El l¨ªder
Existen dos clases de pol¨ªticos: los que s¨®lo brillan cuando est¨¢n de pie y los que dan lo mejor de si cuando est¨¢n sentados. Los l¨ªderes arrastran a las masas desde la tribuna con el verbo incendiario, escueto o barroco; las ideas y las pasiones atraviesan su rostro como un elemento trasmisor para volcarse en el p¨²blico y terminado el mitin quedan exhaustos, sudados y vacios. No se les ocurre nada m¨¢s. Pero llegan a la sede del partido envueltos todav¨ªa con el eco de las aclamaciones y all¨ª se encuentra un segund¨®n detr¨¢s de la mesa del despacho con cinco tel¨¦fonos fijos y dos m¨®viles que suenan a la vez, mientras ¨¦l escarba en un mont¨®n de papeles. El lider de masas tiene el cuerpo flexible y las respuestas r¨¢pidas; probablemente una grencha de pelo le cae en la frente cuando por exigencias del gui¨®n se ve obligado a desmelenarse ante sus seguidores y el borbot¨®n de las palabras sale de la boca ya triturado por la acci¨®n de los brazos, que se mueven como las ruedas dentadas de una m¨¢quina. Su figura corporal, desde los pies a la cabeza, sintetiza una pasi¨®n colectiva y su atractivo es un enigma m¨¢s potente cuanto m¨¢s oscuro. Por el contrario, el pol¨ªtico sentado, como es l¨®gico, ha criado unas posaderas redondas a lo largo de los a?os, luce ya una calvicie mediada y es de pocas palabras, pero las que pronuncia tienen el peso y la medida exactos. Este pol¨ªtico del aparato es capaz de estar pendiente de tres cosas a la vez. Si le planteas alg¨²n problema mientras est¨¢ de espaldas haciendo unas fotocopias parece ausente aunque no se pierde detalle y cuando vuelve a la mesa te da su opini¨®n precisa. El lider gana las elecciones de pie, pero siempre necesita una contrafigura sentada. Es muy raro que estas dos cualidades confluyan en una misma persona. Metes los goles de tac¨®n o eres un duro centrocampista, tienes una pegada fulminante o devuelves todas las pelotas como una pared hasta aburrir al contrario. Existen varios ejemplos de estas dos clases de pol¨ªticos en nuestra democracia: Adolfo Su¨¢rez de pie y Abril Martorell sentado, Felipe Gonz¨¢lez de pie y Guerra o Narc¨ªs Serra sentados, Pascual Maragall de pie y Jos¨¦ Montilla sentado. No obstante, en este ¨²ltimo caso el binomio ha fallado. Es la primera vez que un pol¨ªtico sentado se ha erigido para gobernar de pie, totalmente visible, de pies a cabeza. Si con Jos¨¦ Montilla el experimento funciona una vez m¨¢s Catalu?a habr¨¢ sido pionera en un nuevo arte de la pol¨ªtica: gobernar como quien cuenta las habas ya contadas.
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