El chantaje de las deslocalizaciones
Considera el autor que entrar en la l¨®gica de las deslocalizaciones supone aceptar undeterioro sin fin de las condiciones laborales.
La decisi¨®n de la multinacional Reckitt Benckiser de trasladar su producci¨®n en Vizcaya a otros pa¨ªses europeos, dejando en la calle a sus 194 operarios de la planta de G¨¹e?es, aflora el debate sobre deslocalizaciones de empresas rentables y cuestiona la pasividad de unas administraciones que no escatimaron recursos p¨²blicos para su instalaci¨®n y se resignan ahora sin hacer nada.
M¨¢s de 350 filiales de multinacionales operan en la industria vasca. Un un centenar de ellas dan empleo a 32.000 trabajadores de forma directa, y a muchos m¨¢s indirectamente. En los ¨²ltimos a?os ha crecido el n¨²mero de empresas que han decidido cerrar y marcharse, y tambi¨¦n de las que amenazan con irse si no se empeoran las condiciones laborales de sus plantillas. La deslocalizaci¨®n, entendida como el cese, total o parcial, de una actividad y su reapertura en el extranjero mediante una inversi¨®n directa, no es un fen¨®meno nuevo, pero nunca ha sido tan f¨¢cil como ahora.
Los salarios representan apenas un 10 o 15% del coste total del producto y la productividad depende de otros factores
M¨¢s de 350 filiales de multinacionales operan en la industria vasca y un centenar de ellas emplean a 32.000 trabajadores
Las empresas van y vienen desplazando producci¨®n en funci¨®n de la l¨®gica del m¨¢ximo beneficio que gu¨ªa su actuaci¨®n. Tradicionalmente, ha sido la industria manufacturera la que se deslocalizaba buscando mano de obra barata y poco cualificada en la industria textil, calzado o juguetes. Pero los avances t¨¦cnicos, la supresi¨®n de trabas a la libre circulaci¨®n de capitales y mercanc¨ªas, y la pol¨ªtica de privatizaciones en servicios p¨²blicos (financieros, seguros, transporte..) han potenciado un fen¨®meno que alcanza ya a la industria en general, especialmente al sector del autom¨®vil, metalurgia, electr¨®nica, electrodom¨¦sticos o qu¨ªmica, y a los servicios, como los inform¨¢ticos y telef¨®nicos, los financieros o los profesionales. La nueva alteraci¨®n del espacio econ¨®mico europeo al incorporarse diez nuevos pa¨ªses que aportan un mercado de cien millones de personas y mano de obra barata y cualificada est¨¢ tambi¨¦n detr¨¢s de la deslocalizaci¨®n de plantas la Republica Checa, Polonia o Hungr¨ªa.
Al impacto laboral y social de las deslocalizaciones, por tratarse de empresas que obtienen beneficios y se han aprovechado de recursos p¨²blicos, hay que sumar las reestructuraciones de empresas que en muchos casos son lucrativas pero subcontratan servicios para abaratar costes precarizando el empleo, caso de Telef¨®nica, Renfe o Iberdrola. Se trata de una situaci¨®n instrumentalizada para imponer dr¨¢sticos recortes de salarios, aumentos de jornada o p¨¦rdida de derechos sociales con el chantaje de la deslocalizaci¨®n, presionando a la baja las condiciones de trabajo. Esto se refleja en las dificultades de la negociaci¨®n colectiva, a pesar de que los trabajadores espa?oles del sector privado ganan un 33% menos que los de la UE-15, trabajan 11 horas m¨¢s al mes y tienen dos d¨ªas menos de vacaciones anuales.(Eurostat)
La competencia brutal por los mercados y la carrera para conseguir el m¨¢ximo beneficio del capital trabaja sistem¨¢ticamente para reducir los costes laborales y sociales en todo el mundo dibujando un horizonte globalizador de la pobreza, pero la identificaci¨®n de deslocalizaci¨®n y bajos salarios es falsa e interesada. Los salarios apenas representan un 10 o 15% del coste total del producto y la productividad depende de otros factores como la eficacia organizativa, la cualificaci¨®n de la mano de obra o las inversiones. Hay, adem¨¢s, otros factores a considerar en una deslocalizaci¨®n como los impuestos, el idioma, ayudas a la inversi¨®n, estabilidad de la moneda, distancias geogr¨¢ficas o infraestructuras del pa¨ªs de destino. Y sin embargo, a corto plazo, la amenaza de deslocalizaci¨®n cumple una funci¨®n ¨²til al capital, que quiere a¨²n m¨¢s flexibilidad laboral y peores condiciones de trabajo. Transigir o colaborar con este modelo de precariedad laboral y degradaci¨®n salarial s¨®lo puede conducir a agravar la situaci¨®n, deprimir la demanda interna y reducir los ingresos p¨²blicos. Adem¨¢s, es un callej¨®n sin salida porque nunca ser¨¢ suficiente para compensar el diferencial existente con pa¨ªses como China, India o El Magreb.
Como trabajadores debemos actuar localmente pero debemos pensar y organizarnos globalmente. La ¨²nica raz¨®n por la que ciertas empresas multinacionales se permiten deslocalizar y actuar una vez relocalizadas es porque pueden enfrentar entre si a los operarios de diversos pa¨ªses o regiones. Es pues importante comprender que tenemos intereses solidarios en todo el mundo y que en lugar de competir entre nosotros, o aceptar que nuestras condiciones de vida dependan de los propietarios del capital, debemos unir esfuerzos reivindicando marcos de negociaci¨®n colectiva y de lucha sindical lo m¨¢s amplios posibles, en primer lugar a nivel europeo. Europa es hoy un mercado global en el que los poderes econ¨®micos imponen sus normas y tienen todo tipo de facilidades para deslocalizar, externalizar, subcontratar o despedir. Mientras la influyente ERT (Mesa Redonda Europea de Industriales), que agrupa a medio centenar de las m¨¢s importantes multinacionales europeas, y los dem¨¢s grupos de presi¨®n (lobbies), mantienen una relaci¨®n institucionalizada con la Comisi¨®n y Parlamento europeos, la Confederaci¨®n Europea Sindical (CES), a la que pertenecen UGT, CC OO y ELA no ha pasado de ser una coordinadora sin capacidad de respuesta ante la pol¨ªtica de privatizaciones y de recorte de derechos y prestaciones que est¨¢n afectando, en un pa¨ªs tras otro, a los servicios p¨²blicos, la protecci¨®n por desempleo, pensiones, despido o contrataci¨®n.
Es una situaci¨®n que est¨¢ fomentando la competencia salvaje en la UE sin l¨®gicas de cooperaci¨®n y complementariedad y sin que se tomen medidas para reducir el diferencial en materia fiscal, social o laboral. Al contrario, el Gobierno de derechas franc¨¦s plantea crear polos de competitividad territorial para concentrar empresas que se beneficiar¨¢n de un r¨¦gimen de franquicia fiscal, exoneraci¨®n de impuesto de sociedades o reducci¨®n de cotizaciones sociales, detrayendo recursos del sistema de protecci¨®n social. Pol¨ªticas similares se plantean en otros estados como el nuestro, en el que las distintas autonom¨ªas, sea cual sea el partido que las gobierne, compiten entre si en las ayudas para atraer inversiones. Se trata de las mismas medidas proteccionistas que defiende el Gobierno vasco apoyando a las empresas locales y potenciando su internacionalizaci¨®n para que se comporten como multinacionales.
Cuando Fagor ha considerado que algunos productos de gama baja era poco competitivo fabricarlos en Mondrag¨®n, se los han llevado a Wrozamet, en Polonia. Nada que decir de la hipocres¨ªa de los dirigentes nacionalistas que se quejan de que hayan crecido las empresas cuyos centros de decisi¨®n est¨¢n fuera del Pa¨ªs Vasco cuando han multiplicado las ayudas de todo tipo -innovaci¨®n, empleo, formaci¨®n o calidad - a empresas multinacionales. En concreto, Reckitt Benckiser recibi¨® casi cinco millones de euros en ayudas p¨²blicas y, justo un mes antes de anunciar su cierre, otros cinco millones, al recalificar terrenos de la empresa el Ayuntamiento de Gue?es, con alcalde peneuvista.
Desde el mundo sindical hay que superar la divisi¨®n actual y defender los puestos de trabajo, rechazando las amenazas de deslocalizaci¨®n y los expedientes de despido, reclamando la devoluci¨®n de las ayudas p¨²blicas, estableciendo el derecho de los comit¨¦s de empresa a conocer las cuentas reales de las compa?¨ªas, impidiendo la especulaci¨®n con los terrenos y otras medidas concretas. Pero siempre como parte de una acci¨®n global para invertir la actual situaci¨®n, luchando para establecer un derecho internacional del trabajo y un tribunal laboral internacional, el reconocimiento del derecho de huelga y de negociaci¨®n colectiva a nivel europeo y la acci¨®n sindical internacional en las empresas transnacionales, o apoyando los movimientos sociales y sindicales de los pa¨ªses de destino de las multinacionales. Porque hoy, m¨¢s que nunca, los problemas de los trabajadores no tienen fronteras.
Jos¨¦ Arturo Val del Olmo es abogado y sindicalista.
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