Fortalecer la profesi¨®n docente
Posiblemente ahora hay m¨¢s violencia en los centros docentes que hace unas d¨¦cadas o, al menos, as¨ª se percibe. Tal vez porque hay m¨¢s alumnos que estudian durante m¨¢s tiempo, por fortuna para ellos y para la sociedad, y porque los cambios sociales se producen ahora de forma vertiginosa, de manera que tienden a difuminarse los referentes morales. No se vislumbra en el futuro un cambio de esta situaci¨®n. M¨¢s bien da la impresi¨®n de que estas tendencias, lejos de detenerse, se van a incrementar, por lo que no debe extra?arnos que las dificultades vayan en aumento. ?Qu¨¦ hacer, entonces?
Conviene, antes de plantear algunas l¨ªneas de actuaci¨®n, pensar brevemente sobre los alumnos violentos. Los estudios realizados apuntan su escasa autoestima, sus dificultades en las relaciones sociales y en la empat¨ªa con los otros, su falta de comprensi¨®n y control de la conducta y su desvinculaci¨®n de los objetivos escolares. La descripci¨®n de estos alumnos se mueve habitualmente entre dos polos: son alumnos que hacen da?o, a veces demasiado da?o, pero tambi¨¦n son alumnos que sufren. El ¨¦nfasis en uno o en otro polo orienta las preferencias en las iniciativas educativas: el castigo y la sanci¨®n frente a la ayuda pedag¨®gica y psicol¨®gica. Ambas, sin duda, deben combinarse con el objetivo de lograr, en la medida de lo posible, la recuperaci¨®n del alumno para proseguir su formaci¨®n.
Mantener la autoridad, demostrar seguridad, dialogar, negociar, comprender, exigir
Existen diversas estrategias que pueden reducir la violencia en las escuelas: favorecer la participaci¨®n de los alumnos, avanzar en la capacidad de decisi¨®n de los centros -con la supervisi¨®n de la comunidad escolar y de la Administraci¨®n educativa-, impulsar la cooperaci¨®n de las familias, trabajar por un mayor compromiso social con la educaci¨®n y fortalecer la profesi¨®n docente. Esta ¨²ltima es la que considero fundamental para mejorar la ense?anza y la que puede otorgar coherencia y dinamismo al resto de las iniciativas.
El fortalecimiento de la labor de maestros y profesores supone una acci¨®n en varios ¨¢mbitos interrelacionados: mejorar sus competencias profesionales y su preparaci¨®n, cuidar su equilibrio emocional, situar la profesi¨®n docente en la dimensi¨®n moral que le corresponde y velar por el prestigio de la profesi¨®n.
La gesti¨®n adecuada de los comportamientos disruptivos o violentos de determinados alumnos es una dura exigencia para los profesores y les obliga a disponer de diferentes competencias y habilidades: mantener la autoridad, demostrar seguridad y confianza, dialogar, negociar, comprender, exigir. Hace falta formaci¨®n suficiente y un car¨¢cter firme y equilibrado para lograrlo.
La acci¨®n educadora exige una estrecha y confiada relaci¨®n personal entre el profesor y los alumnos. El m¨¦rito de la actividad docente es que este v¨ªnculo impuesto se convierta en una relaci¨®n constructiva, en la que la confianza, el afecto y el respeto mutuo sean sus elementos constitutivos. Para ello es imprescindible que el profesor cuide su dimensi¨®n emocional, un cuidado del que deber¨ªan tambi¨¦n ser responsables las Administraciones educativas.
El profesor debe mantener el buen ¨¢nimo, la sensibilidad por la formaci¨®n de sus alumnos y la preocupaci¨®n por ellos a pesar del desgaste que tanto esfuerzo personal supone. ?C¨®mo se logra? En gran medida por el convencimiento de que ense?ar a los otros es una tarea que merece la pena, que conecta con lo m¨¢s noble del ser humano y sit¨²a a los profesores en el lugar adecuado para promover el bienestar de las nuevas generaciones. De alguna manera esa intuici¨®n desvela el car¨¢cter moral de la profesi¨®n docente y la necesidad de descubrir su valor y su sentido para ejercerla con rigor y vivirla con satisfacci¨®n. La consideraci¨®n del trabajo docente como una profesi¨®n moral adquiere desde esta perspectiva toda su fuerza motivadora y permite comprender c¨®mo el olvido o la falta de cuidado de esta dimensi¨®n conduce a la "desmoralizaci¨®n" de los docentes.
Adem¨¢s, los profesores deber¨ªan sentir que forman parte de una profesi¨®n respetada y valorada ya que gran parte de la identidad profesional depende de la consideraci¨®n social percibida. El sentimiento de pertenencia a una colectividad contribuye a la autoestima. Por ello, las Administraciones educativas tendr¨ªan que contribuir a que los profesores se sientan orgullosos de ser profesores. No es una tarea sencilla si tenemos en cuenta que la mayor¨ªa de los profesores considera que ni la sociedad ni la propia administraci¨®n educativa los valora.
Una encuesta reciente realizada por la Fundaci¨®n SM constat¨® que el 81% de los profesores creen que la sociedad no los valora y el 67% opina lo mismo de su Administraci¨®n educativa.
La tarea de reforzar la identidad profesional de los docentes conducir¨ªa a que las administraciones educativas defendieran el establecimiento de una carrera profesional incentivadora y exigente. Pero tambi¨¦n deber¨ªan apoyar las distintas formas de representaci¨®n colectiva de los profesores. Entre ellas, adem¨¢s de los sindicatos y de las asociaciones de profesores, podr¨ªa tener su lugar un Consejo General de la Profesi¨®n Docente que fuera un referente ante la sociedad por sus iniciativas para mejorar la situaci¨®n del profesorado y la calidad de la ense?anza.
No ser¨ªa justo atribuir a los profesores la responsabilidad exclusiva de su acci¨®n educadora. De nuevo hay que insistir en que la capacidad de los profesores para ense?ar adecuadamente a todos sus alumnos, crear un clima de convivencia y reducir los comportamientos violentos tiene mucho que ver con las condiciones en las que se ense?a, con los apoyos disponibles, con el n¨²mero de alumnos con dificultades de aprendizaje que hay en cada aula, con el ambiente sociocultural de los centros, con la cooperaci¨®n de las familias y con el apoyo social recibido. El compromiso de los profesores depende en gran medida del compromiso de la sociedad con la educaci¨®n y ambos se apoyan mutuamente para lograr una ense?anza mejor.
?lvaro Marchesi es catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Evolutiva y de la Educaci¨®n de la Universidad Complutense de Madrid.
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