?Socialistas o nacionalistas?
Ha sido una caracter¨ªstica del movimiento socialdem¨®crata en la historia de Europa el tener una desarrollada sensibilidad social, consecuencia de su proximidad a las clases trabajadoras (de donde surgi¨® tal movimiento) y que, con el tiempo, fue expandi¨¦ndose para responder a las necesidades de otros estamentos sociales tales como las clases medias. Resultado de esta sensibilidad social ha sido el establecimiento en la gran mayor¨ªa de pa¨ªses de Europa del Estado de bienestar, siendo este Estado de bienestar la mayor contribuci¨®n que ha hecho la socialdemocracia al desarrollo humano en los pa¨ªses capitalistas desarrollados. Es cierto que otras tradiciones pol¨ªticas como la democracia cristiana han contribuido tambi¨¦n al desarrollo del Estado de bienestar. Pero ha sido la socialdemocracia la que ha hecho de su establecimiento su objetivo prioritario.
A esta resistencia a la continuaci¨®n del Gobierno tripartito se ha a?adido ahora otra de orientaci¨®n nacionalista espa?ola que basa su oposici¨®n en el hecho de que tal Gobierno incluye un partido independentista, ERC
En general, estos Estados de bienestar han sido el resultado de una alianza de las clases trabajadoras con las clases medias, dise?ando unos servicios p¨²blicos (tales como educaci¨®n, sanidad, servicios de ayuda a las familias, y otros) en los que las clases medias -que por regla general tienen mayores exigencias y expectativas que las clases trabajadoras- se encuentren c¨®modas. Ello ha requerido un elevado gasto p¨²blico que garantice la elevada calidad de tales servicios. Su mayor desarrollo ha sido en los pa¨ªses escandinavos y muy en particular en Suecia, pa¨ªs donde la socialdemocracia ha gobernado durante 65 de los ¨²ltimos 75 a?os, situaci¨®n que ha hecho exclamar a m¨¢s de un observador de aquel pa¨ªs que los suecos son gen¨¦ticamente socialdem¨®cratas. El mejor indicador de esta amplia aceptaci¨®n del Estado de bienestar es que, en las ¨²ltimas elecciones suecas, ning¨²n partido haya pedido la reducci¨®n del Estado de bienestar o la disminuci¨®n de impuestos.
La situaci¨®n, sin embargo, es muy distinta en el sur de Europa, y muy en particular en Espa?a, donde las derechas han sido hist¨®ricamente muy fuertes y las izquierdas, d¨¦biles y divididas. En realidad, en Espa?a tal alianza de las clases trabajadoras con las clases medias no se ha cristalizado todav¨ªa, lo cual es causa de un Estado de bienestar muy poco desarrollado. Las ¨²ltimas cifras de Eurostat muestran que el gasto p¨²blico social como porcentaje del PIB (19,7%) es de los m¨¢s bajos de la Europa de los Quince (UE-15), cuyo promedio de gasto p¨²blico social es del 28,2% del PIB. En realidad, Espa?a gasta s¨®lo el 60% del gasto p¨²blico social por habitante de la UE-15, y ello a pesar de que nuestro PIB per c¨¢pita es el 90% del promedio de la UE-15. Ello muestra que Espa?a gasta mucho menos en su Estado de bienestar de lo que le corresponde por el nivel de riqueza que tiene.
Este bajo gasto p¨²blico explica la segunda caracter¨ªstica del Estado de bienestar espa?ol, que es su polarizaci¨®n social de manera tal que las clases medias de renta alta as¨ª como los sectores m¨¢s pudientes de la sociedad utilizan, en general, los servicios privados (la ense?anza privada y los servicios sanitarios privados), mientras que son predominantemente las clases populares (clase trabajadora y clase media de renta media y baja) las que utilizan los servicios p¨²blicos. Tal polarizaci¨®n social, por cierto, no beneficia ni a las clases m¨¢s pudientes ni a las clases populares pues, aun cuando la sanidad privada, por ejemplo, puede ser, en ocasiones, mejor que la p¨²blica en el confort (una cama por habitaci¨®n), en la capacidad de elecci¨®n y en el trato personal, la sanidad p¨²blica es mejor que la privada en la calidad del personal y en la riqueza de la infraestructura t¨¦cnica. Lo que se requiere es una sanidad p¨²blica multiclasista que mantenga la alta calidad ya existente, mejorando considerablemente su confort, tanto el de los pacientes como el de sus profesionales (entre los peor pagados de la UE-15). Pero ello requiere un gasto p¨²blico mucho mayor. El gasto p¨²blico sanitario per c¨¢pita de Espa?a es el m¨¢s bajo de la UE-15.
Esta polarizaci¨®n social se da en mayor grado en Catalu?a, que ha estado gobernada por las derechas durante la mayor¨ªa del periodo 1939-2006, primero por una dictadura nacionalista espa?ola ultraconservadora y despu¨¦s, durante 23 a?os, por un Gobierno nacionalista catal¨¢n conservador democr¨¢ticamente elegido, Gobierno que sistem¨¢ticamente favoreci¨® los servicios privados (tanto la escuela privada concertada, gestionada en su mayor¨ªa por la Iglesia catalana, como la sanidad privada) a costa de los servicios p¨²blicos. En contra de lo que se cre¨ªa en el resto de Espa?a, la Catalu?a social no estaba mejor, sino que, en muchas ¨¢reas, estaba peor que el resto de Espa?a. Durante muchos a?os, los m¨¦dicos y otros profesionales sanitarios, por ejemplo, estaban entre los peor pagados de Espa?a. Tal polarizaci¨®n social, reproducida en la dicotom¨ªa servicios privados versus servicios p¨²blicos aument¨® considerablemente durante el periodo de alianzas PP-CiU (1996-2003), cuando se siguieron unas pol¨ªticas de austeridad social que determinaron que el d¨¦ficit de gasto p¨²blico social por habitante de Espa?a con el promedio de la UE-15 aumentara el 24%. En sanidad tal d¨¦ficit aument¨® el 30%.
En el a?o 2003, y por primera vez en la historia de Catalu?a de los ¨²ltimos 70 a?os, un Gobierno de izquierdas fue elegido con un programa (el Pacto del Tinell) claramente socialdem¨®crata. Inclu¨ªa entre sus propuestas el alcanzar en dos legislaturas el nivel y el gasto p¨²blico social como porcentaje del PIB del promedio de las regiones y de los pa¨ªses europeos de igual nivel de desarrollo econ¨®mico. El gran incremento del gasto social del Gobierno tripartito mostr¨® la realizaci¨®n de tal compromiso, acompa?ado este aumento del gasto p¨²blico social de cambios muy significativos en las distintas ¨¢reas sociales. En sanidad, por ejemplo, se prohibi¨® que los m¨¦dicos trabajaran s¨®lo 2,5 horas al d¨ªa, poniendo como un m¨ªnimo unas seis horas; se favoreci¨® la dedicaci¨®n exclusiva de los m¨¦dicos al sector p¨²blico mejorando sus condiciones de trabajo y sus salarios, que pasaron a estar entre los m¨¢s altos de Espa?a. En educaci¨®n se prohibi¨® que las escuelas privadas concertadas discriminaran en contra de hijos de la clase trabajadora e inmigrantes, y en vivienda se hizo la propuesta m¨¢s ambiciosa que nunca se hubiera hecho en Catalu?a antagonizando intereses inmobiliarios. Todas estas medidas crearon numerosas resistencias por parte de los grupos sociales y poderes f¨¢cticos afectados por tales medidas, despertando una gran hostilidad, transmitida a trav¨¦s de los medios de informaci¨®n conservadores, que son la mayor¨ªa en Catalu?a (incluyendo la televisi¨®n y radio p¨²blicas de la Generalitat, escasamente reformadas), que intentaron crear la imagen de un tripartito fracasado, imagen que a veces se transmiti¨® incluso entre sectores de la izquierda espa?ola poco conocedores de la realidad catalana.
A esta resistencia a la continuaci¨®n de este Gobierno tripartito se ha a?adido ahora otra de orientaci¨®n nacionalista espa?ola que basa su oposici¨®n en el hecho de que tal Gobierno incluye un partido independentista. Varios dirigentes socialistas espa?oles han indicado recientemente que preferir¨ªan un Gobierno catal¨¢n nacionalista conservador a un Gobierno catal¨¢n de izquierdas con un partido independentista, anteponiendo as¨ª su nacionalismo espa?ol a un deseo de mejorar el bienestar de la clase trabajadora y de las clases populares tanto de Catalu?a como del resto de Espa?a. El partido independentista junto con el PSC e IU-ICV ha presionado al Gobierno espa?ol para que aumentara el gasto social en el presupuesto del Estado espa?ol. Por lo visto, tales dirigentes hubieran preferido que a los hijos de la clase trabajadora catalana se les continuara excluyendo de la escuelas concertadas, antes de que tal exclusi¨®n se prohibiera por una consejera independentista, pero de izquierdas. Estas voces nacionalistas espa?olas est¨¢n abandonando su compromiso socialista con el argumento de que est¨¢n defendiendo la unidad de Espa?a, ignorando que la gran mayor¨ªa de los catalanes nos sentimos espa?oles sin peligro de desuni¨®n. Es ofensivo y frustrante que personalidades de las izquierdas espa?olas utilicen ahora Espa?a de manera semejante a como las derechas catalanas nacionalistas utilizaron Catalu?a, defendiendo intereses distintos a los de las clases populares de Catalu?a y del resto de Espa?a.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas. Universidad Pompeu Fabra.
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