores, ?es que no os importan?
Usted mantiene que la soluci¨®n no pasa por limar asperezas entre credos, sino por apostar por la ¨¦tica del laicismo, los derechos y las garant¨ªas.
Victoria Camps y yo tenemos reci¨¦n escrito un libro al alim¨®n, una serie de cartas contando c¨®mo dos mujeres de nuestro siglo piensan sobre la religi¨®n, el fundamentalismo, el laicismo? Y voy a ponerme chula, s¨®lo Hume y algunos as¨ª han hecho una cosa parecida. Yo creo que las religiones no van a desaparecer porque los seres humanos somos raz¨®n pero tambi¨¦n somos temor, y nos hemos constituido a trav¨¦s de las religiones, que han sido los grandes almacenes del saber, que se volvieron ritos. Las normas nos han venido por el veh¨ªculo religioso y no van a desaparecer, pero no pueden decir que ellas son el metro de medir lo que es bueno o malo. No son el metro de nada, son s¨®lo creencias privadas, lo que no quiere decir que los cultos deben ser clandestinos, siempre que no pongan en peligro la paz civil. Lo que quiero es que la gente conozca los contenidos de las religiones y de qu¨¦ estrato profund¨ªsimo de la humanidad vienen, que entiendan que hay que conocer sus enormes veh¨ªculos normativos, y s¨®lo la filosof¨ªa ha reflexionado sobre ello; no lo ha hecho la arquitectura, la ling¨¹¨ªstica o la ingenier¨ªa.
?Qu¨¦ opina del uso del velo isl¨¢mico en Europa? Tony Blair dice simplemente que el velo "incomoda" a los brit¨¢nicos, y conocidos analistas mantienen que es algo que no tiene mayor importancia?
Hay cosas que nos ayudan a entender lo que pasa; por ejemplo, decir que s¨®lo son costumbres, h¨¢bitos est¨¦ticos. ?Que las mujeres islamistas quieren ir cubiertas?, ?y a nosotros qu¨¦ nos importa! Se confunde la ¨¦tica con la est¨¦tica. Cuando un signo es s¨®lo est¨¦tico no importa. Los pendientes, por ejemplo, fueron, dependiendo de su forma y rango, signos de fertilidad o de esclavitud; ahora son s¨®lo un signo est¨¦tico sin carga ¨¦tica, y no importan. Cuando el pa?uelo no tenga carga ¨¦tica, s¨®lo est¨¦tica, yo no tendr¨¦ nada en su contra; pero mientras alguien me diga que para ser una mujer honrada yo debo velarme y que si no voy velada no soy una mujer honesta, eso no es est¨¦tica, es ¨¦tica, y adem¨¢s inadmisible. Y tambi¨¦n supone la abolici¨®n completa de la semi¨®tica, la teor¨ªa general de los signos, un saber que hemos logrado edificar en los ¨²ltimos 40 a?os y que no est¨¢ nada mal. No podemos mentir y decir en cada momento lo que m¨¢s convenga, y no significa decir en unos casos que es cultura y en otros que es religi¨®n. En el fondo, es la autoridad viril lo que se est¨¢ respetando, ?y por qu¨¦ tengo yo que respetar la autoridad viril? Ya llev¨¦ en la cartera del colegio el velo que nos obligaban a ponernos de ni?as? Imagine que una joven en una ciudad de Italia decide ponerse burka en la calle. No es musulmana, ni nada, pero le apetece ponerse el burka y acaban prohibi¨¦ndoselo. Es un caso de libertad individual. La cuesti¨®n es preguntarse si la libertad individual avala todas las pr¨¢cticas.
?Las avala?
La libertad individual avala una enorme cantidad de pr¨¢cticas, pero no aquellas contra las cuales justamente se ha constituido; existe porque ciertas pr¨¢cticas han sido abolidas. ?Va a ser la libertad individual la que, en un extra?o rizo, pueda legitimarlas? No es lo mismo si vives en un pa¨ªs donde los islamistas tienen mucho poder y quieres ir por la calle sin que te insulten, y te pones un velo, que pon¨¦rtelo de forma reactiva en una sociedad occidental para decir "no soy de los vuestros". ?Hasta d¨®nde se puede ser concluyente?, hasta donde nos diga la prudencia, y la prudencia en general dice: no cedas sin raz¨®n. No cedas ante un padre que va en vaqueros y camisa, pero su ni?a tiene que llevar pa?uelo. ?Lleva ¨¦l chilaba?, ?por qu¨¦ son las mujeres las que tienen que portar los signos de identidad?
Ha pedido que se revise la Constituci¨®n espa?ola y se introduzca, como en Francia, que somos un pa¨ªs laico y no s¨®lo aconfesional.
?Por qu¨¦ no? Eso significa que todas las confesiones religiosas tienen derecho a existir, siempre que se toleren entre s¨ª y no pongan en peligro la paz y el bien.
Mantiene una gran tranquilidad mientras habla de estos temas, ?ha sido siempre as¨ª o es algo que ha ganado con el infarto?
Ja, ja, lo he ganado con los tres? Yo soy muy nerviosa; por ejemplo, me cuesta terriblemente hablar en p¨²blico, al final lo hago, y he o¨ªdo que incluso bien, pero el coraz¨®n se me pone en la boca. Me da mucho miedo enfrentarme al p¨²blico, lo hago si no me queda m¨¢s remedio. Y me cuesta much¨ªsimo llevar la contraria, tiendo a estar de acuerdo con lo que oigo, y tambi¨¦n re?ir, aunque he tenido que re?ir muchas veces. Y luego dicen que soy rebelde? Pero mi coraz¨®n est¨¢ bastante afectado y quiero hacer un pacto con ¨¦l y no darle mucho estr¨¦s para que duremos mucho juntos, porque tiene poca gracia, con lo interesante que es el mundo, tener que marcharse.
?Es de esas personas que se crecen en la adversidad?
Ja, ja, ya quisiera?
Pero suele decir que es bueno tener siempre "un mundo para ganar".
Es bueno tener una causa y que sea buena. La gente que no es capaz de tener una causa malgasta su vida, porque ni se entiende ni se conoce.
?C¨®mo lleva lo de ser un referente del feminismo espa?ol?
Si la gente lo dice, tienes que acabar creyendo que lo eres, ser¨¢ as¨ª puesto que lo dicen. Para m¨ª ser¨ªa un orgullo impagable porque no creo haber hecho nada.
Bueno, lleva a?os dando teor¨ªa, mucha teor¨ªa? No en vano es, junto con la reciente premio Nacional de Ensayo, Celia Amor¨®s, la mayor exponente te¨®rica del feminismo de la igualdad en Espa?a.
?Sabe lo que le digo?, que me lo ped¨ªa el cuerpo y no ha sido ning¨²n padecimiento. Claro que eso mismo dec¨ªan las sufragistas: no llor¨¦is tanto por nosotras que en el fondo estamos haciendo lo que debemos hacer y no lo pasamos tan mal?
Mantiene que no quiere ser especial y reivindica su derecho a no ser excelente, a ser mala? ?A ser tan mala como cualquier var¨®n?, ?a ser del mont¨®n?
No se nos puede exigir a las mujeres que aportemos algo especial para justificar el derecho a existir bajo los rayos del sol. Las cosas, o se hacen juntos o no se hacen. La reivindicaci¨®n del mal significa que yo no tengo obligaci¨®n de cumplir est¨¢ndares m¨¢s altos que otros; tengo derecho al est¨¢ndar que el otro se pone, y si ¨¦ste es de mediocridad, no me importar¨¢ ser mediocre. Opino que para que la humanidad vaya bien, el est¨¢ndar de excelencia debe de estar en ambos, pero me niego a entrar en el est¨²pido juego de tener que demostrar el doble para obtener la mitad. No juego, pura y simplemente no juego, no me parece serio ni honesto, me parece una trampa intelectual. Y sobre todo me niego a cualquier moral que est¨¦ sexualmente dividida, que juzgue seg¨²n qui¨¦n hace las mismas cosas, que diga que una misma conducta es loable en un var¨®n y vituperable en una mujer. Si lo que hace uno est¨¢ bien, la otra tambi¨¦n. Y si lo que yo hago est¨¢ mal, entonces mi derecho al mal existe.
Las mujeres han conseguido en Occidente, m¨¢s o menos, la igualdad te¨®rica?
M¨¢s bien menos?
Pero el precio que pagan es todav¨ªa muy alto: techo de cristal, menores salarios, complejo de culpa por ser malas madres o malas trabajadores, jornadas agotadoras?
Porque a veces queremos cosas que son contradictorias. El camino de la libertad es una senda muy dif¨ªcil, Simone de Beauvoir la llamaba "la dif¨ªcil gloria de la libre existencia". Y es verdad, estamos a medias en muchas cosas. Hemos conseguido mucho, pero ?en los grandes poderes econ¨®micos d¨®nde estamos?, ?y en el poder medi¨¢tico, qui¨¦n forma las opiniones?, ?qui¨¦n compra carne humana? ?En el poder religioso, d¨®nde estamos si alguien habla con los dioses y cuenta lo que ¨¦stos le transmiten -lo hayan hecho o se lo inventen-? ?A qui¨¦n pertenecen las grandes obras del Olimpo com¨²n de lo respetable: la creatividad, el dinero, la religi¨®n, la opini¨®n, el saber? ?D¨®nde estamos? No estamos. Por ejemplo, no hay mujeres en la Real Academia de Ciencias Morales y Pol¨ªticas, pese a que los mayores exponentes de este campo en Espa?a son fil¨®sofas y catedr¨¢ticas de ¨¦tica y moral. Somos recibidas como por cortes¨ªa, y eso es muy injusto. Afortunadamente, el feminismo nos ha ense?ado a apreciarnos, y sobre todo nos ha ense?ado a ser amigas, y eso es fant¨¢stico, porque el antiguo sistema nos obligaba a ser enemigas, desconfiadas, incr¨¦dulas del m¨¦rito de las otras.
?Las j¨®venes de ahora lo ven as¨ª? Oigo con frecuencia que el feminismo es algo obsoleto, que la igualdad legal existe y el resto es s¨®lo cuesti¨®n de m¨¦ritos.
Dice Locke, que era un genio, que no nos debe asustar la gran cantidad de personas que sustentan opiniones equivocadas, porque en su mayor¨ªa no las sustentan sino que las repiten, y cuando esas opiniones caen, la gente las abandona; lo que quiere decir que su capacidad era m¨¢s peque?a de lo que pens¨¢bamos. La gente, cuando se le pregunta, contesta lo que cree que tiene que contestar, a veces incluso creo que piensa lo que cree que debe pensar?
Se preguntaba antes qui¨¦n compra la carne, hoy mismo viene en la prensa que un colectivo feminista pide que se reconozcan los derechos laborales a las prostitutas, y dice que es "un trabajo como otro cualquiera, que no debe estigmatizar a la persona".
Estoy de acuerdo con la segunda parte, dif¨ªcil estar de acuerdo con la primera. Si lo ven tan bueno, recomiendo a estas feministas que practiquen este trabajo cuando se vean mal de fondos? No hay m¨¢s. Que la prostituci¨®n ya no es la lacra que era, estoy totalmente convencida; que muchas mujeres pueden practicarla espor¨¢dicamente para sobrevivir, sobre todo las inmigrantes, estoy convencida; ?que es algo normal, leg¨ªtimo?, estupendo. Insisto, que esas personas que opinan as¨ª la practiquen cuando se vean mal de fondos, yo las apoyar¨¦. Si el feminismo siempre ha sido abolicionista y las mujeres no quieren ser prostitutas, ?a qu¨¦ est¨¢n jugando?
Usted es una buena conocedora de Clara Campoamor, parece que la historia espa?ola la sigue castigando pese a su gran logro, el voto para la mujer.
Ahora queremos ponerle un busto en el Congreso, porque es una cuesti¨®n de justicia. Era un gran talento, ten¨ªa una cabeza extraordinaria, adem¨¢s de utilizar uno de los mejores castellanos que conozco. La gente no fue tan dura con Victoria Kent, la primera que hizo algo que luego se ha hecho muchas veces: que una mujer se oponga a un avance feminista. Ella se dej¨® instrumentar y luego tuvo suerte. Clara Campoamor lo pag¨® exiliada sola en Lausana, y sin poder ejercer la abogac¨ªa. La rabia que me da es que cuando Campoamor volvi¨® a Espa?a las mujeres de mi generaci¨®n ten¨ªamos 20 a?os y deber¨ªamos haber podido conocerla y decirle cu¨¢nto la respet¨¢bamos y deb¨ªamos, pero la dictadura nos lo impidi¨®. Kant dec¨ªa que la raz¨®n sabe que la vida eterna, el cielo, esas cosas, es muy dif¨ªcil que existan; pero que la raz¨®n pr¨¢ctica nos pide que cuando se haga una injusticia en alg¨²n mundo, sea reparada. Por eso tiene que existir un mundo en el que esa injusticia sea reparada, porque nuestra raz¨®n pr¨¢ctica no puede estar equivocada.
O sea, el cielo de los laicos.
Totalmente, de alguna manera Kant se invent¨® el cielo de los laicos? Es que cuando uno lee La cr¨ªtica de la raz¨®n pura y Kant dice todas esas cosas, piensas: ?ay, Jes¨²s, esto no es normal! Es que el fin total es justo para el orden de la vida e injusto para el orden de la inteligencia.
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