Mensaje contra la pobreza en los Nobel
La entrega de los premios se convierte en una reflexi¨®n sobre los desaf¨ªos de la globalidad
La ceremonia de entrega de los premios Nobel, celebrada ayer en Estocolmo y Oslo -donde, como es tradicional se concedi¨® el de la Paz, en este caso a los banglades¨ªes Muhammad Yunus y Mossanat Talisma Begum- se convirti¨® en un alegato contra las desigualdades sociales y los desaf¨ªos que implica la globalidad. Marcus Storch, presidente de la Fundaci¨®n Nobel, fue gr¨¢fico en sus referencias a los desaf¨ªos del mundo en la era de la globalidad. En la capital sueca, Storch destac¨® la preocupaci¨®n por los problemas sociales de los premiados en la presente edici¨®n: los estadounidenses Craig Mello y Andrew Fire (Medicina), Roger Kornberg (Qu¨ªmica), John Mather y George Smoot (F¨ªsica) y Edmund Phelps (Econom¨ªa). El ¨²nico no norteamericano fue el turco Orhan Pamuk (Literatura). Todos recibieron el premio, dotado este a?o con 10 millones de coronas (1,1 millones de euros), en medio de la solemnidad acostumbrada.
La discreta actitud de Orhan Pamuk contrast¨® con la beligerancia de Pinter el pasado a?o
Storch record¨® que en Alfred Nobel tambi¨¦n hay una visi¨®n humanista y universalista, recogida en su testamento, que especifica que el premio ser¨¢ adjudicado a quienes protagonicen aportes en beneficio de la humanidad, con independencia de la nacionalidad. Storch aludi¨® al hecho de que todos los premiados este a?o, con excepci¨®n de Orhan Pamuk y Muhammad Yunus, son cient¨ªficos de universidades estadounidenses, circunstancia que ha merecido numerosos an¨¢lisis. Contrapuso este dato con el menor n¨²mero de investigadores europeos que han recibido el galard¨®n.
La entrega del premio a Orhan Pamuk, por el efecto de su obra fuera del marco espec¨ªfico de la investigaci¨®n, ha tenido una repercusi¨®n medi¨¢tica superior al de sus selectos compa?eros en Estocolmo. En el caso de Pamuk, ha contribuido su incuestionable capacidad de comunicaci¨®n, puesta de manifiesto no solamente en su contacto con los medios de comunicaci¨®n, sino en los diversos seminarios, disertaciones en universidades del pa¨ªs, y en las agotadoras sesiones de firma de libros. Algunos medios le han reprochado que haya mantenido un silencio tan obstinado sobre los problemas pol¨ªticos de nuestro tiempo y especialmente sobre la situaci¨®n de su pa¨ªs, donde la libertad de expresi¨®n y los derechos humanos han sido a menudo cercenadas.
Su prudencia se ha contrapuesto a la actitud del dramaturgo brit¨¢nico Harold Pinter, premiado el pasado a?o. En su discurso ante la Academia Sueca, Pinter formul¨® una severa cr¨ªtica a la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos. Pamuk ha mantenido un perfil m¨¢s discreto.
Muchos recordaron que el creador de los premios, Alfred Nobel, tras una juventud en la que descre¨ªa de la capacidad de las masas para comprender y decidir sobre problemas pol¨ªticos, tarea que correspond¨ªa a las ¨¦lites esclarecidas, se convirti¨® en su edad adulta en lo que podr¨ªa llamarse un pol¨ªtico radical, posici¨®n de la que no hizo ning¨²n secreto.
En la capital sueca, los premiados recibieron el galard¨®n de manos del rey Carlos Gustavo. Con la presencia de m¨¢s de un millar de asistentes del mundo de la cultura y la ciencia, gobernantes, cuerpo diplom¨¢tico e invitados, la ceremonia tuvo el empaque de costumbre. El acto es algo m¨¢s que un momento de oropel. Se trata de un motivo de orgullo para los suecos, cuyo pa¨ªs dio un salto extraordinario a comienzos del siglo XX. El pa¨ªs marginal y pobre del norte europeo se convirti¨® en el pa¨ªs desarrollado y rico que es ahora, pionero en muchos aspectos. Los premios Nobel tienen ese valor simb¨®lico para Suecia: el del reconocimiento mundial.
De ah¨ª que su preparaci¨®n tiene un rigor insuperable. Nada queda al azar y desde las j¨®venes que sirven los platos del banquete que tiene lugar en Sal¨®n Azul del Ayuntamiento de Estocolmo por la noche, hasta la encargada de armar el puzzle de la distribuci¨®n de los comensales, todo es ensayado como si fuera una representaci¨®n teatral. La propia ceremonia de entrega es ensayada un d¨ªa antes, con participaci¨®n en vivo de todos sus protagonistas en el mismo lugar que se realiza. Siempre o casi, todo ha transcurrido con normalidad. Salvo una vez, en 1977, cuando le fue adjudicado el Premio de Econom¨ªa a Milton Friedman, que seg¨²n se dec¨ªa hab¨ªa asesorado al dictador Pinochet -fallecido ayer- para la aplicaci¨®n de su pol¨ªtica econ¨®mica, de corte neoliberal. En el momento de la entrega un joven sueco que se encontraba entre los asistentes protest¨® ruidosamente contra la adjudicaci¨®n del galard¨®n al recientemente fallecido Friedman. Con discreta actuaci¨®n los guardias retiraron de inmediato al joven. Mientras en las calles de la ciudad una multitudinaria manifestaci¨®n protestaba contra la dictadura.
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